Todos sabemos que el primer Museo Arqueológico fundado fue el Nacional (1867). Granada, tiene la satisfacción de haber sido una de las tres primeras ciudades en seguir su ejemplo y crear un Museo Arqueológico (1879).
  En Granada, anteriormente existía una Comisión de Monumentos (1869-1878), cuyo fondo procedía mayoritariamente del yacimiento arqueológico de Sierra Elvira, se mantenía gracias a donativos y aportaciones de diferentes instituciones.
En 1879 obtuvo la distinción de Museo Arqueológico Nacional, siendo su primer director Francisco Góngora del Carpio (1879-1919), habiendo sido su ubicación en varias instituciones. En el año 1917 se instaló definitivamente en la Casa de Castril.
Gómez Moreno en 1892, decía que el núcleo fundamental de objetos que albergaba la Comisión de Monumentos, procedían del yacimiento arqueológico de Sierra Elvira, reseñando, entre otros, los siguientes: “ …De un vasto cementerio de los siglos IV y V, hallado en la sierra de Elvira, hay innumerables anillos, pendientes, pulseras, hebillas, alfileres, etc., siendo de notar cruces y la palabra VIVAS grabadas en algunas piezas. De otro edificio explorado cerca de los inmediatos baños (se refiere a las aguas termales de Sierra Elvira),  sacóse una pequeña inscripción de Domiciano con el nombre borrado, parte de un plato de vidrio con figuras y un sello con su cruz; finalmente entre los restos de población árabe, otro epígrafe de Caracalla y columnas romanas aprovechadas en su Gran Mezquita”.
Este magnífico cronista e historiador sigue relatándonos: “Dé la época árabe tenemos la copiosísima colección, producto de las excavaciones de Elvira, cuyos objetos pertenecen á los siglos VIII á X. Despojos de sus edificios son columnas, multitud de fragmentos en escayola de la ornamentación de las paredes y otros con pinturas y adornos rayados sobre fondo rojo, quizá únicos en su clase, donde se deja ver un origen latino, como en todos los demás vestigios de la misma procedencia; entre éstos ocupan principalísimo lugar seis lámparas de bronce y fragmentos de otros objetos, uno de los cuales se parecería a las coronas de Guarrazar, hallados entre las ruinas de la Mezquita Aljama, terminada en el año 864, que pereció en un incendio, por lo cual estos objetos se descubrieron entre materiales carbonizados y el plomo derretido de las techumbres».
DIce: «De casas también incendiadas proceden un joyero de bronce en forma de templete exagonal, una preciosa lucerna, un candelero, tres soportes con cabezas y garras de león y otras muchísimas piezas y fragmentos de bronce ó hierro. De  arcilla vidriada hay una notable fuente con un caballo y un pájaro sobre su montura, parte de otra en la que aparece un hombre cazando con alcón, un botijo con liebres corriendo, parte de otra fuente con tapadera, diversos botijos y multitud de fragmentos de la misma clase con adornos, cabezas humanas y parte de letrero arábigo.
Con vidrio de un solo color y sin esmaltar hay muchas vasijas, enteras generalmente y de variadas formas, todo merecedor de muy detenido estudio, pues quizá sea ésta la más bella colección de tan desconocidos siglos. El valor de las piezas vidriadas es extraordinario, porque al parecer no se han descubierto otras más antiguas en España, comprobándose esta antigüedad por las monedas halladas entre las mismas ruinas, todas ellas anteriores al siglo XI, y por haberse despoblado la ciudad de Elvira a que pertenecieron, al comenzar dicho siglo. Tal industria debió de ser importada del Oriente; el carácter de la ornamentación y figuras es bizantino, a la sazón el predominante en la España árabe, y además su manufactura y la variedad y abundancia de piezas nos hacen creer que eran fabricadas en esta comarca por aquellos alfareros orientales que, según el cordobés Abul Walid ben Chanah, residían en España hacia el siglo XI».
Continúa: «Las vasijas polícromas tienen fondo blanco y adornos verdes, negruzcos y amarillos; las superficies bañadas de un solo color generalmente son amarillas, guinda ó verde oscuro y además hay fragmentos de una pieza calada con vidrio celeste y verdoso”.
Aún detalla más cuando relata la existencia de un cementerio sito en las faldas de la misma sierra de Elvira, donde se encontró la lápida de “Cipriano” (1002), cuyo contenido todos conocemos por haber sido publicado con anterioridad.
La Casa de Castril, actual sede del Museo, tiene una magnífica y curiosa leyenda que recomendamos leer (no se incluye aquí por no ser tema atarfeño),fácilmente se puede buscar en la web tecleando “leyenda casa Castril Granada”.
Para saber más:
Gómez Moreno, Manuel. Guía de Granada, imprenta Indalecio Ventura, 1892.
Dibujos; Manuel Gómez Moreno.
© del texto y fotografías, el autor.

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