«De los orgasmos y otras cuestiones sin importancia.»luzierganaoxigada

“A las chicas os cuesta más llegar, sois más complicadas”, “uf es que cada una tenéis vuestro punto, hay alguna muy rara por ahí”, “me cuesta un montón correrme, hay que tener mucha paciencia conmigo”, “tengo problemas para alcanzar el orgasmo cuando me acuesto con alguien” etc.

¿Te resulta familiar alguna de estas frases? ¿Has dicho o escuchado algunas de ellas? Probablemente sí. Desde pequeñas nos enseñan a ser sacrificadas, entregadas, protectoras, maternales y complacientes. Algunas pensarán: qué va, a mí no. Sí, a ti también. Tú también estás familiarizada con el rol de mujer maternal, protectora y complaciente. Es más, lo tenemos tan incorporado que a nadie sorprende ver a su madre en Nochebuena levantarse diez veces de la mesa para atender deseos o necesidades ajenas. Estamos ahí para que estéis bien, para cuidaros, para cederte mi trozo, no, de verdad, no me importa quedarme yo sin porción si no hay para todos. ¿Necesitas algo más? Lo que quieras.

Nosotras lo sabemos todo, desde poner lavadoras, hasta dónde te has dejado las gafas, estamos pendiente de cada detalle. Para cuidarte y quererte incondicionalmente, como quiere una madre, porque eso es lo que tenemos que ser, madres.

Y no quiero. No quiero quererte incondicionalmente. Porque si lo hago el día que me levantes la mano a lo mejor agacho la cabeza. Porque si lo hago a lo mejor un día no me corro y no lo digo, porque a lo mejor empiezo a anteponer tu placer al mío y cualquier día de estos finjo un orgasmo para que te sientas bien contigo mismo. Porque mi amor o mi compañía tienen condiciones. Como que me correspondas, que te preocupes de conocerme, que cuando me conozcas me respetes, y que al respetarme me ames por lo que soy.

Y así empieza todo, el ejemplo de maternidad que recibimos, de mujer sacrificada , protectora y complaciente marca (entre muchas otras facetas de la vida) nuestra sexualidad. Tú (que te masturbas y alcanzas el orgasmo con una facilidad pasmosa cuando estás sola), tú, acabas pronunciando esas palabras: “me cuesta un montón correrme…”. ¿¿Perdona?? No cariño, correrme no me cuesta nada. Cinco minutos y muy lentamente para disfrutar el máximo tiempo posible. Me cuesta contigo. Porque no sé qué te ha hecho pensar que la penetración es la forma más fácil de tener un orgasmo para mí. Que aunque te parezca increíble la sola visión de tu cuerpo no hace que esté empapada y deseando que me penetres. Que el sexo oral no es un preliminar. Que me toques para que disfrute yo, no para preparar el terreno para lo que a ti te interesa.

Hay dos conceptos que hasta hace muy poco eran incuestionables:

Uno, la penetración es el centro de toda relación sexual.

Dos, el orgasmo masculino pone fin a la relación sexual.

Todo lo que se salga de ahí es un regalo para nosotras, una deferencia, algo que él se quiere currar porque es un majo y un salao. Sé que, por suerte, esto está cambiando, hasta cierto punto. Aún sigue sin ser lo mismo que una mujer no llegue al orgasmo a que no lo haga un hombre. El sexo y el placer que éste proporcione es responsabilidad de ambas personas en su conjunto y por separado. No es que las cualidades que he mencionado al principio del texto sean negativas, la complacencia y  la generosidad son grandes cualidades para el sexo si están bien enfocadas. Lo que no debería pasar es que nos olvidemos de nosotras mismas, o que releguemos nuestro placer a una segunda posición. Para ello el trabajo tiene que ser de ambos. Nosotras tenemos que aprender que nos merecemos el mismo placer que los demás, el mismo trozo, y que no se lo vamos a regalar a nadie porque muerta de hambre no puedo quererme. Aprender a dejar de sentirnos culpables porque nuestro cuerpo no responda como nos gustaría. Saber qué necesita y aprender a pedirlo.

Vosotros, a aprender a dar en la medida que recibís. El que deja que su madre le haga la cama desde luego no va a ser la pareja sexual con la que sueñe ninguna mujer de este mundo. Sé que a través del porno, las películas, los libros, etc, se transmite un mensaje claro y conciso que ha ido calando desde que somos pequeñxs: el sexo es sinónimo de penetración y mi placer es el último objetivo de este encuentro. Os invito a aprender a disfrutar de dar placer, a la satisfacción de ver a alguien retorcerse cuando está a punto de alcanzar el orgasmo, a probar nuevas cosas, a conocerse, a preguntar, a aprender nuevas técnicas. Me consta que cada vez sois más aplicados y que la experiencia es un grado.

Sólo me queda meteros prisa. Hay cuestiones que no merecen procrastinación.

Al tajo.

PUBLICADO EN : https://luzierganaoxigada.wordpress.com/2015/01/25/de-los-orgasmos-y-otras-cuestiones-sin-importancia/

A %d blogueros les gusta esto: