La gripe lleva persiguiendo al ser humano desde hace siglos

En el espacio ‘Así dicen los documentos’ de Hoy por Hoy Cuenca, su coordinadora Almudena Serrano, directora del Archivo Histórico Provincial de Cuenca, nos ha comentado aspectos de la célebre gripe que hoy continúa causando expectación y cierto temor, aunque nada comparado con las consecuencias que tuvo sobre la salud del ser humano en años pasados.

‘Así dicen los documentos’ en Hoy por Hoy Cuenca. / Paco Auñón

Las guerras, el hambre y las epidemias fueron como jinetes del apocalipsis cuando la esperanza de vida era muy corta y, lo que era peor, que solían acompañarse uno a otro, con consecuencias devastadoras para la población. Una de aquellas graves epidemias fue la gripe. Como ejemplo, veremos cómo afectó y qué medidas se tomaron en un pueblo de Cuenca, en Tarancón.

Muchas enfermedades fueron las grandes asesinas del pasado, sobre todo, las enfermedades infecto-contagiosas que tuvieron un papel preponderante en la morbilidad y mortalidad ordinaria hasta finales del siglo XIX.

A finales del siglo XIX es cuando comienzan a descubrirse remedios para estas catástrofes sanitarias. La progresiva disminución de aquella mortalidad tuvo lugar con el científico Louis Pasteur, en el año 1870. Gracias a sus descubrimientos llegaron innovaciones importantes, como el desarrollo de las vacunas, los antibióticos, la higiene y esterilización como los más eficaces métodos en la cura y prevención contra la propagación de las enfermedades infecciosas.

Hasta el siglo XX, la cuarentena fue reconocida como lo más eficaz para evitar contagios en enfermedades como la peste, el tifus, la viruela, el cólera, la fiebre amarilla y la fiebre recurrente.

En la Historia de la Medicina existen muchas curiosidades, por ejemplo, las observaciones que hizo sobre la relación entre el clima y las enfermedades, ya en el siglo XVI, el doctor Juan Huarte de san Juan, en su obra Examen de ingenios para las ciencias, vio que la naturaleza distribuía el frío, el calor, la sequedad y la humedad, y que una población no era igual a otra, que cada una tenía unos modos de vida diferentes, sin duda, determinados por el clima:

‘Si los hombres fuéramos todos templados y viviéramos en regiones templadas y usásemos los alimentos templados (…) tuviéramos unos mismos conceptos, unos mismos apetitos y antojos (…) Pero viviendo como vivimos en regiones destempladas y con tantos desórdenes en el comer y en el beber, con tantas pasiones y cuidados del ánima y tan continuas alteraciones del cielo, no es posible dejar de estar enfermos o, por lo menos, destemplados’.

La gripe

Según quienes han estudiado la historia de la gripe, esta enfermedad, altamente contagiosa, parece que afectó al ser humano desde antiguo. Según Hipócrates, considerado el padre de la Medicina, ya sabemos que existían estas enfermedades respiratorias y, durante la Edad Media, alguna epidemia de esta clase fue atribuida a la influencia de las estrellas.

Sobre el nombre actual de esta enfermedad, no podemos irnos más allá del siglo XVIII, en que los franceses llamaron a la enfermedad la gripe. Tenemos un testimonio del siglo XVI, en concreto, del año 1562, en que se describen las principales características de lo que posteriormente hemos conocido como gripe, y que recogió en uno de sus artículos Guadalupe Ayora:

‘Inmediatamente que la reina llegó aquí, ella cayó con una nueva enfermedad que es común en este pueblo, la cual pasó a toda su corte, ya sean estos lords, ladies o damiselas, o ya sean ingleses o franceses. Es una plaga en sus cabezas y dolor en sus estómagos, con una gran tos, que en algunos permanece por más tiempo que en otros, mientras encuentra cuerpos aptos para desarrollarse. La reina estuvo en cama por seis días. No hubo peligro, no muchos murieron por la enfermedad, excepto algunos amigos ancianos’.

Y durante todos estos siglos no hubo remedio hasta los descubrimientos que ya hemos mencionado de finales del siglo XIX. Los avances científicos no llegaron hasta hace poco más de siglo y medio, siendo a partir de aquí cuando se empezó a tener conciencia de que todas estas enfermedades se podían evitar. Sin embargo, la sociedad mantenía una carga que costaría salvar, como fue el analfabetismo y el saneamiento de viviendas y lugares de trabajo. Los hacinamientos en las casas fueron factores determinantes para el progresivo contagio de enfermedades, unido a la escasez de higiene, que, poco a poco, afortunadamente, se fue imponiendo.

La gripe española

Aunque desde finales del siglo XIX hasta el siglo XX ha habido tres pandemias importantes de gripe que ocurrieron desde 1889 hasta 1957, la más célebre, sin duda, fue la gripe española de 1918. Esta epidemia fue la última gran gripe a nivel global, es decir, una pandemia. En el desarrollo de aquella epidemia de gripe influyó considerablemente el desarrollo de los transportes y el desplazamiento del ser humano de un lugar a otro, sobre todo, durante las épocas de guerras, convirtiéndose en un elemento fundamental de propagación de enfermedades.

En la rapidez de la propagación y contagio de aquella gran última epidemia de gripe tuvo mucho que ver la I Guerra Mundial. La epidemia fue mundial porque se transmitió muy eficazmente a través del ejército durante la Gran Guerra, como sucedió antes. Sin embargo, el aspecto novedoso de aquella ocasión fue que los medios de transporte eran mucho más rápidos y movían a mucha más gente. Sólo tenemos que pensar en los ferrocarriles y los barcos de vapor, y teniendo en cuenta que en la I Guerra Mundial las potencias enfrentadas tenían colonias por todo el mundo prácticamente, la expansión, lógicamente, fue mundial.

Sobre la gente que pudo llegar a morir en aquella pandemia, los cálculos son muy imprecisos porque no todos los países contaban con registros de fallecidos por esta causa. Se manejan cifras que van desde los 25 hasta los 200 millones de muertos. Pero no debemos olvidar que hubo muchos infectados que no murieron.

La gripe en España

Ya hemos mencionado algo sobre la deficiencia de la higiene en pueblos y ciudades y, como consecuencia, el fácil contagio de las enfermedades. Y, por supuesto, esto fue imprescindible con los contagios de la gripe: el mal estado del urbanismo, la falta de saneamiento y el hacinamiento de las viviendas, ayudado muy eficazmente por la mala alimentación, sin duda, permitieron que un elevado índice de morbilidad.

Nuestro país fue uno de los que más sufrió las consecuencias de la gripe, unos 8 millones de personas fueron infectadas, de las que hubo unas 300.000 muertes, que se ha estimado en el 1% de la población española.

Para el estudio de aquellos años, no sólo contamos con la importante información que nos trasladan los documentos, sino que, además, contamos con la prensa y las noticias que en ella se recogían sobre aquellos episodios de grave epidemia.

La gripe en Tarancón

Como ejemplo, tenemos el caso de Tarancón, recientemente estudiado y publicado, en que la Junta Municipal de Sanidad tomó varias medidas, que, por otra parte, eran las que se aconsejaban en estas situaciones.

Veamos cuáles fueron y cómo se determinaron el 24 de febrero de 1914. Lo primer que se hizo fue:

-Declarar en la localidad el estado endémico gripal y comunicar la situación sanitaria al Gobernador Civil y al Inspector provincial de Sanidad.

En segundo lugar, se ordenó:

-Tener provisión del suero necesario y procurar el aislamiento.

-Que la Inspección provincial de Sanidad diese publicidad en el Boletín Oficial.

-Y, por supuesto, facilitar información diaria a los vecinos acerca de cómo transcurría la enfermedad.

En la sesión extraordinaria de la Junta Local de Sanidad, que tuvo lugar el día 17 de marzo de 1925, se dijo lo siguiente: ‘Se da cuenta de haberse presentado en esta ciudad numerosos casos de gripe con carácter benigno hasta la fecha. Se da cuenta de haber trasladado este oficio al Sr. Gobernador Civil de esta provincia y de haberse tomado las medidas de urgencia necesarias para prevenir y evitar la difusión de la epidemia’.

El Inspector de Sanidad certificó que la epidemia era benigna: ‘Manifiesta que según puede deducir de la visita practicada a esta ciudad y de los antecedentes suministrados por los señores facultativos de la misma (…) por ahora, la epidemia de gripe tiene caracteres benignos, siendo a su juicio muy acertadas las medidas y precauciones llevadas a cabo para combatirla’.

Parece que el día 23 de marzo de 1925 se dio procedió a ‘declarar su extinción’.

Además, a nivel estatal, hubo propuestas legislativas, como la Ley de Epidemias, del año 1914, que no se concretaron, aunque tras la gran epidemia del año 1918 hubo propuestas como el Real Decreto de 23 de enero del año 1919 sobre prevención de enfermedades contagiosas, o el proyecto de ley sobre profilaxis pública de este tipo de enfermedades que se presentó en el año 1922.

Según se dijo en aquellos años, ‘el ideal de la ciencia sanitaria’ tendría que ser ‘la extinción poco a poco de las enfermedades evitables’ dado que la ciencia ya había descubierto ‘medios seguros de prevenirlas’.

Y se puso de manifiesto, por supuesto, que los profesionales estuviesen formados en las nuevas técnicas sobre microbiología y parasitología. En definitiva, que había que modernizar la Sanidad española que andaba algo retrasada al resto de Europa y con importantes retos que acometer. Y en eso se empeño nuestro país en los años sucesivos. Hasta llegar a hoy, hemos conseguido uno de los mejores sistemas sanitarios con excelentes profesionales.

http://cadenaser.com/emisora/2018/01/04/ser_cuenca/1515079214_303605.html

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