A esta pregunta hay que empezar respondiendo con esta otra: ¿hacen los hombres cine de hombres?

Considero que plantear esta pregunta, así, sin más, ya implica un posicionamiento escorado porque supone que existe un cine “no marcado” con respecto al cual se puede cotejar el realizado por las mujeres. Supone considerar el cine de las directoras como una especie de “variante” o “subgénero”.

¿Variante o subgénero con relación a qué?

Hoy, en nuestra sociedad, profundamente formateada por el patriarcado, no existe cine (ni cine ni ninguna otra creación humana) que se sitúe fuera de esa estructura ideológica, simbólica, imaginaria. Todos y todas (ya nos sintamos más o menos adaptados o rupturistas, conformes o rebeldes) vivimos, pensamos y creamos desde ahí. Por lo tanto, a la pregunta de si las mujeres hacen cine de mujeres, hay que empezar respondiendo con esta otra: ¿hacen los hombres cine de hombres?

Esa es la cuestión previa, la que sitúa correctamente el planteamiento: lo que crean las mujeres no es algo “particular” ni “marcado” frente a un supuesto “universal”, “no marcado”. O dicho de otra manera: el cine de los directores es “cine de hombres”. De hecho –y según demuestran los estudios analíticos– las películas de los realizadores están manifiesta –e incluso exageradamente– más escoradas hacia lo que podríamos considerar “el mundo de hombres” de lo que lo están las películas de las directoras hacia “el mundo de mujeres”.

Así, por ejemplo, en el libro Género y cine en España (dirigido por Fátima Arranz) analicé las 42 películas españolas que tuvieron más público en sala entre los años 2000 y 2006. De estas 42, 13 estaban dirigidas por mujeres y 29 por hombres.

Establecí diversos ítems y comparé los films de directores y de directoras.

Marcas de género, sí, y brutales

Veamos, por ejemplo, este dato sobre el protagonismo.

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Como puede observarse, si bien tanto directores como directoras tienden a hacer protagonistas a personajes de su propio sexo, los realizadores lo hacen en 10 puntos más que las realizadoras. Y ellas optan en un 7,70% de sus films por el coprotagonismo…

Por poner otros ejemplos ilustrativos:

1. Personajes femeninos que, en algún momento de la película, hablan con otras mujeres (poco o mucho, pero hablan).

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2. Personajes femeninos que durante el desarrollo del film toman alguna iniciativa (grande o pequeña, transcendente o no).

3. Afinando, algo más: personajes femeninos que intervienen en la resolución de los conflictos que el film plantea o en el desarrollo de la trama:

Como puede observarse, en los films de los directores, las mujeres son totalmente irrelevantes en relación con la historia que se está narrando.

4. Centrándonos en las manifestaciones machistas que el film muestra y analizando qué tipo de mirada construye sobre ellas, se obtienen estos datos:

Nota: Se entienden por manifestaciones machistas los comentarios, actitudes y/o acciones que denigran o desprecian a las mujeres por el hecho de serlo.

5. Por último (pues no se trata aquí de resumir todo el artículo) obsérvense estos dos cuadros:

Nota: Nos referimos a violencia machista ya sea psicológica, física, sexual y/o combinadas.

Como puede observarse, los films dirigidos por mujeres muestran violencia machista en algo más de tres puntos de lo que lo hacen los films dirigidos por hombres. No es una diferencia abismal. El abismo (y el espanto) llega cuando se compara la mirada que la instancia narradora construye sobre esa violencia:

En conclusión, podemos afirmar que, en efecto, mujeres y hombres no construyen ni muestran una mirada idéntica sobre el mundo.

Y podemos afirmar que los films de los realizadores son mucho más parciales y tendenciosos porque ¿no somos las mujeres la mitad de la humanidad? ¿no hablamos entre nosotras? ¿no tenemos vida propia? ¿nuestra función se limita a mantener relaciones (por llamarlo de alguna manera) sexuales (o algo así) con ellos? ¿No sufrimos violencia? Y ¿cuándo un tipo nos amenaza con una faca de 25 centímetros, nos vamos hacia él, nos colocamos la faca en el pecho y nos lanzamos a besarlo apasionadamente como hace el personaje de Carmen en la película homónima de Vicente Aranda?

Problema

Urge corregir estas visiones sesgadas.

¿Cómo hacerlo? Pues promoviendo las ficciones audiovisuales realizadas por mujeres.

Pero, por ahora estamos aún lejos de conseguir un equilibrio. Veamos estos datos que proporciona CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales).

1. Total de profesionales con cargos de responsabilidad y liderazgo en 2016 diferenciados por sexos

Mujeres

Hombres

% Mujeres

% Hombres

Producción

127

371

26%

74%

Dirección

29

152

16%

84%

Guion

42

201

17%

83%

 2. Pero no solo las mujeres realizan menos cine es que, además, tienen que hacerlo con un presupuesto mucho menor.

COSTE MEDIO Por film 2015

HOMBRES 2.267.517,34 €

MUJERES 1.446.804,99 €

DIFERENCIA 820.712,35 €

Sabemos que el cine (la ficción audiovisual en general) es un potente educador sentimental e imaginario. Mientras los discursos sean masivamente los que vienen siendo, el camino hacia la igualdad estará muy bloqueado.

Si las películas y las series –la ficción en general– siguen así, es decir, siguen estando dirigidas y guionizadas mayoritariamente por hombres, la visión imperante seguirá siendo androcéntrica y seguirá ninguneando a las mujeres.

La solución

Hay que favorecer la presencia de mujeres en la creación audiovisual. Está claro que una novela puede escribirse sin disponer de dinero. Y, aunque publicarla es más complejo, siempre cabe la posibilidad de la autoedición. Pero, para realizar un film o una serie, se necesitan productores –bancos, cadenas de televisión, etc.– que mayoritariamente están controlados por varones. Varones que quizá no sean explícita ni conscientemente machistas pero cuya educación emocional les llevará “naturalmente” a interesarse no solo por ciertos temas que les son más próximos, sino también por cierta manera de tratarlos.

Conclusión: es absolutamente necesario aplicar y desarrollar la Ley de igualdad. Es urgente hacerlo en las instancias oficiales y, por supuesto, en todos los organismos que, de cerca o de lejos, cuenten con fondos o ayudas públicas de cualquier tipo…

Ya sé que algunas personas opinan que, puesto que nadie impide a una mujer ser directora, si no las hay será porque no quieren. Una “explicación” tan simplista no la aplican refiriéndose, por ejemplo, a la escasez en puestos dirigentes de hombres nacidos en poblaciones desfavorecidas, claro. Pero con las mujeres, todo cuela.

También otras personas, desde posiciones aparentemente más “feministas”, aseguran no ver interés en que haya mujeres a no ser que tengan una explícita conciencia de defensa de las otras mujeres. En caso contrario,  opinan que mejor que no estén. Es el viejo dilema de siempre. El que ya enfrentó a Clara Campoamor y Victoria Kent cuando esta segunda se oponía al sufragio femenino alegando que, de obtenerlo, la mayoría votaría a la derecha…

Y no se sabemos qué votaron aquellas mujeres, pero sabemos que cualquier muestra de desigualdad en cualquier ámbito es indignante e inadmisible. Las mujeres –o los negros, por poner otro ejemplo– tienen el mismo derecho que los hombres –y/o los blancos– a ser tontas y conservadoras (digo tontas y conservadoras, poniéndonos en el peor de los casos). Es decir: de ninguna manera debemos exigir que las mujeres, para acceder a la igualdad, muestren una especie de “pureza de sangre” (“pureza de sangre” que, por supuesto, no exigimos a los varones).

Pero es que, además, si bien una mujer en concreto (o dos o tres o cincuenta) puede ser tan machista como cualquier hombre, se comprueba, tal y como hemos visto en los datos aplicados al cine, que tomadas en conjunto, sus posicionamientos, actuaciones y creaciones son claramente favorables a la causa de la igualdad.

Es decir: necesitamos ficción audiovisual producida, guionizada y dirigida por mujeres. Y no solo porque estamos silenciando las voces y las miradas de la mitad de la humanidad, sino también porque esa carencia embrutece a la humanidad en su conjunto.

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*Pilar Aguilar Carrasco es analista y crítica de cine

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