Seis delitos vigentes con los que se atraca o engaña a los ancianos

Los mayores sufren numerosas estafas y timos de bandas especializadas. Son vulnerables, confiados y no tienen capacidad para oponerse al delincuente

Una operación de la Policía Nacional y otra de la Guardia Civil han permitido desarticular nueve organizaciones dedicadas a estafar a ancianos de toda la región madrileña. Estas bandas, al igual que otros grupos que delinquen en la Comunidad de Madrid, se centran en los más mayores por varios motivos, entre ellos, su mayor vulneración, su confianza y el estar mayoritariamente solos. Los hurtos y en especial los timos son las principales modalidades delictivas utilizadas por estas redes, que no suelen emplear la violencia. “Saben que, si utilizan esa violencia, las penas son mucho más altas en caso de ser detenidos”, reconoce un inspector de la Policía Nacional.

La Guardia Civil y la Policía Nacional no tienen una estadística concreta para las personas mayores. Cuando les llega la denuncia, la graban en sus sistemas informáticos por el delito cometido. No discriminan por la edad de la víctima. Eso hace difícil saber el número de ancianos afectados en la región, según explican fuentes policiales. “Lo importante es que denuncien, aunque [lo robado] sea poca cantidad porque eso nos permite investigar. Muchas veces no suelen hacerlo por la vergüenza de haber sufrido un timo y haber perdido gran cantidad de dinero”, afirma un mando de la Policía Nacional.

Estos son los principales delitos que suelen sufrir las personas mayores.

Hurtos amorosos. Se trata de una especialidad practicada por mujeres. Se acercan a un mayor solitario y le empiezan a hacer carantoñas, mientras le piropean. “Se muestran muy cariñosas hasta que el anciano se confía y le dan un abrazo”, explica el inspector de la Policía Nacional. Es el momento que aprovechan para robarle todos los objetos de valor, como la cartera y el teléfono móvil, si lo tiene.

La forma de evitarlo, según este mando policial, es no fiarse de los desconocidos y mucho menos dejar que haya un contacto físico. También ayuda el llevar la cartera oculta.

La siembra. Este hurto se da cuando una persona —sobre todo, los mayores— está sacando dinero de un cajero. Tres o cuatro ladrones se sitúan detrás de él. Justo cuando ha marcado el número pin y la máquina le devuelve la tarjeta de crédito, uno de ellos le tira un billete por la parte izquierda, de forma que el mayor se agacha a recogerlo, pensando que se le ha caído. Uno de los compinches le quita a toda velocidad el dinero que acaba de expulsar el cajero y, por supuesto, la tarjeta. A partir de ahí, huyen a toda velocidad ante la mirada incrédula de la víctima, que muchas veces no comprende lo sucedido.

Con esa tarjeta comienzan a hacer reintegros hasta que completan el máximo diario o la víctima la anula. Una posible solución es acudir con algún acompañante al cajero a efectuar reintegros y tapar el teclado numérico cuando se esté marcando el número clave. Otra consiste en usar los cajeros que algunas sucursales disponen dentro de las oficinas o los que se encuentran en lugares concurridos, como centros comerciales en los que hay seguridad privada.

Los falsos revisores de la luz. Se trata de la modalidad detectada por la Guardia Civil esta semana. Es una de las más habituales para robar a los ancianos. Los falsos técnicos del gas o de la luz van puerta por puerta con la excusa de que tienen que hacer una revisión, de que hay una avería e incluso que tienen una oferta inmejorable para pagar menos. Siempre van en pareja, de forma que uno se queda en la cocina o en el salón tras ganarse la confianza de la víctima. El otro, con la excusa de que tiene que comprobar la instalación, recorre toda la vivienda y se hace con todos los objetos de valor, como dinero, joyas, teléfonos móviles o tabletas.

Otra modalidad consiste en tener que pagar en efectivo la supuesta inspección del contador y la instalación. La Policía Nacional recuerda que las compañías avisan con antelación de la visita de los técnicos y que jamás hay que pagarles en efectivo. En caso de ser los reales, el coste se carga en el recibo siguiente de la propia compañía. En caso de duda, se recomienda llamar a la empresa suministradora o a la propia policía para que aclare si se trata de un timo.

La variante telefónica. Una vertiente similar a la anterior es que falsos empleados contactan a través de las guías telefónicas con los ancianos. Sutilmente les sacan toda la información sobre la empresa que tienen contratada hasta que se hacen con los números de la cuenta bancaria y del DNI. Con esos datos ya contratan en compañías de telefonía móvil.

La estampita y el tocomocho. Aunque parezcan timos del siglo pasado, aún hay mucha gente mayor que cae en ellos. Solo durante este año, la Policía Nacional ha desarticulado ocho grupos que han podido estafar a más de 230 personas. Los delincuentes se ganan la confianza del mayor con la excusa de que tienen mucho dinero en efectivo o que poseen décimos de lotería premiados. Cuando el que hace de tonto manda una seña a su compinche, entra en escena el listo —generalmente bien vestido— que termina de convencer al anciano para hacer a medias el negocio.

La fórmula es que la víctima les dé todo el dinero que tenga y las joyas a cambio de los décimos supuestamente premiados. En caso de ser necesario, le acompañan a distintas sucursales bancarias para que lo saque. Suelen evitar las habituales de los clientes para eludir cualquier freno por parte de los empleados. Una vez que tienen el dinero y las alhajas, se escabullen sin dejar rastro. “Lo más recomendable es huir de cualquier ganga. Nadie da duros a peseta”, concluye otro mando policial.

Los carteristas. Estos ladrones buscan a estas víctimas mayores porque tienen menos reflejos y suelen actuar con mayor confianza. Una modalidad son los chinaores, que cortan con una pequeña cuchilla el bolso o el bolsillo para hacerse con la cartera. “Lo mejor es llevarla en los bolsillos delanteros. El bolso debe ponerse por delante y con la parte del cierre hacia el cuerpo”, concluye el inspector.

F. Javier Barroso

FOTO: Un policía antidisturbio armado con un subfusil, ayer por la tarde en la Puerta del Sol. carlos rosillo

https://elpais.com/ccaa/2018/12/28/madrid/1546018339_862313.html?rel=str_articulo#1548084878650

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