La prima para las jugadoras del Atlético por ganar la Liga es de 54 euros por cabeza; los del Real Madrid se embolsan 300.000

4 euros por cabeza. Si se reparten los 1.352,28 euros de premio, que estipula la Federación Española de Fútbol por ganar la Liga Iberdrola femenina, las jugadoras del Atlético de Madrid, que han sido las vencedoras, van a salir a ese dinero que no les da ni para una cena en un buen restaurante.

Así es la vida después de 30 jornadas de Liga en las que el Atlético no perdió ningún partido, marcó 91 goles y hasta el último día mantuvo un duelo durísimo con el Barcelona. Pero todo eso es parte del romanticismo del fútbol femenino, cuyas cifras no se pueden comparar de ninguna manera a las del masculino: ese mismo título de Liga tiene un premio superior a los 300.000 euros por cabeza para cada jugador del Real Madrid en la Liga Santander que subirán más del doble si ganan la Champions League en Cardiff, según el sistema de primas establecido por el club del Bernabéu.

Pero así es la vida del fútbol femenino. Otra historia que sólo admite comparación en el esfuerzo de las jugadoras del Atlético, fundado en 2001, puesto que los medios para llegar al triunfo son totalmente distintos. Nadie se imaginaría a Cristiano Ronaldo o a Isco pidiendo permiso para faltar una mañana de martes o miércoles en un entrenamiento para ir a un examen.

Campeonas y estudiantes

Sin embargo, eso es habitual en el día a día del Atlético femenino, donde Amanda Sampedro, la capitana, estudia fisioterapia después de haber probado en periodismo. O Silvia Meseguer, a la que se apoda ‘Mesi’ y a la que le quedan dos asignaturas para terminar Medicina y que estaba deseando terminar la Liga “para centrarme de verdad en los exámenes”.

Y no son excepcionales, porque, a día de hoy, no hay ninguna jugadora del Atlético de Madrid que no estudie. Hasta Natalia Astrain, la segunda entrenadora de Ángel Villacampa, está licenciada en Historia del Arte. Pero ese es el trasfondo del fútbol femenino, que a duras penas da para reunir un sueldo. Por eso ser mujer y campeona de Liga aún no es una profesión.

Ni siquiera el hecho de que haya paralelismos con los hombres y de que en el caso de las jugadoras del Atlético desarrollen su actividad en las mismas instalaciones que el equipo masculino; su estado sea supervisado por un preparador físico y hasta su menú confeccionado por un nutricionista, ni siquiera esas exigencias les dan para vivir y para pagar la hipoteca de un piso de dos o tres dormitorios.

La frontera, por lo tanto, es enorme entre hombres y mujeres. La única sensación es que se está reduciendo, porque ni Amanda Sampedro ni Silvia Meseguer ni Lola Gallardo, la guardameta, podían imaginar hace años que los propios jugadores profesionales del Atlético les hiciesen pasillo para ovacionarles con la grada del Calderón de testigo. Ni eso ni que el estadio en el que juegan en Majadahonda, el Cerro del Espino, con capacidad para 3.300 espectadores, se llenase hasta los topes en el último partido. De ahí que las jugadoras se queden con esos recuerdos que incitan a soñar por encima de esos 54 euros con los que la Federación Española de Fútbol les traslada a la vida real. La siguiente estación continúa ahora, para ellas, con los exámenes de junio, porque hay que buscar formas de ganarse la vida en el futuro.

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