SE ABRIÓ LA VEDA Por Juan Alfredo Bellón

SE ABRIÓ LA VEDA Por Juan Alfredo Bellón DESDE EL MIRADOR Nº63 parael domingo 19-07-2015

Este año el ferragosto se ha adelantado y casi podríamos llamarlo ferrojulio o julioferro, por lo duro que está siendo respirar por estos lares tanto de día como de noche y por lo angustioso que resulta consultar las previsiones del tiempo y ver que las máximas andan cercananas a los 40 (cuando no los superan) y las mínimas no bajan de los ventitantos (cuando no se acercan desesperantemente a los treinta) para mayor angustia de la población, que vive acordándose de los muertos del primo sevillano ese de Rajoy que se cachondeaba hace poco de lo relativo del cambio climático y de lo improbable del efecto invernadero.

En Sevilla, que saben de esto tela marinera, esa lona de la que se usaba para fabricar las velas de los navíos imperiales trasnsoceánicos y ahora ya solo para mitigar el sol en las calles durante las horas más rigurosas de la canícula y que luego hay que descorrer derante la tarde-noche para que pase el airecito o lo que debiera parecérsele y no se achicharren las personas, los animales y las cosas; pues eso, en allí siempre distinguieron muy expresivamente entre el calor, la calor y las calores, refiriéndose a una gradación de intensidad que venía a coincidir con los meses de junio, julio y agosto, expresando matices sensoriales de mayor tino que los levantinos o, al menos, que los valencianos de entre quienes no voy a nombrar por consabida a quien recurrió a los calorets, arruinando el mérito de la tierra de las flores, de la luz y del amor donde además cabe el gran honor de haber inventado la horchata de chufa. Pues eso, en Sevilla, lo digo a la de tres y ya no le doy más vueltas, saben cómo se nos ponen a las personas las cabezas y cómo hierven las seseras cuando llegan estas asfixias insoportables y encima hay que dilucidar alguna cuestión seria e importante como la designación de la persona que dirija el Patronato de la Alhambra durante los próximos años.

Miren ustedes si somos machistas y antojadizos aquí en Granada, que corre una leyenda urbana según la cual le será regalado el monumento nazarí al varón que se quede en cinta, aunque no se especifica si es necesario o no para alcanzar el premio que se consume el parto. De hecho, si que somos muy especiales los granadinos. Aquí los artilugios para ensombrecer y refrescar las calles en verano se despliegan para el paso de la procesión del Corpus y no son de lona plegables sino de modestísima arpillera siempre estirada y tensa, que es menos noble que la lona velera aunque mucho más práctica por transpirable y así no hay que andar corriéndola y descorriéndola como en Sevilla cada dos por tres.

Ahora que lo que sí somos, y mucho, en Granada, es celosos de nuestras dos perlas patrimoniales (la Alhambra y La Sierra) sobre todo frente a Sevilla, y ahora que anda vacante el trono de la primera, se ha formado un pifostio de mucha consideración por añadir esa joya de la corona, con más de dos millones de visitas anuales, al patrimonio gestionado por las distintas instancias políticas granadinas, siendo como es la potestad de administrarla derecho exclusivo de la Junta de Andalucía, cosa que nadie discute aunque sí el nombre y las características del director o directora del monumento que, en su historia reciente acumula una suerte de maldición consistente en acompañar el mandato de sus gestores de una actitud paranoide solo comprensible por las envidias y aseñanzas que el desempeño del cargo acarrea.

Maravilla observar las piruetas argumentativas que cada quien exhibe para adecuar a su candidato a priori al cargo en litigio y , no solo sorprende sino que sobrecoge observar el cinismo con que se conduce el recién semi renovado alcalde granadino, un siempre prucuró confrontar con la gestión alhambreña y ahora intenta torcer los planes de la Administración Andaluza anunciando el comienzo de una gran amistad colaborativa si la nueva consejera y el flamante Gobierno comienzan a plegarse a sus pretensiones ancestrales: accesos, financiación y control municipal, plasmado en el placet ideológico y político detentado por ellos sobre quien dirija el monumento.

No hace falta ser un lince para entender la maniobra envolvente desplegada por el alcalde Torres para hurtar el control de la Alhambra a los andaluces y a los granadinos usando como testaferros de sus designios a supuestos candidatos al cargo con quienes viene manteniendo relaciones estrechas que trascienden los límites de una simple colaboración leal y desinteresada y tampoco es difícil entender la intención del argumento trampa de la despolitización de la gestión del monumento y del movimiento de personalidades culturales independietes que lo defienden como una plataforma ciudadana bienintencionada.

Mal momento para calentar la olla aprovechándose de que, con tanto calor, ya está de por sí a punto de estallar y mucho peor momento para retroceder y arrugarse ante semejante ofensiva con el argumento de que son concesiones tácticas que se producen en el tablero andaluz sacrificando piezas que no se consideran esenciales para el supuesto núcleo duro de la sevillanidad.

Ceder significa abrir la veda a las capitulaciones, no ya ahora en Santa Fe, sino en el mismísimo Patio de los Leones, no un instrumento jurídico firmado por la Reina y Colón para ordenar el gobierno del previsiblemente conquistado Nuevo Mundo, sino una cesión tácita y vergonzante de los activos culturales granadinos de ámbito y repercusión universales por los que la derechona autóctona postfranquista anda lampando por no haber logrado hasta ahora hincarles el diente de su depredación.

Ojala ahora tampoco.

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