Granada nunca ha sido tierra de grandes toreros a pesar de su importante afición. Sólo el churrianero Salvador Sánchez “Frascuelo” forma parte de la leyenda de este arte y negocio, pero en 1889 abandonó los cosos después de aproximadamente treinta años de actividad. Falleció en 1898, cuando comenzaba tímidamente el coleccionismo de tarjetas postales en España, por lo que su presencia sólo es posible encontrarla en un par de ellas.

Solamente el novillero Atarfeño consiguió, durante el primer tercio del siglo XX, emular en parte algo de su trayectoria, aunque sin llegar nunca a tomar la alternativa. El 2 de septiembre de 1934 se encerró con seis novillos en la plaza de Granada, como paso previo a su posible doctorado. Ese mismo día, aparecía escrito en El Defensor de Granada que “hoy es poco frecuente que un torero, por muy consagrado que esté, se decida a encerrase con seis toros, y Atarfeño, en un rasgo de pundonor y creyendo sin duda que tiene una deuda que cumplir con sus paisanos, no ha dudado un solo momento en realizar lo que tanto deseaba lo mejor de la afición granadina”. A la pregunta del periodista sobre su alternativa respondió el torero: “Mi apoderado tiene proposiciones de varias empresas para ello, pero no sabemos aún qué pasará”.

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Nada de ello ocurriría, pues en el mismo periódico del día siguiente, con una gran retrato del diestro hecho con ropa de calle, los titulares a toda plana eran los siguientes: “En la plaza de toros del Triunfo. La trágica novillada del domingo. Cogida y muerte del gran novillero Miguel Morillas (Atarfeño). El triste suceso causó en Granada dolorosa impresión, desfilando millares de personas por la capilla ardiente, instalada en la plaza de toros”. El segundo toro de la tarde, llamado Estrellito, “manso peligroso, de Moreno Santamaría, al que quiso torear en corto y ceñido, en vez de quitárselo de en medio sin estrecharse ni exponer, como merecía aquel toraco cobarde y de sentido”, le perforó de manera irremediable y fatal la femoral. En el Ideal, el titular decía: “Atarfeño muere en la Plaza del Triunfo a consecuencia de una cogida”, bajo el que aparecía una impactante gran fotografía a 3/4 de plana del rostro del diestro cuando estaba en la camilla, posiblemente ya muerto.

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En una antigua fotopostal de bordes dentados, en la que se ve el retrato de un personaje vestido de luces enmarcado por un rústico óvalo, el texto que tiene escrito en el respaldo es una brevísima referencia biográfica: “El matador de novillos Miguel Morilla “El Atarfeño” que en la tarde del día 2 de Septiembre de 1934 en la Plaza Vieja llamada El Triunfo de Granada, murió de una cornada por el toro “Estrellita” (sic) de la ganadería Moreno Santamaría”. Posiblemente esta postal fuera de elaboración propia por parte de un buen aficionado taurino que quiso tener un ejemplar de este novillero, ante la imposibilidad de encontrar otros, para su amplia colección de fotografías de tauromaquia. Pudo reproducir para ello a algún retrato con traje de luces que encontrara en la prensa o en algún cartel. O, a lo mejor, esta fue la documentación que se mandó a alguna imprenta para realizar alguna publicación, y este texto pudo ser el pie de foto que se le colocó. Y siguiendo con suposiciones, todo ello pudo ocurrir en 1944, pues una pequeña operación a lápiz, como se puede apreciar, puede delatar tal circunstancia.

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Las pocas tarjetas postales que es posible encontrar del malogrado novillero, fallecido poco antes de cumplir 25 años, son en casi todos lo casos fotopostales, es decir, reveladas en papel sensible por el procedimiento fotográfico, pero que en el respaldo tenía ya impreso las rayas y textos que la convertían en postal. Igualmente, en casi todos los casos, por la misma razón, se hace uso de unas de sus ventajas, como es el poder dejar escrito en el negativo el texto que interese, que podrá leerse luego en las copias. En este caso, el legendario fotógrafo taurino Baldomero Fernández Raigón identifica su autoría, aparte de escribir de manera más burda el apodo del novillero de Atarfe.

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En buena parte de estas postales el nivel de calidad es indicio del nivel del matador dentro del escalafón taurino. Es apreciable que el Atarfeño no disponía de grandes fotografías para reproducir y, así se ve claramente cuando éstas se usaron promocionalmente por parte de su apoderado Vicente Benítez San Nicolás. La que aquí se ve es una imagen nada atractiva en la que la iluminación no es la mejor y luego la figura de su rostro no es distinguible. Tiene falta de nitidez, por ser de un cliché de poca calidad, o porque se trata de una reproducción de otra no muy bien hecha. La actuación chapucera se comprueba porque como se ve, en el cliché se  escribió desastrosamente con letras desiguales y de distintos tamaños el nombre del diestro y ahora, en este nuevo uso de la imagen, se ha rellenado toda la superficie del texto con un rayado para corregir fatalmente el entuerto y así quedar más destacado los nombres interesados para el nuevo uso. Originariamente, cuando el fotógrafo o quien fuera escribió tan malamente el nombre del diestro con tinta negra en el cliché, ni siquiera tuvo la aplicación de poner la “Ñ” rotada, para que así apareciera al derecho en las copias.

Publicado el 19/10/2015 por carlospascualdelcoso bajo fotopostal, postal inédita, reverso dividido, siglo XX

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