A la vista del escenario político en el Viejo Continente, el año 2017 podría parecer un campo minado para el inversor.

Euroescépticos como Le Pen en Francia o Wilders en Holanda no dejan de sumar apoyos y resultan cada vez más amenazadores de cara a las próximas elecciones de marzo en Holanda y de mayo en Francia. Con Alemania en el punto de mira (elecciones en octubre), el inminente inicio de negociaciones para el Brexit y los malabares de Grecia con su deuda, el “riesgo político” de Europa está hoy por hoy en boca de todos y no es extraño oír a los más alarmistas abogar por la huida en desbandada de la zona euro. ¿Con razón?
Haría falta una bola de cristal para saber con certeza qué es lo que pasará en los próximos meses. No solo en cuanto a los resultados electorales de estos tres pesos pesados de la zona euro (entre los tres aportan la mitad del PIB, el conjunto de bienes y servicios producidos en la zona), sino también y sobre todo en cuanto a la reacción del mercado a los eventuales resultados de las urnas.
En el corto plazo, el rally alcista de la Bolsa de Nueva York iniciado, contra todo pronóstico, tras la elección de Donald Trump nos sirve de recordatorio de que el mercado sabe mantener la cabeza fría. Y en el largo plazo, siempre serán los fundamentales de una economía – y no los caprichos de uno u otro candidato – los que determinen el rumbo de una inversión.
No deje pues que el árbol le impida ver el bosque. En efecto, creemos que sería un error desechar la zona euro en bloque. Ni los atentados terroristas, ni los riesgos políticos mencionados han evitado que la eurozona cierre el cuarto trimestre de 2016 pisando el acelerador o que la confianza del consumidor europeo se sitúe cerca de sus máximos del último lustro.
Dicho esto, conviene ser muy selectivo en sus inversiones. El mercado de deuda en euros es, efectivamente, vulnerable a estos riesgos (subida de la prima de riesgo, caída del euro…). Pero ello no es óbice para aprovechar las oportunidades que se presentan en algunas acciones europeas individuales, máxime en momentos en que los inversores más epidérmicos se dejan llevar por los nervios y dan la espalda a la Bolsa europea.
Para una estrategia de inversión a largo plazo y debidamente diversificada como la que seguimos en OCU Inversiones, cuando se trata de acciones baratas con riesgo limitado (con un coeficiente de riesgo no superior a 3), nuestro consejo es de compra. Una estrategia que nos ha permitido obtener, sin asumir riesgos excesivos, un rendimiento medio de casi el 14% anual en los últimos 27 años.
Así pues, tras despedirnos – o reducir el peso – de aquellas acciones que consideramos que ya han dado lo mejor de sí mismas (dos americanas y una británica), damos la bienvenida a nuestra cartera modelo de acciones a dos recién llegadas, precisamente dos compañías francesas: la aseguradora AXA y la compañía de energía y servicios públicos Engie (vea los últimos cambios propuestos).
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