Aunque las polémicas y las protestas individuales sobre su destino se remontan a la Edad Media, el feminismo occidental nace en el XVII y se manifiesta como movimiento colectivo de lucha de las mujeres en la segunda mitad del siglo XIX. Para la filósofa Ana de Miguel, el feminismo empieza en el momento en que se articulan, «tanto en la teoría como en la práctica, un conjunto coherente de reivindicaciones» y las mujeres se organizan para conseguirlas, conscientes de la existencia de discriminación sexual.

 Teniendo en cuenta este criterio, se puede hablar de tres grandes etapas u olas feministas. Para describirlas, seguiremos el criterio de Amelia Valcárcel, catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED. Tanto Valcárcel como Celia Amorós comienzan su clasificación en la Ilustración, frente a las teóricas anglosajonas que señalan el inicio de la primera ola feminista en el sufragismo:

La primera ola: el feminismo ilustrado

Reivindica la ciudadanía de las mujeres y su obra más representativa es ‘Vindicaciones de los derechos de la mujer’ de Mary Wollstonecraft. Sus principales características son:

  • Se extiende desde la Revolución Francesa hasta mediados del siglo XIX.
  • El debate se centra en la igualdad de la inteligencia y la reivindicación de la educación.
  • Fundamenta sus reivindicaciones en el pensamiento del Siglo de las Luces, a pesar de que muchos autores como Rousseau desplazasen a la mujer a un segundo plano dentro del estado liberal.
  • Sus autores clave son Poullain de Barre, Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft, así como las ciudadanas que presentaron en 1789 a la Asamblea francesa su «cuaderno de reformas», que incluía ya el derecho al voto, la reforma de la institución del matrimonio y la custodia de los hijos, además del acceso a la instrucción. (‘Cahiers de doléances’).
  • Los derechos de la mujer comienzan a estar presentes en las tribunas políticas e intelectuales. Uno de los grandes pensadores, el revolucionario girondino Condorcet, padre el laicismo en la enseñanza, escribe en 1790 el ensayo ‘Sobre la admisión de las mujeres en el derecho de la ciudad’: «Los hechos han probado que los hombres tenían o creían tener intereses muy diferentes de los de las mujeres, puesto que en todas partes han hecho contra ellas leyes opresivas o, al menos, establecido entre los dos sexos una gran desigualdad.»(‘Carta de un burgués de Newhaven a un ciudadano de Virginia’, 1787, Condorcet).

La segunda ola: el feminismo liberal sufragista

Reivindica principalmente el derecho al voto de las mujeres y su principal obra es ‘El sometimiento de la mujer’, escrito por John Stuart Mill y Harriet Taylor en 1869, que sentó las bases del sufragismo. Su principales características son:

  • Se extiende desde mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX (final de la Segunda Guerra Mundial).
  • Comienza con la Declaración de Seneca Falls, de 1848. Entre 100 y 300 mujeres y hombres (la cifra varía según las fuentes) pertenecientes a movimientos sociales y organizaciones, lideradas por Elisabeth Cady Stanton y Lucrecia Mott, se reúnen en el Seneca Falls (EE.UU) y, tomando como base la declaración de Independencia norteamericana, reclaman la independencia de la mujer de las decisiones de padres y maridos así como el derecho al trabajo, al que daban prioridad por encima del derecho al voto. Los doce principios formulados exigen cambios en las costumbres y moral de la época y en la consecución de la plena ciudadanía de las mujeres.
  • En Inglaterra aparecen las sufragistas, lideradas por Emmeline Pankhurst, y el debate sobre el sufragio universal se hace cada vez más intenso. Durante la primera mitad del siglo XX, se va incorporando a las legislaciones democráticas, a veces limitada en edad o estrato social. Es la primera reivindicación pacifista e introduce el término de solidaridad.
  • Socialmente, el activismo se extiende a las clases media y baja. También se vincula a otras causas de derechos civiles, como la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. En este sentido, destaca la figura de Sojourner Truth y su discurso ‘¿Acaso no soy mujer'(‘Ain’t I a woman’) de 1851.
  • Continúan, en paralelo al derecho al voto, las reivindicaciones sobre el acceso a la educación y, a partir de 1880, algunas mujeres comienzan a admitir mujeres en las aulas universitarias, aunque todavía es algo excepcional. Antes, la mujer fue logrando acceso a la educación primaria y secundaria, aunque todavía bajo el pretexto de ser buena madre y esposa.

La tercera ola: el feminismo contemporáneo

Reivindica un cambio de valores y que la justicia legisle aspectos considerados antes como «privados». Sus obras de referencia son ‘El segundo sexo’ de Simone de Beauvoir, y ‘La mística de la femineidad’, de Betty Friedan. Su principales características son:

  • Comienza con las revoluciones de los años 60 hasta la actualidad, aunque algunas teóricas marcan el punto final en los años 80.
  • Se lucha contra la mujer como estereotipo sexual en los medios de comunicación, el arte y la publicidad. Los años cincuenta definen un tipo de femineidad, de la que se hace propaganda en la televisión y el cine. Los sesenta y setenta reflexionan acerca de esos modelos y se enfrentan a ellos.
  • Pide la abolición del patriarcado: se toma consciencia de que más allá del derecho al voto, la educación y otros logros de las primera feministas, es la estructura social la que provoca desigualdades y sigue estableciendo jerarquías que benefician a los varones.
  • Con el lema «lo personal es político» entran en el debate la sexualidad femenina, la violencia contra la mujer, la salud femenina, el aborto o la contracepción, entre otros.
  • Desde los años ochenta, adquieren especial importancia las diversidades femeninas, el multiculturalismo, la solidaridad femenina y el debate, cada vez más intenso, entre diferentes corrientes del feminismo.

Fuente: ‘Los feminismos a través de la historia’. Ana de Miguel

PUBLICADO EN : http://feminismo.about.com/od/historia/a/las-tres-olas-del-feminismo.htm

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