«El significado de Grecia»por Laura Gómez

Grecia no es lo que las televisiones y los bocazas dicen de ella. No puedo definirla en términos absolutos, pero puedo intentar decir qué es para mí.

Grecia es primero desconcierto y poco después, emoción.  Es llegar con las maletas a un rincón de los Balcanes donde no llegan los trenes ni el fascismo y que se convierta en tu casa. El teatro de Dodona. Beautiful Dodoni. Leer el Agamenón de Esquilo en Griego Moderno. Y que cobre vida. La terraza de una buhardilla donde aprender a mezclar feta y sandía en un sabor perfecto. Las mizithropites de la señora Neli. Deambular por Corfú sin hospedaje. Dejar atrás Lefkada en coche escuchando a Belle and Sebastian. Viajes frenéticos de autobús por carreteras llenas de maldiciones. El aliento que se corta al vislumbrar  las moles rocosas de Meteora. Los conciertos en Salónica. Una llamada a la oración de la tarde en Xanthi.
Grecia es los primeros acordes de La sonrisa de La Gioconda de Manos Hatzidákis. La silueta del Partenón entre las hileras de edificios de Kolonaki. Los paseos por Anafiótica. El silencio de la mañana en Plaka y el bullicio del mediodía en Monastiraki. El mercado de Ano Ilisia los miércoles. Mistra 5. Los museos en Domingo. El sepulcro de Sócrates y la ermita de la Metamorfosis. Café y periódicos en Exarchia. Largas tardes de café y periódicos en Exarchia. Ouzerí en Metaxourgeio. Un bollo de sésamo y coger el 221 para subir a casa.
Grecia son los Aparadektoi y otro puñado de excelentes comedias de situación con las que aprender a ser bilingüe de verdad.
Grecia es una travesía nocturna en barco. Las calles de Chania y el puerto de Rethymno. Los cedros retorcidos de Chrissi. Un acantilado en Folegrandros y Johnny Cash. Dejar atrás Donoussa, en barco esta vez, y sin banda sonora, sabiendo que nunca volverás. Delfos y el ombligo del mundo. Un camping en Amaliada. Llegar por fin al Palacio de Nestor, después de serpentear hasta Pilos. Carreteras del Peloponeso. La puerta de los leones. El perfecto perfil (es decir, la perfecta nariz griega) de Monemvassiá. Volver al Ática sin que -casi- se te pinche una rueda.
Creo que ya he mencionado los bollos de sésamo. El soublaki, a cualquier hora del día. Capitán Michalis. El ouzo y el rakí.
Pero si hay algo que Grecia es, por encima de todo, es amistad. Tan profunda, intensa y auténtica como su historia, su teatro y sus poetas. Grecia es los Amigos que allí dejé y que perduran, como su historia, su teatro o sus poetas.
Sólo poseo palabras para homenajear al país que me trató con amor, generosidad y desprendimiento. Que me dio una vida completa dentro de otra. Y sólo he podido ponerlas, las palabras, una detrás de otra, ahora. No creo que haya mejor día que hoy. Pase lo que pase. No hay análisis que abarque a Grecia. Ella perdurará cuando todo lo demás, lo contingente, lo económico, lo «tan, tan importante» se haya esfumado.
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