«La luz va muriendo por la Vega” de Ceferino Navarro por José Enrique Granados

Este texto titulado “La luz va muriendo por la Vega” de Ceferino Navarro ha sido extractado del catálogo de la exposición celebrada en 2011, del pintor José Antonio Muñoz y titulada “Las huellas del paraíso”.

La pintura titulada “Paisaje de Sierra Elvira desde el camino de las Maravillas” es un óleo sobre lienzo pegado a tabla, salido de la palestra del referido artista plástico y del que ya expusimos otro cuadro el pasado 25 de mayo.

“La luz va muriendo por la Vega y las sombras se extienden como queriendo tocar la Sierra. Las choperas se convierten en alcobas de tinieblas e instrumentos de la suave y fresca brisa, como, como timbales de seda y palillos de lino verde. El viejo álamo blanco, estirpe de la tierra, testigo y órgano original de un espacio correcto, entre lisonjas de cigarrón y respetos guardados del lagarto, ¡aún le gusta jugar a ser de plata!
La sombra del viejo secadero se pierde en la penumbra de la noche, pero la luna enciende sus cuatro parámetros livianos. ¡Luna de cuarzo, que atraviesa las pupilas de las niñas desatendidas!¡Luna de cal y sosa, que copia los azules ojos de la matrona preñada en un lecho blanco como la sangre!¡Humildes catedrales de ladrillo y viento!, que alzáis vuestras rendidas techumbres con la misma arrogancia que el campanario más airoso; y dentro juega la luz, entrando, indiscreta y fisgona, para las infinitas rayas que ventilan el cuerpo, donde las partículas bailan con el silencio. Los pináculos invertidos van menguando, como mocárabes tímidos que se recogen hacia su dorado final, dejándolos secar hasta el tuétano, que en seguida los aliviará el sereno del Adviento.

Las acequias que llegan desde el Genil y el Darro, como Tigris y Eufrates de un pequeño cosmos, rasgan la tierra llana en infinitas arterias, venas y vasos que desde las cumbres viene solicitando la calma de la Vega, pendientes a la campana de la Vela para cambiar sus trazos.

Jaramagos de lecho anuncias el adiós del relente y la siembra del nuevo plantel, que con ansia esperan las jaulas de chopo, rompiendo nítidos horizontes de torre de antaño, valles de siempre y blancos intermitentes”.

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