Obviemos ‘procés’. También DUI, referéndum, independentismo, bandera. Secesión y sedición. Demasiadas palabras para una misma cosa. Vayamos a las otras palabras del año, que también son los otros temas, porque hay vida más allá.

Este año se sumaron a la conversación global términos nuevos, nacidos de la suma de palabras viejas. Los más sonados fueron Bitcoin y Turismofobia (devenida de la «turistificación»). Ambos son conceptos que alteran la naturaleza de nuestras finanzas y de nuestras ciudades, aunque sigan siendo un misterio para muchos. La misma oscuridad rodea a la Neutralidad de la red, esa que hemos empezado a perder pero que aún no echamos de menos. Junto a las palabras nuevas floreció también una nueva manera de unirlas: el hilo. Hasta Twitter se plegó a finales de año para facilitar la creación de estas cadenetas de texto.

En 2017 murió el ‘jarrl’, pero se extendió el ‘cancaneo’ y el ‘terraceo’, sin embargo, fueron otros dos vocablos los que se alzaron sobre todos los demás. Dos términos normales, de siempre. Dos palabras con su definición en la RAE y su etimología que han tomado impulso y pueden cambiar el mundo.

Para mal lo hará el Bulo, que con sus trols, sus bots, sus fake news y cerrar  sus injerencias busca lo que siempre ha hecho la mentira, sembrar el caos.

Para bien, seguirá cambiando el mundo el Feminismo, que busca con más fuerza y nuevos altavoces lo que siempre ha hecho, sembrar una verdad muy simple: todos somos iguales.

 

¡Feliz y feminista 2018!

 

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