Un ascenso laboral, afeitarse mejor, un descanso óptimo o unas sábanas más limpias. Cada objetivo tiene su momento

 Si usted es usuario del transporte público, quizás haya pensado que algunos de los pasajeros, a juzgar por ciertos desagradables efluvios, no pasaron por la ducha durante la mañana. Ni siquiera la noche anterior. Matices olorosos aparte, y arrinconando el debate sobre la frecuencia del acto de higiene, el común de los mortales suele despojarse de la mugre a diario. Las diferencias llegan al elegir el momento de la jornada: por la mañana temprano o antes de la cena. ¿Alguna de las dos opciones es mejor?

Buenos días, mundo

Por mucho que los ingenieros de sonido y creadores de aplicaciones para despertares amables se empeñen, el zumbido del despertador se encuentra entre los más desagradables del universo. Es normal que el organismo se resienta y que se aferre al sueño con todas sus fuerzas. O, lo que es lo mismo, uno entra en la ducha cual zombi a la espera del milagro. “El enfriamiento de las extremidades al despertar provoca vasoconstricción periférica y disminuye la inercia de sueño, esto es, el tiempo que tardamos en recuperarnos completamente de las horas de descanso. Una ducha de agua fría o templada (entre 24 ºC y 30 ºC) por la mañana contribuye a disminuir ese periodo de somnolencia al levantarse de la cama”, explica el doctor Juan José Ortega, vicepresidente de la Sociedad Española de Sueño.

El contacto con el agua también puede influir en el ánimo y ayudar a ponerse en marcha. “A las personas que tienen la tensión arterial baja o psicastenia (una cierta fatiga psíquica sin llegar a estar deprimidos) les cuesta más levantarse por la mañana. Una ducha energizante matinal es muy positiva para su organismo y contrarresta esa dominante del sistema parasimpático (el que tiende a relajarlo todo)”, comenta la doctora Laura Coloma. “Por el contrario, quienes tienen una mayor presencia del sistema simpático, esas personas que siempre van aceleradas, encontrarán más beneficioso hacerlo al terminar el día”.

Y, además de espabilar, ¿tiene otros beneficios una ducha matutina? Pues sí, y muy positivos para su vida profesional. En el libro The Winner’s Brain [El cerebro del ganador], el psicólogo Mark Fenske explica por qué muchas de nuestras mejores ideas surgen en la bañera. “Es una situación en la que estamos conscientes, pero obramos de manera mecánica, sin prestar demasiada atención. Esta relajación de los sentidos permite al cerebro trabajar libre y creativamente en proyectos en los que, con el ajetreo diario, apenas podemos pensar”, señala el experto. Su colega Shelley Carson lo compara con ese estado de relax que sigue a una dura sesión de deporte: “Los procesos cognitivos se relajan y eso permite que afloren ideas nuevas”. Ducharse antes de ir a la oficina puede aportar un ramillete de brillantes propuestas para esa reunión con un cliente.

Para aquellos con cierta torpeza matutina al afeitarse existe una última razón fisiológica para hacerlo en este momento del día: entre los albores de la jornada y el mediodía (se suele precisar que entre las 6 de la madrugada y las 12 de la mañana) las plaquetas se muestran especialmente activas, tal como sostiene un estudio del cardiólogo de la Clínica Mayo David R. Holmes. Un corte nada más despertarse suele cicatrizar más rápido que si se produce al anochecer.

Tiempo de desconexión

Llegar a casa, quitarse la ropa, descalzarse y darse una ducha… No hace falta un tratado de medicina para saber que ese sencillo gesto relaja hasta al más nervioso. Pero tiene su base científica. “La temperatura periférica es clave en la entrada y salida del sueño. Bañarse con agua caliente (38 °C o más) antes de dormir provoca vasodilatación, incremento de la temperatura periférica y transición a la fase de somnolencia”, comenta Ortega. En otras palabras: predispone a coger la cama con ganas.

Y, encima, aseados. Física y psicológicamente. Como señala la doctora Coloma, es un gesto íntimo que pone fin a la jornada, dejando atrás cualquier problema que nos haya molestado a lo largo del día. ¿Y qué hay del cuerpo real? “La producción de sebo tiene su pico en torno al mediodía. Obviamente, a lo largo de la jornada también se acumula sudor y suciedad ambiental. Ducharse antes de meterse en la cama deja sensación de bienestar, ayuda a la piel a renovarse sin tener un tapón de grasa y suciedad y, de paso, contribuye a que las sábanas duren más tiempo limpias”, recuerda Ana Puelles Lostao, directora técnica de Estética Lostao.

En resumidas cuentas, no hay una opción mejor: ambas tienen sus hondos beneficios. Y el único motivo poderoso para elegir la mañana en lugar de la noche es que el proceso de adaptación a la vigilia nos resulte demasiado complicado. Eso sí: el agua fría o templada; al anochecer, sí conviene elevar los grados.

http://elpais.com/elpais/2015/09/22/buenavida/1442921702_627509.html?rel=lom

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