La primera persona que me alertó sobre las diferencias políticas y simbólicas que existían entre las fechas del 4 de diciembre (77) y la del 28 de febrero (80) se llamaba Carlos Cano. Les cuento.

Meses después de la batalla del referéndum andaluz que nos había dejado un sabor agridulce por lo de Jaén y Almería, donde no se logró superar el 50% de los síes, le pedí al amigo, cantante, músico y poeta granadino que nos compusiese una sintonía para el Informativo Andaluz de la SER que dirigí entre 1979 y 1987. Aquel informativo regional, pionero en la vertebración informativa de Andalucía –Premio Ondas 1981– fue considerado por la UCD como uno de los altavoces más destacados en la batalla del referéndum a favor del sí, algo sobre lo que las familias Fontán Pérez y Garrigues -dueños de la SER- tuvieron que dar muchas explicaciones a Moncloa por aquel entonces.

Durante una noche entera, cerca del Aeropuerto San Pablo, en un estudio de grabación propiedad de una productora denominada Pañoleta Records, Carlos Cano y sus músicos interpretaron una y mil veces aquella original composición que en solo unos días serviría para despertar informativamente a los andaluces desde las emisoras “propias y asociadas” de la SER en Andalucía.

Fue al terminar la maratoniana sesión,  cuando Carlos dio por buena las dos últimas grabaciones, que se me ocurrió preguntarle por el nombre que quería darle a aquella composición musical que sugería o recordaba una señal de llamada desde lo más alto de la Giralda. Cano se quedó pensativo, como buscando en una maraña de nombres que no acababan de convencerle. Fue cuando le solté: “¿y por qué no le ponemos ‘28 de febrero’?

Como si hubiese activado un resorte, en décimas de segundo, Carlos Cano me espetó: “ni hablar, se va a llamar ‘4 de diciembre’, lo tengo claro”.

La manifestación del 4 de diciembre del año 77,  impulsada desde la sociedad civil y organizada por casi todas las fuerzas políticas de la época, supuso el verdadero arranque de la lucha por la autonomía andaluza.

Como indicaba al arranque del artículo fue la primera vez en la que pude reflexionar con cierta perspectiva sobre las diferencias reales, desde el punto de vista político y sociológico, entre dos acontecimientos entonces recientes que marcaron la historia del proceso autonómico andaluz.

La manifestación del 4 de diciembre del año 77,  impulsada desde la sociedad civil que quería autonomía y organizada por casi todas las fuerzas políticas de la época, supuso el verdadero arranque de la lucha por la autonomía andaluza. La manifestación de Sevilla, la más importante por número de asistentes y con la extrema derecha atacando desde los balcones de Filella, estuvo presidida por la bandera que fue de Blas Infante, portada por una docena de críos, hoy una pieza de museo muy visitada en la casa museo del Padre de la Patria  en Coria.  Para Carlos Cano lo del 4 de diciembre fue el verdadero despertar del pueblo andaluz, mientras que el 28F fue la consecuencia de aquella explosión social, un trámite importante sí, pero trámite al fin y al cabo que, envuelto posteriormente en papel de regalo, quedó convertido oficialmente en el Día de Andalucía.

De hecho, muy poco después de la explosión callejera en la que se derramó la sangre de García Caparros en Málaga, la fecha del 4 de diciembre del 77 fue capitalizada casi en solitario por el andalucismo, especialmente a través del PSA, luego el PA. Mientras, el PSOE-A, se aferraba casi en solitario a la fecha del 28F en sus primeros intentos por capitalizar para sus intereses políticos el haber logrado la autonomía del 151 para Andalucía, entre otras cosas porque la derecha su abstuvo o votó en contra y así le fue hasta hoy. De hecho, esa es la idea que Susana Díaz está transmitiendo sin complejos de ninguna clase a la sociedad andaluza contemporánea.

La presidenta de la Junta ha considerado oportuno ceñirse la blanquiverde como hizo Escuredo y, de paso, hacer suyo prácticamente todo el argumentario y simbología que el andalucismo mantuvo mientras sobrevivió, hasta sufrir el abrazo del oso socialista gobernando en la Junta y que supuso el principio del fin del andalucismo político.

Así, lo último que ha hecho Susana Díaz ha sido reivindicar la fecha del 4 de diciembre, decorándola también en esta ocasión con las correspondientes pinturas de guerra. Es la primera vez desde 1977 ­–que este cronista recuerde– que el PSOE otorga al 4D estatus de fecha a tener en cuenta en la historia del proceso autonómico andaluz.

Hay sin embargo un detalle que no debiera pasar desapercibido para la Sra. Díaz. Su partido, el PSOE, no es en la actualidad el mismo que lideraron Felipe González y Alfonso Guerra en los 80.

La presidenta andaluza, en esta ocasión, sabe perfectamente que pase lo que pase en Cataluña el dos de octubre por la mañana, Andalucía puede resultar afectada mucho o poco, dependerá de lo que seamos capaces de gritar, porque habrá llegado la hora del dinero, del reparto y de un nuevo parto constitucional en España.

Y es por esta razón por la que ha invitado en sede parlamentaria a la unidad de todas las fuerzas políticas, como hace 40 años. Buena oportunidad, por cierto, para comprobar si Moreno Bonilla se ha jubilado del Senado para dedicarse a trabajar más y mejor desde la oposición como ha justificado.

Hay sin embargo un detalle que no debiera pasar desapercibido para la Sra. Díaz. Su partido, el PSOE, no es en la actualidad el mismo que lideraron Felipe González y Alfonso Guerra en los 80. Ni el PSOE de Andalucía es visto como parte integrante del conglomerado federal del partido. Cada día que pasa el PSOE-A se asemeja más, salvando las distancias, al andalucismo que presumía de no depender de ningún comité central en Madrid y de no ser ni de izquierdas ni de derechas, solo andaluces, o lo que es lo mismo, nacionalistas sureños.

Si realmente la presidenta está preocupada – como todos – por la resultante económica para la solidaridad interterritorial tras el estallido catalán, lo primero que debiera haber hecho es hacerse una foto con su Secretario General, Pedro Sánchez, y lograr trasladar el mensaje de que el PSOE está en las mismas coordenadas de defensa de los intereses andaluces que su presidenta y el PSOE-A. Ese ha sido el error de Susana Díaz, no abrir una brecha de dialogo en esa misma muralla que ella ha culminado en Despeñaperros desde las primarias que acabó perdiendo estrepitosamente en mayo.

Pedir unidad aquí, agarrándose al simbolismo de una fecha de lucha, maldita hasta ahora para la oficialidad socialista, y no haber resuelto sus diferencias con la dirección federal del PSOE, es un brindis al sol. O como me dijo aquella madrugada el inolvidable Carlos Cano, “ Pepe, el 28F es el 4D, pero con mucho celofán y con el lacito muy, muy apretao”.

*Pepe Fernández es Periodista. Director de Confidencial Andaluz

@Pepe_Fdez

FOTO: La bandera de Blas Infante encabezó la manifestación de Sevilla el 4 de diciembre de 1977.

 

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