La responsabilidad del reciclaje de un aparato electrónico es del fabricante, que debe tratar el residuo ya que cobró por ello en la venta del equipo, aunque el consumidor debe exigir que el tratamiento sea el correcto.

El consumidor puede solicitar que se lo retiren, llevarlo a puntos limpios (sólo en Andalucía hay 190) o entregarlo en la tienda, dependiendo del caso, pero debe exigir que se recicle para evitar que forme parte de la red del mercado negro de electrodomésticos.

Los aparatos eléctricos y electrónicos son aquellos que necesitan para funcionar corriente eléctrica o campos electromagnéticos, destinados a ser utilizados con una tensión nominal no superior a 1.000 vatios (en corriente alterna) y 1.500 vatios (en corriente continua), y los aparatos necesarios para generar, transmitir y medir tales corrientes y campos.

Para entendernos y simplificando: todas aquellas cosas que tenemos en nuestro hogar que funcionen con pilas o enchufados a la corriente. Abarcan desde pequeños a grandes electrodomésticos, lámparas y luminarias, pasando por baterías y pilas, entre otros componentes. En el momento en que el consumidor decide deshacerse de ellos, se convierten en residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) y ambientalmente es esencial que sean tratados de manera independiente para garantizar que no se produzcan daños a la naturaleza, ya que muchos de los elementos que contienen son altamente contaminantes.

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