La preferencia por tener hijos varones, que conduce a abortos selectivos de fetos femeninos, ha provocado que el país tenga 63 millones menos de mujeres de las que debería tener

En 1990 el economista indio Amartya Sen, que ganaría el Nobel pocos años después, empezó a hablar de las missing women, las mujeres que faltan en el mundo. Mujeres que nunca nacieron por ser mujeres. Mujeres que, por serlo, murieron por los malos cuidados que recibieron en sus primeros años de vida. Mujeres que nunca fueron queridas. Sen situó esa cifra en 100 millones en todo el mundo, sólo en India casi 40. Ahora, por primera vez, el gobierno de ese país ha actualizado el dato: 63. India tiene 63 millones de mujeres menos de las que debería tener.

El cálculo aparece en el último estudio económico anual del país, presentado esta semana en Nueva Delhi por el principal asesor económico del Ejecutivo, Arvind Subramanian. La razón detrás de ese dato: la preferencia por hijos varones, que conduce a abortos selectivos de fetos femeninos, peores cuidados médicos, negligencias y mala alimentación de las niñas durante su infancia. Según el informe, cada año dos millones de mujeres «desaparecen» por estas causas, un dato similar al que ya estimaban organizaciones como ActionAid, que lleva tiempo denunciando que cada día mueren cerca de 7.000 niñas antes de cumplir los seis años.

«El desafío del género es de larga tradición, probablemente haya que remontarse milenios, por lo que todas las partes son colectivamente responsables de su solución», se lee en el documento. «India debe enfrentarse a la preferencia social por los hijos».

En India, los hijos son bienvenidos al nacer porque heredarán el nombre familiar y las propiedades, porque trabajarán y traerán ingresos y porque, finalmente, cuidarán de sus padres en su vejez. Su pervivencia es prioritaria porque de ella dependerá la familia. Así se entiende.

Ellas, en cambio, llegan al mundo arrastrando una culpa innata que las lastrará durante el resto de su vida. Son vistas como una carga familiar que abandonará el nido en cuanto se case (para irse a vivir a casa del marido, con él y con su familia), una carga económica por la que habrá que pagar una dote matrimonial, una carga que no mantendrá ni siquiera el apellido.

Esta discriminación se traduce, primero, en abortos selectivos -los conocidos feticidios femeninos-, a pesar de que desde 1994 están castigadas las pruebas para saber el sexo del feto durante el embarazo. Una vez nacida, la infancia de una niña se verá marcada con peores cuidados médicos que sus hermanos, peor alimentación, menos educación y una presión constante alrededor del matrimonio y el pago del mismo.

Así se explica que el abandono escolar femenino duplique al masculino y que los suicidios sean la principal causa de muerte entre las jóvenes indias (en gran parte, por motivos relacionados con los casamientos). El estudio anual del gobierno, no obstante, reconoce que el país ha mejorado en muchos indicadores de género, como la educación y el empoderamiento de las mujeres en el hogar y en la sociedad.

La proporción de sexos, muy desequilibrada

La preferencia por hijos varones ha provocado, según el estudio, que en India haya 21 millones de niñas «no deseadas», es decir, niñas que nacieron porque sus padres seguían reproduciéndose en busca de un niño. «Las familias donde nace un niño tienen más probabilidades de dejar de tener hijos que las familias donde nace una niña. Esto sugiere que los padres emplean «reglas de detención»: tener hijos hasta que nazca un niño y dejar de hacerlo después», señala el informe.

La proporción natural de sexos al nacer es de 1.050 hombres por cada mil mujeres. En India, la cifra masculina asciende a 1.108, de acuerdo a datos de 2014. Ya en el censo nacional de 2011 se indicaba que en este país hay 7,1 millones menos de niñas que de niños (entre los 0 y los 6 años). «Sabemos que la proporción de sexos en India es muy desequilibrada», dijo Subramanian al presentar el último estudio.

Entre las conclusiones del informe, destaca también la desmitificación de una creencia popular que asocia el desarrollo (y lo urbano) a un menor desequilibrio en la proporción de sexos. El estudio, que compara la evolución de las últimas tres décadas, señala que, a pesar de que algunos estados indios se han desarrollado más que otros, la ratio en aquellos sigue siendo muy desfavorables para las mujeres. Por ejemplo, en Haryana o Punjab, dos de los más ricos, el desequilibrio es de cerca de 1.200 hombres por cada mil mujeres. «Los estados del interior se están quedando atrás».

El informe dice que los estados del noreste son «un modelo para el resto del país» porque «superan consistentemente a los demás y no porque sean más ricos». El autor se sorprende de que algunos estados del sur, como Andhra Pradesh o Tamil Nadu, «presenten peores resultados de lo que sugieren sus niveles de desarrollo». Concluye, por tanto, que «el desarrollo no ha demostrado ser un antídoto» contra la preferencia por los hijos varones, algo sobre lo que la sociedad india «necesita reflexionar al máximo».

Existe en India una excepción a todo lo anterior. Meghalaya, un estado al noreste del país. El estado que menos desequilibrio presenta en la ratio de sexo, incluso por debajo de la media global de 1.050, según el estudio citado. Ocurre que allí las principales comunidades de la región se rigen por sistemas matrilineales. Aunque siguen siendo modelos patriarcales en los que el hombre ostenta el poder político, son las mujeres las que heredan la gestión de las propiedades familiares. El linaje de sus clanes corre a través de ellas. La novia, que elige a su pareja, no se muda a casa del marido tras la boda ni se realiza el pago de la dote. Las viudas no son estigmatizadas. No hay abortos selectivos ni un abandono escolar femenino desmesurado. Los padres, de hecho, buscan tener hijas y no cesan hasta que el bebé es una niña.

«Si vas a cualquier pueblo del resto de India, verás que no se plantea otra alternativa al patriarcado, que no hay otro sistema porque siempre ha sido así. Pero hay que decir que no: hay un sistema, que es el matrilineal, en el que las mujeres se pueden convertir en las custodias de la propiedad, adquirir derechos y ser respetadas. No es perfecto pero es un sistema que es favorable a la mujer y que puede contrarrestar al patriarcado», afirma a este diario Manorama Sharma, historiadora de la universidad NEHU de Meghalaya, que ha trabajado ampliamente los sistemas matrilineales de ese estado.

En 2011, el entonces primer ministro indio, Manmohan Singh, se refirió a los abortos selectivos de fetos femeninos como una «vergüenza nacional» y llamó a su país a iniciar una «cruzada» contra esta lacra. Su sucesor y actual en el cargo, Narendra Modi, se ha pronunciado en varias ocasiones en el mismo sentido y ha lanzado campañas para que padres y madres eduquen por igual a sus hijos e hijas. La más conocida es Beti Bachao, Beti Padhao (2015). El estudio anual reconoce que esos programas van en la buena dirección, pero pide un mayor compromiso. El mismo, dice, que el gobierno dedica a facilitar los negocios y la inversión extranjera en el país.

http://www.elmundo.es/internacional/2018/01/31/5a71c775468aeba7018b45b7.html

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