LA DUEÑA DE ESTA CASA…por Juan Alfredo Bellón para EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 25-12-2016

Este año las fiestas de invierno están resultando un tanto chungaletas porque a muchos de nuestros amigos musulmanes se les ha ajumado el pescado y andan revueltos procurando ajumárnoslo a nosotros también todo lo posible. Nosotros quiere decir los occidentales en general y los europeos más en particular, que nos hemos quedado en el punto de mira de todas las escopetas nacionales espirituales y materiales que andan dispuestas a no dejarnos descansar ni bajar la guardia por los siglos de los siglos. Y es que la vida es así, no solo es un vaivén infinito que, como la Nochebuena, se viene y se va mientras nosotros nos iremos y no volveremos más, sino que además esto es un puñetero valle de lágrimas y un sin-vivir donde, antes de que acabemos de plañir por algo, ya lo estamos haciendo por otra causa; vaya, que no hemos terminado de salir de Herodes, cuando ya hemos entrado en Franco, digo en Pilatos, con todas sus nefastas consecuencias, como esos cientos de pueblos de esta jodidísima piel de toro que tienen en su nombre el del viejo Caudillo y que ahora se niegan a desprenderse de él en virtud de lo que ordena la Ley de la Memoria Histórica y que recientemente han recibido una oferta de ayuda y asesoramiento legal de parte de la Fundación Francisco Franco para resistirse reaccionariamente a obedecer lo que manda esa Ley.

Así lo ha entendido Andrea Levy, joven promesa femenina del PP y, a lo que se ve, firme seguidora de José María Aznar, ahora que se ha desgajado de su tronco matriz definitivamente, y que acaba de incendiar las redes desde Twitter con un comentario harto simplista diciendo que nuestros enemigos son los de en frente, los de la ribera sur del Mediterráneo, olvidando donde está el estado de Israel que ella honra con su apellido y confundiendo las churras con las merinas.

De acuerdo con que la cosa empezó con los americanos en septiembre del año 2001 que, cuando yo entré en mi casa de vuelta del veraneo y vi a los dos aviones estampándose contra las Torres Gemelas, creí que estaban echando por la tele una película de villanos del espacio que lograban cumplir sus amenazas contra la Civilización de los buenos y estos veían también cumplidas sus paranoias. Pero no, no eran pesadillas inventadas en la vieja fábrica hollyvoodiense de sueños. Aquella tarde, en Nueva York, y luego en Madrid, Londres, París, Niza y Bruselas, etc. no han sido sueños sino puñeteras realidades desatadas por el torbellino de las agresiones-estímulo retroalimentado por el de las agresiones-respuesta cuyo bucle ha terminado siendo un círculo vicioso inacabable como su propio nombre indica, una espiral insana que parece que nunca terminará, como el conflicto árabe-israelí, que empezó en Palestina y ya va por Mosul y por Alepo y por Estambul y hasta por la mismísima curva del Niger.

Y ahora les ha tocado a las panderetas y a las zambombas de la Breitscheidplatz berlinesa, al pie de la emblemática estrella de Mercedes, esa que se usa para apuntar, que logró sobrevivir desafiando al resto de la Alemania Oriental mientras giraba perpetuamente sobre su propio eje sin importarle para nada el medio ambiente ni el agujero de ozono, como a Aznar, como a Trump, como a Rajoy, antes de que se olvidara de su primo y de Bárcenas para hacerle cucamonas al PSOE y para que todo cambie sin cambiar nada. Y van doce alemanes muertos y más de cincuenta heridos, sin contar los que pudo haber el otro día si no llegan a detectar al doceañero de la mochila. Qué barbaridad. Y lo que te rondaré, morena. ¿Hasta cuándo llegarán a tener los rusos suficientes embajadores en Turquía y en el resto de las zonas calientes del planeta para pagar con su vida la hecatombe de Alepo? ¿Y hasta cuando podrán los colonos judíos, okupas de Jerusalem, seguir chantajeando a su propio gobierno para proporcionar una coartada suficiente a Benjamín Netanyahu para seguir manteniendo su política agresiva? Y cuando, en enero, entre Trump en escena ¿hasta dónde va a llegar esto?

Y nosotros mientras, venga a comer turrón, mantecados y polvorones y venga a beber anís y champán y sidra El Gaitero. Y la glucemia en sangre, por las nubes. Y a mirarnos el ombligo mientras cantamos villancicos bordes como los gitanos: A la dueña de esta casa / Dios le dé salud y pesetas / y a la vecina de en frente, / sabañones en las tetas. / Ande, ande, ande / la Mari Morena,/ ande, ande, ande, / que es la Nochebuena… y otras letras de las que le gustarían al Espirimán ese, que tanto por saco nos está dando: Y pa todos los granaínos / diez hospitales completos / por lo menos… / pa curar los sabañones de las tetas / a la vecina de enfrente, / la de la costa norte del Mediterráneo Sur, / con lo que pican los sabañones / en invierno, con el frío, / los puñeteros… Y a pasarlo bien en estas Fiestas de Invierno.

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