Los vecinos de la zona baja vuelven a plantear algún tipo de acción para soluciones «inmediatas» ante las inundaciones del miércoles · Medio centenar de afectados acuden a la oficina habilitada el primer día

Desde la gran primera tromba de agua han pasado once años y desde entonces han sido varias las ocasiones en las que la zona baja de Atarfe ha resultado afectada por las lluvias torrenciales de mayo, septiembre u octubre. Los vecinos de esta parte de la localidad metropolitana vuelven a empezar una vez más, planteando ahora en caliente reuniones para exigir unas medidas que nunca llegan.

La solución no obstante no es fácil. Un estudio de la Universidad de Granada reveló en mayo que el colector de pluviales que se instaló para canalizar las aguas de la cuenca vertiente en el cauce original del Barranco del Canalillo es de “diámetro insuficiente”, lo que provoca que se desborde desde su trazado. Y en esas el problema no tiene arreglo de un día para otro.

El próximo miércoles, con hora por determinar en el Centro Cultural, el Ayuntamiento de Atarfe ha convocado una reunión a todos los afectados con Aguasvira y los expertos de la UGR que han elaborado el estudio, con la finalidad de explicar cuál es el punto de partida y hacia dónde se puede ir en esta situación. Pero a muchos vecinos las respuestas que se dan ahora son insuficientes.

Le ocurre por ejemplo a María Ángeles Zambrano, residente en el Camino del Tranvía, que ha vuelto a ver por cuarta vez cómo su bajo ha quedado totalmente anegado. “La primera vez lo pasé fatal, pero ahora ya es que no pongo cosas en el sótano, tengo un espacio habitable pero no utilizable”, lamenta con resignación esta vecina que hace más de diez años puso su ilusión y su esperanza a la hora de elegir Atarfe para vivir.

Entonces nadie le avisó de la situación ni de dónde estaba construida su casa, ni de que las tormentas podían generar este tipo de problemas. “Me tenía que haber informado mejor, los que vivimos aquí no sabíamos nada”, comenta esta chica, que comenta cómo alguna vez ha salido la conversación de que en la zona no se podían construir sótanos, por lo que cada vez que escucha algo le parece “más increíble”.

Esta última inundación ha sido “la peor” de las últimas cuatro y corrobora que en su vivienda no puede hacer “un proyecto de futuro” en el sótano, pues ha visto cómo vecinos suyos han perdido enseres y utensilios que tenían en esta zona. “Me quedo quieta porque puedo perder las cosas por las inundaciones”, afirma.

La sensación después de cada tormenta es que “pasan” de ellos, por lo que considera que la fórmula ha de ser la de hacer ruido para que de una vez por todas les hagan caso y se tomen medidas que eviten estas situaciones. “Aquí la clave está en el pueblo, en que el Ayuntamiento haga algo al respecto, habrá que hacer algo, no me parece justo porque no se haya hecho un sistema adecuado”, ha explicado Zambrano.

No obstante, “lo positivo” de lo ocurrido el pasado miércoles ha vuelto a poner de manifiesto la solidaridad de los vecinos a los que apenas conoce. “Vinieron a ayudarme muchos sin conocerme de nada, como dice el refrán ‘quién es tu hermano, el vecino más cercano’. Las inundaciones traen lo positivo de ayudar a los demás por empatía, porque sabes lo que están sintiendo”, señala.

En el primer día desde su apertura, la oficina de afectados habilitada por el Ayuntamiento ha recibido a cerca de medio centenar de personas en el Centro Cultural de Medina Elvira, donde se les asesora qué tipo de ayudas pueden recibir por los daños.

Por la mañana acudieron 22 vecinos, de los cuales sólo cinco carecían de seguro para hacer frente a los daños; y por la tarde lo hicieron otros veinte, todos con seguro.

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