Hace unos días en IDEAL Manuel Montero escribía sobre la feria del Corpus de hace un siglo y en su artículo decía que “las celebraciones públicas de hace cien años tenían mayor intensidad que actualmente y la fiesta principal de la ciudad cambiaba por completo la vida urbana, en un grado mucho mayor que hoy”.

“La evocación histórica permite entender el origen de las costumbres actuales. No se trata de imaginar que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino de entender las transformaciones en la vida social”. “La fiesta ha perdido el empaque tradicional, que la vinculaba a determinadas fechas o celebraciones”.

Y yo pienso que eso es generalizable a todos los lugares. Cuando los de mi generación éramos niños, las fiestas suponían el cambio total de una rutina y la llegada de nuevos elementos que rompían la monotonía de los días. Las fiestas se celebraban en el centro del pueblo y en un entorno de respeto, se compatibilizaban las mesas de los bares y la música de las verbenas con el descanso de los vecinos que comprendíamos que sólo eran unos días y pasaban rápido………

Hoy quizá, la “vulgarización” de las fiestas y celebraciones continuadas, incluyendo botellones incívicos, ha provocado un hartazgo en la población y el fin de esta tolerancia.

En la fotografía, plano del ferial escala 1:200, cuando este ocupaba el paseo de Santa Ana.

 

Curiosidades elvirenses.

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