Es urgente que se realice la valoración del riesgo que corren también los hijos de las maltratadas

Mata a las mujeres. La última, en Maracena, Granada. Y a los hijos. Las últimas, dos niñas ayer en Castellón de 3 y 6 años.

Otra vez. Matar a los hijos en un acto de violencia vicaria para acabar en vida con la madre. Para golpear donde más duele.

Es urgente que se realice la valoración del riesgo que corren también los hijos de las maltratadas. No estaba contemplado en la Ley Integral, pero sí lo está en el Pacto contra la Violencia de Género.

“Estaba en paro, desde febrero pasaba la mitad de los 400 euros de manutención y le habían embargado las cuentas”, leí que decía ayer un conocido del parricida. ¿Cuántos padres divorciados y no divorciados se quedan en paro y viven con la angustia de no poder mantener a sus hijos?

¡Pero no los matan!

Parece una obviedad pero conviene recordarlo porque la reacción —de reaccionarios— a la vitalidad del movimiento feminista ha vuelto a poner en circulación toda clase de teorías exculpatorias. Y porque, otra vez, no se evaluó el riesgo cuando la madre de las niñas de Castellón pidió dos veces una orden de alejamiento por maltrato y amenazas y se la denegaron.

Ya sabemos que las órdenes de alejamiento se quebrantan. Que las víctimas retiran denuncias abrumadas por el miedo y la burocracia. Y que, a veces, el crimen sorprende sin denuncia previa.

Pero también sabemos que durante el proceso de separación hay momentos de máxima vulnerabilidad de las víctimas y de sus hijos —en lo que va de año 2018, el 30% de las asesinadas estaba en trámite de separación o separada—. Y sabemos que un maltratador no puede ser un buen padre.

El problema sigue siendo creer a las mujeres. Del total de denuncias que se presentaron en los primeros diez años de la Ley Integral, solo el 42% llegaron a tener una sentencia. El resto se archivaron, sobreseyeron o perdieron por el camino.

Y aquí seguimos, contando bajas mientras los trolls machistas llenan las redes de noticias falsas sobre denuncias falsas y corre como la pólvora cada caso que contradice la norma. Porque la norma sigue siendo que las asesinadas son las mujeres y sus hijos.

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