En agosto había mucho más que un Mundial en juego. Por encima de una Copa estaba la constatación de un hecho. Y es que en España las futbolistas ya no sueñan sino que cumplen sus sueños.

Este año toda una generación de futbolistas con un talento excepcional han certificado lo que ya algunos vislumbrábamos. Se merecen un lugar predominante en la élite del fútbol mundial. Independientemente del resultado, este equipo es el campeón. Campeonas a la japonesa: sin hacer ruido, con disciplina y educación. Y a la española: con valentía, sin complejos y buen fútbol. Gracias al trabajo duro se han ganado el respeto de todo un país.

Los recientes títulos conseguidos no son fruto de la casualidad. Somos las vigentes campeonas de Europa Sub-17, Sub-19 y subcampeonas del Mundo Sub-20 porque posiblemente por fin hayamos dado con la clave del éxito. Nos espera un futuro esperanzador.

No pudo ser. España se quedó a 90 minutos de la gloria. Japón, de nuevo Japón, se interpuso entre el Mundial y esta generación que seguirá siendo historia del fútbol español. La Rojita se quedó a las puertas de conseguir el primer Mundial del fútbol femenino español. Pero esta generación no tiene límites y más pronto que tarde volverá a dar alegrías a nuestro país.

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