Con el advenimiento de la Segunda República el 14 de abril de 1931, por primera vez las mujeres tendrían un papel preponderante en la vida política española. Luis Egea aporta algunos ejemplos biográficos en Eco Republicano. Sin duda alguna la Segunda República convirtió a la mujer en protagonista, tras años de lucha por la conquista de sus derechos

En todos los ámbitos de la vida las mujeres fueron ocupando el lugar que les correspondía. Su acceso al mundo político, su papel protagonista y dinamizador en las luchas sociales, sus conquistas laborales y legales, convierten a la Segunda República en el régimen que posibilitó el protagonismo de la mujer y el desarrollo del feminismo.

El franquismo se encargo a partir de 1939, y durante casi cuarenta años, de sepultarlo por medio de los paredones de ejecución, la cárcel, la represión y el exilio. La corriente de pensamiento democrático republicano revisó las leyes discriminatorias. La Constitución republicana no sólo concedió el sufragio a las mujeres, gracias a la implantación de esta nueva legislación se eliminaron los privilegios reconocidos hasta ese momento exclusivamente a los hombres, se reguló el acceso de las mujeres a cargos públicos, se concedió el derecho de voto a las españolas, se reconocieron derechos a la mujer en la familia y en el matrimonio, como el matrimonio civil, el derecho de las mujeres a tener la patria potestad de los hijos, se suprimió el delito de adulterio aplicado sólo a la mujer y se permitió legalmente el divorcio por mutuo acuerdo, ley del divorcio de 1932, una ley que ponía punto y final a las disposiciones del matrimonio del Código Civil de 1889, por el cual se establecía que solo por la muerte el matrimonio se podía disolver.

Asimismo, se obligó al Estado a regular el trabajo femenino y a proteger la maternidad, con ello, se prohibieron las cláusulas de despido por contraer matrimonio o por maternidad, se estableció el Seguro Obligatorio de Maternidad y se aprobó la equiparación salarial para ambos sexos. El régimen republicano estaba poniendo a España en el terreno legal a la altura de los países más evolucionados en lo referente a la igualdad entre los hombres y las mujeres. De hecho, se puede afirmar que la Segunda República dio a las mujeres la oportunidad, hasta el momento inimaginable, de una presencia en la vida social y política.

El desarrollo en el magisterio por parte de las mujeres fue una de las razones del avance educativo de la República. Muchas, formadas o por formar en dicha disciplina, se mostraron voluntarias a ir a las escuelas rurales, portando con ello los valores educativos de la Segunda República. La situación de sumisión de la mujer en los años precedentes se comenzó a revertir en los años republicanos. La libertad individual fue aumento y la legislación tendió a la equiparación. Igualmente se promulgaron leyes que tendieron a la igualdad. Se permitieron las escuelas mixtas y la coeducación, se abolieron las asignaturas domésticas y religiosas y se crearon escuelas nocturnas para trabajadoras. Se redujo significativamente el analfabetismo femenino. En Cataluña, incluso, se llegó más lejos, y se permitió la dispensación de anticonceptivos, se despenalizó y legalizó el aborto, se decretó la abolición de la prostitución reglamentada y se prohibió contratar a mujeres en trabajos considerados como peligrosos o duros.

Todas las organizaciones políticas y sindicales desarrollaron durante la República organizaciones específicas de mujeres. A las Agrupaciones Socialistas Femeninas se unieron iniciativas como Mujeres Libres en el campo anarquista, que se convirtió en una de las organizaciones más importantes de carácter femenino y feminista, con una tarea de alfabetización y educación de las mujeres. También la Asociación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, que posteriormente se convirtió en la Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA). La mujer había dejado de tener una actitud pasiva y resignada para empezar a tomar parte activa en la lucha. Al mismo tiempo que aumentaba su incorporación al mundo laboral y a las movilizaciones, iba aumentando su participación en los sindicatos y partidos obreros.

Los sindicatos obreros comprendieron la necesidad de incorporar a la mujer a sus filas y atraerlas a la lucha de clases para conseguir la transformación de la sociedad. En el Congreso de la UGT de 1932 se aprobó bajar la cuota para la mujer como una manera de facilitar su afiliación, debido a la inferioridad de sus salarios, y también se aprobó incrementar la propaganda entre las trabajadoras, que hasta ese momento había sido más bien escasa. Es en este Congreso cuando por primera vez se incluye en su programa la consigna “A igual trabajo, igual salario”. Esta orientación hacia las trabajadoras tuvo un rápido efecto: de 18.000 afiliadas que tenía la UGT en 1929, pasó a tener en los primeros meses de 1936 más de 100.000. La CNT siguió el mismo camino y en 1936 tenía más de 142.000 afiliadas.

El franquismo acabó con todo. Muchas fueron fusiladas, encarceladas y torturadas, sufrieron una represión de género para imponer un modelo patriarcal de mujer. La mujer Republicana fue humillada por atreverse durante la II República a transgredir los límites de la feminidad tradicional, reclamando libertad y autonomía. Las rapas de pelo, las ingestas de aceite de ricino que provocaban diarreas constantes, los paseos por las principales calles de las ciudades del bando nazional, las violaciones. Formas de avergonzar a la población femenina progresista, humillaciones para provocar que la vergüenza a la que habían sido sometidas delante de sus vecinos les forzara a regresar al hogar y al ámbito familiar, de donde nunca deberían haber salido.

Tulio Riomesta

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