Once de la mañana. A pesar de que los pronósticos meteorológicos apuntaban que ayer luciría el sol y los cielos estarían despejados, unas nubes negras se fueron aposentando poco a poco sobre las cabezas de los granadinos. ¿Por fin la ansiada lluvia? Pues no. Desgraciadamente no. La temporada de eliminación de rastrojos ya ha comenzado. Muchos agricultores se afanan ya en prender la biomasa con la siembra a la vuelta de la esquina y, como consecuencia de ello, los humos se dispersan en función de la dirección y la intensidad del viento.

Sucedió este martes –el ‘fenómeno’ se prolongó durante unas dos horas, entre la once y la una– y ocurrirá en las próximas semanas. Sobre todo a partir del 15 de octubre, cuando acabe la época de ‘riesgo alto’ de incendio, y sí esté permitido hacer fuego en los municipios que estén dentro de la ‘zona de peligro’ o en parajes que estén a menos de cuatrocientos metros de una ‘zona de influencia forestal’ –en el caso de la Vega, la franja de cuatrocientos metros que rodea las riberas de los ríos–.

En estos últimos casos, siempre con el visto bueno previo de la Junta.

¿Cuántos habrá? Resulta difícil de saber a ciencia cierta, pero sí se pueden estimar. El año pasado se contabilizaron 855 permisos sólo en las veinticinco localidades del cinturón metropolitano enclavadas cerca de zonas forestales, una cifra que, según Medio Ambiente, se podría multiplicar incluso por tres si englobamos todas las poblaciones donde no se precisa ningún placet de la administración porque están alejadas de los bosques. Es el caso de Huétor Vega, Armilla, Churriana de la Vega, Santa Fe, Maracena, Pulianas o Jun.Más de 2.000 quemas, en cualquier caso. Estas mismas fuentes de la Consejería señalan que en 2016 se computaron un total de 7.650 autorizaciones y 1.258 comunicaciones de igniciones con fines agrícolas en el conjunto de la provincia.

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