Los médicos de familia detectan a los ancianos que necesitan apoyo y se les asignan voluntarios, muchos salidos de las consultas de un ambulatorio de Valencia

El primer programa de barrio para reducir la soledad de las personas mayores en Valencia surgió en un centro de salud. Remei Raga, 14 años trabajando en el ambulatorio de la calle República Argentina, en L’Amistat, un barrio de renta media, ya había impulsado un consejo de salud, una iniciativa para involucrar a los usuarios en la gestión del centro de atención primaria. «Ahí nos dimos cuenta de que entre la población que cubrimos, unas 19.000 personas, tenemos casi 700 mayores de 75 años que viven solos, y nos propusimos acompañarlos para evitar su aislamiento social y reforzar pautas de autocuidados saludables, como son la nutrición y el ejercicio», afirma Raga.

El programa se oficializó mediante un convenio del Departamento de Salud del Hospital Clínico y Cruz Roja, y cuenta con una subvención de 40.000 euros del Ayuntamiento de Valencia. Los 10 médicos de atención primaria del ambulatorio detectan en la consulta los casos de soledad y los remiten a los trabajadores sociales del centro y de Cruz Roja, que los visitan y diseñan un plan personalizado.

Una de las primeras atendidas en los 15 días que lleva en marcha ha sido Carmen Abellán, viuda, de 87, que vive en casa con un canario. «He perdido fuerza en las piernas y aunque puedo ir con el andador, me canso. Ayer (por el viernes), cuando vino a verme la chica, yo quería salir a la calle, pero como llovía y estaba todo encharcado nos quedamos en casa y estuvimos hablando, contándonos cositas». Abellán se quedó huérfana de madre siendo una niña, a los 10 tuvo que entrar «a servir» en una casa y se ha pasado la vida trabajando.

El perfil de los voluntarios, que son vecinos del barrio, es heterogéneo, afirma Remei Raga, pero tienen en común que disponen de tiempo. Es el caso de Vicente Gómez, de 63, que fue despedido del Banco Popular y ahora está prejubilado. Gómez vio un cartel en el centro de salud, se apuntó y ha sido asignado para acompañar a Paco, de 86, que fue vendedor de productos de ferretería en mercados ambulantes. «Llevamos dos semanas. El primer día salimos a dar un paseo, despacio porque Paco tiene las dos caderas operadas y tiene que sentarse cada 100 metros. Y el martes fuimos al hogar del jubilado y jugamos una partida de dominó con sus compañeros. Él iba mucho cuando podía andar solo y lo echaba de menos». Los encuentros, dice Gómez, resultan gratificantes para ambos. «He sentido una satisfacción personal increíble. Con el tiempo que llevamos, yo a Paco ya lo apreció, y él también se nota que se alegra cuando me ve. Al llegar me está esperando con la chaqueta y el andador».

«La idea», dice Raga, «es crear un barrio solidario». El programa, llamado Acompañamiento en Salud Constante, cuenta ya con una veintena de voluntarios, muchos de ellos surgidos también de las consultas del centro de salud, y ha identificado a 250 mayores que requieren algún tipo de ayuda. Cruz Roja espera extender el programa al resto de la ciudad.

Ignacio Zafra

FOTO: Carmen Abellán en su casa con Remei Raga, impulsora del proyecto. Mònica Torres

https://elpais.com/sociedad/2019/05/26/actualidad/1558870191_739467.html

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