RENUNCIACIÓN Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 22-04-2018

Hay palabras en nuestra lengua (y supongo que también en las demás) que, según se pronuncian y se entienden, remiten a distintos ámbitos del sentir y del significar, letras de canciones que nos envían a diferentes crónicas sentimentales, etc. Así renunciación nos lleva al clima sentimental de aquel bolero inolvidable (Solamente una vez / amé en en la vida, / solamente una vez y nada más ./ Una vez nada más en mi huerto / brilló la esperanza./ la esparanza que alumbra el camino / de mi soledad. // Una vez nada más / se entrega el alma / con la dulce y total / renunciación / y cuando ese milagro / realiza el prodigio de amarse / hay campanas de fiesta que cantan / en el corazón) sabiendo que la música se atribuye a Agustín Lara y la letra a Andrea Boccelli y que cualquiera puede consultar mirando en Internet y comprobando que ha sido interpretado entre otros por el Trío Los Panchos y Julio Iglesias y que forma parte de la crónica sentimental y cultural de cualquier iberoamericano educado y criado entre las décadas finales del siglo XX y las primeras del XXI. En la doctrina sentimental de ese discurso romántico iberoamericano, renunciar es verbo que enuncian quienes aman de verdad, que saben renunciar a sus derechos de amor como los autores literarios ejercen los de autor sobre el conjunto de sus obras y demostrar su amor por sus parejas renunciando a su posesión amorosa por ellas [dulce y totalmente].

No tendré que recordar a los lectores el supremo acto de amor propio que Cristina Cifuentes ha realizado por su carrera académica estos días, rehusando, renunciando al título oficial de un curso de doctorado por la Universidad Rey Juan Carlos, que generosamente había recibido sin el menor esfuerzo ni contraprestación por su parte para ello, dulce y totalmente, como dice la letra del bolero que comento. Y luego hay que ver la cara de pillina que se le pone a la la interfecta al pedir agua para pasar mejor el trago y nos remite a Rajoy (a quien ella se lo está haciendo pasar canuto) y a su autoridad de Presidente del PP y del Gobierno para decirnos, con esa impunidad cínica que la caracteriza, que no la deja dimitir, cuando es cierto y verdad que el otro bebe los vientos por dejarla caer de una vez por todas.

A este propósito, acierto a recordar un textículo religioso y poético con el que otrora ofrecíamos nuestra alma a Jesucristo y, de camino, renunciábamos a los dones del mundo, el pecado y la carne, con palabras que sirven de contexto y contraste con el discurso de la última toccatta y fugga de la todavía milagrosamente presidenta madrileña pretendiendo exonerarse y sacudirse del peso de la famosa titulación rapiñada en flagrante regalía académica: Yo renuncio a Satanás, a sus pompas y a sus obras y me entrego a Jesucristo por medio de su santísima madre.

Con tu pan te lo comas, María Cristina que nos quieres seguir gobernando. El Señor te lo bendiga en nombre de los santos inocentes Isidros, ciudadanos de tu Comunidad. Y a nosotros por dejarnos embaucar por el ruido inminente de votos en torno a las próximas municipales: que si Carolina Bescansa sí; que si Iñigo Errejón tampoco; que se Pablo Iglesias no habla; que si Espinar también. Que si Franco (PSOE Madrid, claro) le hacer luz de gas a Carmena para que se trasvase; que si Bescansa propone un pacto con Errejón para sustituir a Iglesias (Pablo). Que si esto, que si lo otro, que si lo de más allá… El Señor nos coja confesados con tanto barullo.

En Granada no hay tanto meneo porque a ver quién es el gracioso (o graciosa) que puja de veras por hacerse cargo de los marrones del Ayuntamiento. Ay Pepe Torres de nuestros pecados, no hacemos más que recordarte, como dicen los sevillanos, a ti y a tos tus muás: de aquellos polvos piñeros vinieron estos lodos sebastianeros. Y más y más…

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