En la Gacetilla de hoy, recogemos el texto leído por el gran escritor y periodista Andrés Cárdenas en la presentación del libro Atarfe en el papel, hace ya ocho años. Disfruten de la pluma de nuestro amigo.

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Reunirse en una sala tan magnífica como esta para hablar de un libro, es uno de los placeres a los que me niego a renunciar. Con un libro en las manos, uno tiene en su poder un fragmento de vida, dispone a su antojo de esa vida, pertenece de veras al mundo y aprende a ser libre. Y al revés, el que no busca la ayuda generosa de un libro, ese limita sañudamente su espacio de regocijo y emoción, se empobrece si remedio, se niega a sí mismo una hermosa y liberadora opción a ser más plenamente humano. Por eso cuando hace unos días me propusieron estar en la presentación del libro ‘Atarfe en el papel’ sentí la ilusión del padrino de un bautizo, que piensa que algo tendrá que ver él en el futuro del niño que será bautizado.

Antes que nada diré que este libro, a pesar de sus modestas pretensiones, aunque el volumen es de peso, es de los necesarios, de esos trabajos que siempre estarán presentes cuando alguien esté interesado por conocer cosas sobre Atarfe. Verán, lo dijo hace poco José Vicente Pascual en su ingreso en la Academia de las Buenas Letras de Granada, hoy la finalidad de los libros ha cambiado. Contar historias más o menos amenas, divertidas, intrigantes, cautivadoras, ya no es el objetivo fundamental de la literatura, mucho menos del género novelístico; entre otros motivos porque la potencia mediática de la industria del entretenimiento nutre día a día, a todas horas, al público lector con centenares de argumentos ingeniosos y originales. La humilde literatura, los humildes libros, no pueden de ninguna manera competir con esta aniquiladora capacitad de fabulación desatada por la corporación multinacional del ocio, hoy liderada por Internet. Ni tan siquiera deberían intentarlo.

Pero este libro que hoy presentamos nada tiene que ver con esa decadencia que se le augura a la literatura de papel. No es un libro de entretenimiento, no es un libro de fábulas, no es un libro que pretenda entretener al lector. Es un libro de los que se harán imprescindibles a la hora de analizar el presente y el futuro de Atarfe, sin duda uno de los pueblos que más sorprende cada vez que a él se viene. Lo digo porque rara es la persona que encuentro y que ha pasado por aquí y no me dice eso de: “¿Has visto como están dejando a Atarfe”.

A mi parecer, este libro que recoge todos los artículos publicados durante los últimos veinte años en esta localidad, tiene todo aquello que un buen libro recopilatorio y de consulta debe tener: abre el apetito de la curiosidad de aquel que lo tiene entre sus manos. Muchas veces, en las jornadas que se celebran sobre cualquier acontecimiento o sobre cualquier autor, las ponencias y actas se pierden en el espacio y en el tiempo porque nadie se ha preocupado por recogerlas. También hay escritos en los periódicos que si no se recogen en un volumen como este, llegan a perderse en los legajos llenos de polvo o en las hemerotecas. Reunir los artículos periodísticos en un volumen es algo que se hace ahora muy a menudo porque todo el mundo sabe de lo efímero que llega a ser lo que se escribe en un periódico. Los periodistas estamos obligados a llevar en la mente ese aforismo que dice que no debemos olvidar que lo que escribimos hoy, mañana puede servir para liar pescado. Antes los diarios tenían muchas utilidades ajenas a su simple lectura, entre ellas el de servir de papel higiénico mucho antes de que éste existiera.

Los periódicos, como digo, eran muchos más prácticos. Actualmente el periódico se termina de leer u hojear y va directamente a la basura. Tiene una vida muy breve, de un día como máximo. En otros tiempos tenía más utilidades y, por lo tanto, su vida no era tan efímera. Las noticias estaban allí hasta que alguien las consumía, aunque pasaran meses. Una mujer iba a la pescadería y le podían liar una pescadilla con las páginas de internacional, esas mismas en las que, por una paradoja del destino, informaban del conflicto pesquero con Marruecos, que es de donde venía la pescadilla. Luego la señora de la casa podía leer algo mientras limpiaba el pescado. También el periódico era muy valioso a la hora de liar el bocadillo de sardinas de los albañiles. Mientras el alarife degustaba tan exquisito emparedado podía enterarse a través de la noticia manchada en aceite de la última barrabasada de El Lute.

En todos los hogares de los pueblos las hojas de los periódicos eran un producto casi de primera necesidad ya que las mujeres las utilizaban para evitar que cayeran gotas de cal al suelo cuando se blanqueaba la casa o como precario mantel donde esparcir las lentejas, en aquella entrañable actividad que tanto unía a las familias y que consistía en quitarle piedras y bichos a tan exquisita legumbre. “Mira lo que dice aquí, que Franco está cazando ciervos en la Sierra de Segura”, decía alguien apartando las lentejas para leer la noticia entera. La temporada de caza había terminado hacía tres meses pero ese periódico aún no había perdido toda su eficacia informativa. Claro, que eso de vez en cuando podía acarrear algún problema. Mi prima Isabel estaba fregando la casa y fue a poner un papel de periódico en la puerta para que la gente que entrara de la calle se limpiara los pies, cuando leyó un anuncio: “Se necesitan aprendizas de modistas para taller nuevo en Jaén”. Se puso muy contenta porque ella siempre había querido ser modista y, además, irse del pueblo y trabajar en la capital. Fue a la peluquería, se puso su mejor vestido y se montó en la ‘sepulvedana’ para ir al sitio al que debían de presentarse las candidatas, que era en la calle Maestra. La calle existía pero no que no existía era el taller: había cerrado hacía tres meses. El anuncio que mi prima leyó era el de un periódico de hacía un año.

Los periódicos, bien doblados, como decía antes, se los ponían las mujeres entre las medias para que no le salieran cabrillas mientras se calentaban en el brasero. Las cabrillas o las manchas que salían en las piernas por ponerlas muy cerca del fuego, estaban muy mal miradas. Parecían mapas de suciedad. Por eso las mujeres las evitaban colocándose hojas de periódicos como si fuera las espinilleras que utilizan los futbolistas.

Pero desde que se ha inventado el papel higiénico, los bocadillos se lían en papel albal, las pescadillas se envuelven en bolsas de plástico, a las mujeres no les salen cabrillas y las lentejas vienen sin bichos, el papel de periódico ha perdido toda su aleatoria perdurabilidad. Cosas del progreso.

Yo, personalmente, he sentido en mi propia alma la crueldad de lo efímero de lo que escribo. Fue un día que paseaba con mi perro y al depositar en una papelera una bolsa con las heces de mi mascota, encontré que alguien había recogido la mierda del suyo con una página de periódico en la que venía mi columna y mi foto. Dios mío, qué injusta es la vida. Mientras un novelista escribe una novela y se queda para toda la vida en la estantería, lo que un periodista escribe puede servir para recoger la caca de un chucho. Es pensé.

Así que, señores y señoras, lo que ha hecho José Enrique Granados al coordinar este libro con todos los trabajos periodísticos que se han ido publicando durante veinte años con motivo de las Ferias y Fiestas de Atarfe, ha sido todo un acierto. Dice Víctor Sánchez en sus palabras de presentación que está seguro de que el libro “de alguna manera inculcará aún más si cabe a los atarfeños, valores asociados al pueblo en el que viven, que seguro que germinarán en respeto y cariño a ese lugar que les vio nacer o que han escogido para vivir. Esta iniciativa, dice, contribuirá a fortalecer el vínculo con Atarfe de un colectivo de fuerte personalidad”. Es decir, que el alcalde le da papel de vínculo afectivo con lo nuestro a los libros, algo que ya habían descubierto los filósofos y los escritores de la antigüedad.

El director de IDEAL, Eduardo Peralta, que por motivos profesionales no puede estar hoy en este acto, dice también en su trabajo que sirve de prólogo que lo que se ha escrito en los suplementos de las ferias y fiestas de Atarfe constituye “un legado histórico trascendental”. Está claro que lo que en este libro se recoge quedará como legado para la posteridad.
En fin, señores y señoras, sólo me queda felicitar a José Enrique Granados por la magnífica idea de recopilar estos trabajos. El mismo José Enrique comienza su intervención en su presentación con las sabias palabras de Saramago y el papel que le da a los libros:

“Afortunadamente existen los libros. Podemos tenerlos olvidados en un estante o en una baúl, dejarlos entregados al polvo o a las polillas, abandonarles en la oscuridad de los sótanos, podemos no pasarles la vista por encima ni tocarlos durante años y años, pero a ellos no les importa, esperan tranquilamente cerrados, sobre sí mismos para que nada de lo que tienen dentro se pierda”.

Yo creo que la intrahistoria de Atarfe, esa que conforman los vecinos que día a día conforman su cotidianeidad, ya nunca se perderá con este libro. Podemos dejarlo olvidado en las estanterías todo el tiempo que queramos, pero siempre habrá alguien dispuesto a abrirlo para conocer cuál es la historia de este pueblo.

Muchas Gracias.

La pintura se presentó al IV Concurso de pintura “Ciudad de Atarfe en el año 2007 y es obra de Manuela Mora

Curiosidades elvirenses.

Foto de Gacetilla y curiosidades elvirenses.
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