ZAPLANA por Juan Alfredo Bellón para EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 07-05-2017

Hace ahora más de quince años (y parece que fue ayer) cuando los medios cazaron a Eduardo Zaplana alardeando de estar en política por el interés material personal, id est para forrarse de pasta y dejarse de pollas, como dice la gente popular granadina. Hasta aquel entonces, ningún personaje político de ámbito nacional se había atrevido a servirse del cinismo para explicar públicamente los motivos de su dedicación al servicio de los demás, que pasaban por ser te doy para que me des o simplemente dame cuanto más mejor y por mi bella cara.

Lo bueno en aquella época -para los corruptos y para los afanadores- es que siempre les quedaría Bruselas, como a los amantes de Casablanca siempre les quedaba París, y no fueron pocos quienes se retiraron a las canonjías europeas, viendo las duras venir y antes de que se les endurecieran las maduras, como hizo Eduardao Zaplana, antiguo factotum del PP Valenciano, entonces ya convertido en PP del Reino de Valencia, todo un ejemplo a seguir por más de un postzaplanista que dejó varada y sin salida a Rita Barberá hasta provocarle el ataque de ansia que se la llevó por adelante en un tiempo record, para no decir nada del señot Camps.

Algo precido le ha ocurrido hoy al consorte real, prícipe Felipe y Duque de Edimburgo, de (por ahora) solo 95 años que, tras la emisión de un anuncio de evento importante por parte de la Casa Real Britanica, se ha descolgado comunicando su dimisión, para el próximo otoño, de la vida oficial activa y ha tranquilizado a los paparazzi que ya contaban con la abdicación de la reina Isabel o, incluso, con la del príncipe Carlos… Estas son cosas que nunca veremos en España donde la Familia Real no ha practicado ni mucho menos la selección genética y goza tan solo de una buena salud borbónica que aún lleva la fortaleza añadida, en sus genes, de la Casa Real Griega, que por poco no es ni europea…

El caso es que aquí en Madrid y en Barcelona, en el teatro, se sueña hoy con situaciones hipotéticas de 2037 cuando la actriz dramática Carmen Machí, convertida en monja pintora, se ofrece a dejar en el Museo del Prado una copia original suya de Las Meninas, cuando hubieran tenido que ser subastadas por el Gobierno de turno para atender a la deuda nacional pública generada por la cuenta en contra de la corrupción durante estos alegres años de comienzo de siglo XXI. ¡Vaya lo rentables que son las historias supuestas del tipo del Ministerio del Tiempo! A pesar de lo fácil que resulta esperar a que ese tiempo transcurra, sentado espero, estilo Rajoy, y así las cosas, aparentemente embarulladas, se desembarullarán asombrosamente a la gallega, como el pulpo a feira, cocinado en las zahúrdas de la alcaldesa Botella, que si ella llega a saber por dónde le iba a salir el caprichito muncipal, también se habría pedido irse a Bruselas, con Esteban González Pons y otros ex aznaristas de pro, a comer chocolate y a vestir moda informal de Titin y Milú y a aprender la soflama verbal de los insultos del Capitán Haddock.

En cuanto a lo que concierne a estas tierras del Sur, tan castigadas por la aplicación parcial del Concierto Vasco, habrá que poner en tela de juicio la aparente subida del empleo en Semana Santa, por lo engañoso de todo lo relacionado con las cosas de Dios y por lo injusto de las nuevas contrataciones, para no mencionar la inquina de los ámbitos centralistas madileños y sevillanos con la instancia granadina (Granada será mi cruz, era el lema de san Juan de Dios, Juanillo el Loco) que no hace sino recibir desafecciones por tierra, mar y AVE; por demarcación jurisprudencial y por ámbito circunvalatorio por doquier al no haberse quedado con ningún contrapeso institucional autonómico de cierta entidad, lo digo por la celeridad y alegría con que le salen los agravios comparativos a Granada; prueba del nueve de que agravios haylos, como las meigas. A lo que habrá que añadir, como lo hacen los principales comentaristas políticos: todo va a depender del resultado de las elecciones francesas y de que venza Le Pen o Macron. ¿Por qué? Depende de quién es quién y para qué en esa extraña pareja.

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