La historiadora y feminista Emilia Barrio Rodríguez nos ofrece, en la antesala del 8 de marzo, una reflexión a tener muy en cuenta. No dejes de leer este artículo.

En torno al 8 de Marzo que se aproxima, comparto con ustedes algunas reflexiones sobre los significados de nuestros cuerpos de mujeres bajo el orden patriarcal: un sistema de opresiones, violencias y discriminaciones construido históricamente.

Los cuerpos de las mujeres siempre han tenido un valor simbólico adicional, como garantía de sutura de conflictos ó como lugar de ejercicio del poder para humillar, deshonrar, negar o enviar mensajes a otros varones, como ocurre con las violaciones masivas durante las guerras.

Expropiar nuestra capacidad reproductiva -de los niños y niñas que gestamos y parimos- se repite como una constante histórica y ha sido otro de los pilares del patriarcado: no tuvimos derechos sobre nuestra descendencia, ni siquiera el derecho de filiación.

Gracias a la lucha feminista, cambiamos mentalidades y creamos derechos igualitarios. Un ejemplo es el matrimonio actual, que no se parece casi nada al de otros tiempos; también el derecho de filiación, de tal manera que se puede ceder la patria potestad, pero la filiación es hoy un derecho de la madre, del padre y de su descendencia.

‘El silencio, la connivencia y un compendio de intereses se convirtieron en el motor del tráfico de bebés robados, uno de los relatos más oscuros de la historia reciente de España’

Durante la Guerra Civil y el Franquismo, se produjo una trama sistémica de robo de bebés, organizada por jerarquías políticas y religiosas. Y no sólo durante el Franquismo, sino que permaneció inmutable hasta entrados los años ochenta del siglo XX. El silencio, la connivencia y un compendio de intereses se convirtieron en el motor del tráfico de bebés robados, uno de los relatos más oscuros de la historia reciente de España. Al principio, se concibió como una de las herramientas represivas del régimen; más tarde, evolucionaría hasta mutar en un negocio con trasfondo moral y de clase. A lo largo de todo el período que va desde 1937 a 1996, hubo decenas de miles de bebés que fueron separados irregularmente de sus madres al nacer.

Si volvemos a la realidad actual, comprobamos que los cuerpos de las mujeres se están fragmentando para los fines de explotación en un patriarcado global.

Existen los “cuerpos objeto” para la publicidad sexista. También la cirugía mueve cuantiosas sumas de dinero en un afán imposible de “eterna adolescencia”, generando una estética programada de curiosos parámetros homogeneizantes.

Los “cuerpos jóvenes y exóticos” constituyen una proyección magnificada de “lo otro” sexual, cultural, étnico, etc. que mueve a nivel transnacional redes de prostitución, tráfico de personas y pornografía, con beneficios extraordinarios para los responsables directos de éstos negocios.

También, los “cuerpos maquila”, de productoras sub-asalariadas, donde su trabajo a destajo, sin vacaciones, sin horario, sin descanso, sin leyes laborales, de mujeres, niños y niñas, producen una feminización de la pobreza a nivel mundial que abona el terreno para el ejercicio de la prostitución, la pornografía y los vientres de alquiler.

Mientras existe esta fragmentación: ¿Qué ocurre en el corazón del Feminismo?

Observamos posicionamientos antagónicos, y lo son porque cada uno de ellos parte de distinta base conceptual, por tanto, transcurren en paralelo y no posibilitan el encuentro común.

De un lado, estamos quienes venimos de la larga tradición FeministaAbolicionista -el Feminismo siempre lo fue- que ampliamos nuestras miradas a las reconversiones que constantemente hace el Sistema Económico Neoliberal para cosificarnos y hacer negocio. Este posicionamiento, conlleva una doble mirada:

-La que desnuda los elementos simbólicos, sociales y económicos, que van mutando, y construyen y reconstruyen las relaciones de género en la sociedad.

-La que nos desnuda a nosotras mismas, cargada de prejuicios de género, clase, edad y etnia. Ese doble movimiento se hace imprescindible para ubicar “desde dónde” y “quién” habla en los discursos teóricos y políticos sobre el género para intentar aliarnos con el Patriarcado Neoliberal.

‘La conceptualización Abolicionista desentraña, además, los movimientos de roles que se están produciendo como consecuencia del trabajo feminista’

La conceptualización Abolicionista desentraña, además, los movimientos de roles que se están produciendo como consecuencia del trabajo feminista. Este proceso de Igualdad, deja cada vez menos espacios donde los hombres puedan seguir siendo “hombres cargados de poder sobre las mujeres”. La reacción de los hombres que no han deconstruído sus roles y su sexualidad machista, produce grandes demandas de prostitución, violaciones en solitario y en manadas, asesinatos de mujeres y niñas y, por supuesto, los vientres de alquiler, que no son “una técnica”, como argumentan sus defensores, sino un proceso vital para las mujeres -todos los embarazos y partos lo son- con un dueño ajeno a ese proceso vital.

De otro lado, el pensamiento Regulacionista, se asienta en la trampa de los discursos del Posfeminismo y la Posverdad ligados al Neoliberalismo.

De manera contradictoria con lo anterior, se ha llevado a cabo un recorrido inverso, esto es, han ido despojando al Feminismo de sus significados colectivos políticos y sociales, de tal manera que, temas que nos afectan a todas las mujeres y hombres, por tanto, asuntos éticos de interés general, se convierten en asuntos personales, individuales (ésto es fundamental) y, por esta razón, son incuestionables colectivamente. Aquí es donde se inscribe una emancipación mal entendida, esto es, interpretada como un camino a realizar únicamente en solitario.

Con estos discursos de “la libertad individual” al margen de sus significados económicos y sociales patriarcales, volvemos a ver quién manda, quién incrementa la crueldad, apropiándose del cuerpo de las mujeres e inscribiendo en ellos sus mensajes de poder y dominio.

La mercantilización total, es decir, el negocio que mueve cifras astronómicas de dinero a nivel mundial con la prostitución, la pornografía y los vientres de alquiler, ya no deja márgenes y, tanto en lo real como en lo simbólico, las mujeres tendremos una vida mucho más difícil, ya que nos convertiremos en pura mercancía, y ser pura mercancía es condenarnos a la cosificación, la desigualdad y la marginación; en todo aquello que abona el terreno para la violencia hacia mujeres y niñas.

Emilia Barrio Rodríguez

FOTO: P.V.M.

http://www.elindependientedegranada.es/ciudadania/mujeres-mercantilizacion-patriarcado-global

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