Diagnóstico de una recuperación
España corre el riesgo de que la mejora económica maquille las debilidades que agudizaron la crisis. Por Alejandro Bolaños
La sucesión de datos positivos dibujan el principio del fin de la mayor crisis de la democracia. “Esto son mucho más que brotes verdes”, certifica Rafael Doménech, responsable de economías desarrolladas en BBVA Research, en referencia a la fallida salida de la recesión en 2010. “La recuperación ha sorprendido, sobre todo no esperábamos una creación de empleo tan rápida en 2014”, detalla el catedrático de la Universidad de Valencia. En sus primeras estimaciones sobre lo que iba a ocurrir el año pasado, el servicio de estudios del banco anticipaba un crecimiento del 1%, algo inferior al avance del PIB registrado finalmente (1,4%). Pero apenas anticipaba una creación de 50.000 empleos a lo largo del año, cuando han sido 435.000.
Si la evolución más reciente es positiva, en la foto fija siguen predominando los tonos oscuros. “Aun cuando se cumpla el pronóstico de crear un millón de empleos entre 2014 y 2015, eso solo supone recuperar uno de cada tres puestos de trabajo perdidos en la crisis”, ejemplifica Doménech, “y eso explica la decepción de mucha gente”.
“Que sea sostenible la recuperación es algo incierto”, dice García Montalvo
La cronología de la crisis está condicionada por las dificultades de financiación que sufrió la economía española, muy endeudada, tras el reventón de la burbuja inmobiliaria y las dudas de los mercados sobre la continuidad de la zona euro. Las sucesivas intervenciones del Banco Central Europeo, a partir de 2012, cambiaron la tendencia. Como contrapartida, el Gobierno español asumió un contundente paquete de recortes y reformas. Primera lección: la pertenencia a la zona euro no blinda del efecto de los desequilibrios acumulados (exceso de deuda, exceso de ladrillo, baja productividad, mucho empleo de baja cualificación) durante años. Y su respaldo en momentos de zozobra no es automático, sino fruto de complejas negociaciones.
“Por primera vez no tenemos el control del tipo de cambio ni de la política monetaria. Y el nivel de endeudamiento acumulado tampoco tiene precedentes”, plantea Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona. José García Montalvo, catedrático de Economía en la Pompeu Fabra, señala que “esta salida de la crisis se parece a otras en que primero crecen las exportaciones, la balanza exterior se recupera y luego aumenta el consumo”. Pero esta vez el reequilibrio de la balanza exterior se empuja “con una devaluación interna, salarial, no con una devaluación de la moneda”, lo que tiene otras implicaciones.
García Montalvo también ve semejanzas con “otras crisis bancarias, que son más largas, más dañinas”. Pero, agrega, “que esta salida sea sostenible, por el entorno en el que se produce y por las características de la economía española, es algo muy incierto”.
Con los altos niveles de deuda y desempleo acumulados y el nulo margen fiscal en muchos países, el BCE ha optado por una masiva intervención en el mercado de bonos públicos. El objetivo es forzar a los inversores a desplazarse a otros títulos de más riesgo para reconducir la financiación a empresas y familias y favorecer así un ajuste gradual de la deuda. “Nunca hemos estado en un fregado monetario como este. En 2008, después de la quiebra de Lehman Brothers, las letras del Tesoro de EE UU se pusieron en tipos negativos y recuerdo decirles a mis alumnos que vivíamos una situación excepcional. Ahora, tras la intervención del BCE es casi la norma”, recuerda el catedrático de la Pompeu Fabra.
En el último informe de La Caixa Research, el economista jefe del servicio de estudios de la entidad, Jordi Gual, incide en el mismo aspecto, “aun a expensas de echar un poco de agua al vino de la tan esperada recuperación”. Gual da por hecho un periodo prolongado de “condiciones monetarias muy laxas”, pero insiste en aprovecharlo para reducir el endeudamiento, sobre todo el público, que no para de crecer.
Oliver cree poco realista volver en cuatro años a los 20 millones de empleos
La mejora de la financiación, la depreciación del euro y la rebaja del petróleo se han aliado para impulsar las expectativas de crecimiento a cerca del 3% anual. El Gobierno, incluso, confía en presentarse a las elecciones con la creación de 800.000 empleos en 2015 y proyecta volver a los 20 millones de empleos en cuatro años. A Josep Oliver no le salen las cuentas. “Si no es a través de la construcción y el sector público simplemente no va a ser. La estructura del empleo, de la economía tendría que ser distinta. Y la alternativa, un crecimiento de la demanda alimentada por una financiación excesiva, tampoco va a ser, la Comisión Europea y el BCE ahora no lo van a permitir”.
Para Oliver, “el mayor cambio estructural en esta etapa” también tiene sello europeo y es especialmente relevante para España: el traspaso de la supervisión de la banca al BCE. “Cuando la crisis estalla, las familias y empresas de Italia están moderadamente endeudadas, nada que ver con España”. “Se minusvaloraron los riesgos, ahora la supervisión y los mercados exigen más recursos propios a las entidades”, coincide Doménech, que descarta que el exceso de liquidez pueda volver a traducirse en exceso de deuda y malas decisiones de inversión.
Precisamente de los organismos internacionales, que no paran de glosar el ejemplo de España por seguir la receta de recortes y reformas, vienen también las advertencias. “Hasta que el desempleo no baje mucho, la recuperación española no podrá considerarse una historia de éxito”, sintetizó esta semana el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard. La tasa de paro está aun por encima del 23% y el Fondo no cree que baje del 20% hasta 2017.
El déficit exterior marca la línea roja
“La euforia me tiene muy preocupado, ha habido otros momentos de complacencia y salieron mal”, recuerda Oliver, quien insiste: “Esta economía tiene que cambiar de arriba a abajo, es ya la tercera vez en mi vida que veo tasas de paro superiores al 20%”.Si algo se ha repetido en las crisis recientes de la economía española es que se saldan con una enorme destrucción de empleo. También, que de ellas se sale con un uso intensivo de contratos precarios y temporales, lo que facilita luego aún más el ajuste por esta vía.