PROTOCOLOS VERBALES COTIDIANOS  por JUAN ALFREDO BELLÓN para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 14-10-2018

            Hay un panadero de Alfacar, llamado Miguel, que regenta un obrador por nombre “Geni” y dos quioscos en Granada capital, uno en la  Plaza Nueva y otro en la de la Mariana [Pineda] en el primero de los cuales compro el pan nuestro de cada día, salvo los domingos y fiestas de guardar, como hoy que es doce de octubre, desde hace ya cerca de treinta años, con fidelidad y satisfacción mutuas y crecientes. Miguel pertenece a la cuarta generación de panaderos, que nos surte de diversas labores tradicionales panificadoras entre las que destacan las llamadas salaillas de pan de aceite, los panes candeales, sarracenos, de espelta, de maíz, de semillas, de espinacas, de centeno y diversas clases de bollos y dulces reposteros como cruasanes, palmeras y magdalenas (aunque no sean arrepentidas) con y sin chocolate, roscos de aire, de naranja, cuñas, bizcochos de molde con nueces y sin chocolate, y repostería de estación, como las famosas tortas de la Virgen, con y sin relleno de crema y cabello de ángel; hornazos, nochebuenos, mantecados y dulces navideños, pasteles de Carnaval, roscos de san Blas, hayullos, pan de molde, colines, medias noches y leche frita, etc.

            Se trata de una surtida panoplia de labores harineras saladas y dulces que, junto con  El Pasteles de Plaza Larga, excitan cada día el  apetito de la clientela popular del centro histórico granadino y de buena parte de los barrios situados en el Albaycín Alto y Bajo y del Camino del Monte (Sacro), otrora tutelado por el famoso y cruel sargento Colomera, picoleto represor de la gitanería y otras malas yerbas y servido por el mismísimo Chorrohumo, gitano dedicado a reordenar la movilidad pecuaria al servicio de la comunidad en la plaza del Peso de la Harina.

            Pues bien, mi observación constante y cotidiana me ha llevado a escuchar los usos más frecuentes de las formulas del saludo en el trasiego cotidiano de los contactos interpersonales propios de la cotidianeidad y que en Granada y la mayor parte del Andalucía Oriental eran originariamente el tuteo de confianza y el usté de respeto propios del español contemporáneo y, en los últimos años a tenor de estos tratamientos ha cambiado profundamente adoptándose de forma creciente y generalizada la fótmila más frecuente en la Andalucía Occidental, dirigiéndose el o la cliente a la dependienta con  un expletivo cariñoso y o ponderativo expresivo: (Cariño, primor, bonica, guapa, reina, etc.) que funcionan como en el otro polo andaluz lo hacìan picha, picha mía, polla mía, pollita (mía), chocho, chocho (mío), chochete, sultana, emperatriz, mi vida, vida mía, sentrañas (mías), cariño, etc.

            Se trata de un movimiento de equilibrio sociopolítico andaluz que opera nivelando la zona meridional de la Península y borrando muchas de sus diferencias internas originarias haciéndola funcionar unificada por primera vez, en la España posfranquista de las Autonomías, con atributos propios y únicos, haciendo que granadinos y sevillanos, malagueños y gaditanos, cordobeses y onubenses, jienenses y almerienses vayámonos integrándonos poco a poco en un proceso difícil, lento y complicado que se  profundizará cuando el salario mínimo interprofesional se integre y se incremente, los atributos culturales se amplíen y profundicen y la conciencia de pertenecer a una misma estructura sociopolítica y cultural se fije y generalice entre el crisol de sus habitantes.

            Días llegarán a no mucho tardar en que los andaluces comencemos a ver estas cosas con perspectiva histórica como piezas vivas en un proceso de integración regional, nacional e internacional donde todos nos sintamos protagonistas de la construcción política de nuestros destinos y en la convivencia pacífica y creadora de nuestro futuro.Y pronto sabremos valorar la importancia de esa instrucción y el papel de la convivencia en la adquisición de una conciencia regional flexible y creativa, superadora de las contradicciones  del pasado gracias a la superación de las diferencias de futuro en cuyo camino estamos avanzado con pasos agigantados e imparables. Y si ha resultado cierta la famosa frase de Alfonso Guerra vaticinando que, para el siglo XXI, a España no la conocería ni la madre que la parió, no lo será menos aplicada a Andalucía porque su dinamismo, sus sinergias y su proyección  de futuro son incomparablemente mayores.

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