Desigualdad entre hombres y mujeres de la ciencia

Palpable es la distancia que separa a los hombres de las mujeres, al menos en el terreno de la ciencia. Aunque en estudios sociales reciben financiación equivalente a la de los investigadores varones, sólo el 24% de las científicas ocupan puestos de profesorado en las universidades de Reino Unido. Así lo revela un informe que publica la revista ‘Nature’.

Esta menor representación en el escenario universitario explica que «haya menos solicitudes de subvención por su parte y se traduce también en un éxito inferior que el de los científicos«, argumentan los autores responsables de este análisis. Los puestos más altos en el mundo académico llevan nombres masculinos y esto, asegura el profesor Paul Boyle, presidente de la Universidad de Leicester y uno de los promotores de la campaña de Naciones Unidad ‘HeForShe’ (dedicada a promover la igualdad de género), «no es porque ellos sean más inteligentes que ellas, por lo que se debe tomar conciencia y dar pasos que hagan frente a esta desigualdad y que supone un importante obstáculo en los avances científicos».

Con el objetivo de poner números y porcentajes a las diferencias entre los hombres y las mujeres de la ciencia, un equipo de expertos de la Universidad de Leicester ha realizado un estudio basado en los datos de CERS 2008-2016. Tras evaluar las solicitudes de subvención, las tasas de éxito y la concesión de financiación entre todos los científicos sociales (hombres y mujeres), las conclusiones son claras.

A pesar de ser menos las científicas que piden subvenciones al Consejo de Investigaciones Económicas y Sociales (ESRC), tienen más éxito a la hora de conseguirlas. Es decir, se les otorgan ayudas algo superiores a las de los investigadores varones. Sin embargo, como ellas suponen un porcentaje menor en el cuerpo académico de las ciencias sociales, en el cómputo global obtienen una parte más pequeña que los hombres. Concretamente, «sólo perciben dos quintas partes (el 41%) de los 127 millones de dólares asignados a este campo entre 2008 y 2013«, subraya Boyle.

Una fotografía extrapolable al resto de las disciplinas de la ciencia. Como señalan los autores en su artículo, «un cambio notable es poco probable si no se ponen en marcha algunas medidas de reestructuración. Habría que reunir a los organismos de financiación y al consorcio de universidades para adoptar un compromiso con la igualdad de género en la ciencia, para desarrollar enfoques coordinados que logren equiparar la situación de ambos sexos».

Una campaña internacional

Como ejemplo, la Universidad de Leicester ya está poniendo en marcha iniciativas que aspiran a mejorar el equilibrio de género en los puestos de responsabilidad y promociones. De hecho, ha sido seleccionada junto con otras nueve en todo el mundo por desarrollar iniciativas de impacto para la campaña ‘HeForShe’. En total, 10 líderes universitarios, entre ellos el profesor Boyle, se coordinarán con 10 directores generales de empresas financiadoras (como Unilever o Vodafone) para encabezar y dirigir dicha campaña internacional.

El 29 de septiembre será el día planeado para lanzar ‘HeForShe’ en Reino Unido, de la mano de Leicester. «Estamos muy orgullosos de haber sido elegidos. El desequilibrio de género en el ámbito de la ciencia es un problema mundial importante».

Es necesario cambiar las reglas del juego. «La igualdad de género no es una cuestión de ser amable con las mujeres. En el contexto de la universidad, se trata de asegurar que los mejores entren y permanezcan en la investigación y la enseñanza, con el fin de alcanzar los máximos resultados, en beneficio de la sociedad. Se trata impedir que las mujeres se vean frenadas por las expectativas sociales, los sistemas que favorecen a los hombres, o el sesgo inconsciente. Se trata de asegurarse de que las mujeres juegan un papel equilibrado y justo en el liderazgo de nuestras universidades».

En este sentido, otro de los profesores y presidente de Leicester, añade: «Por supuesto que la igualdad de género debe ser integrada en la sociedad en general, pero las universidades tiene un papel crucial. De todos los lugares, las universidades son instituciones donde los hombres y las mujeres deben ser tratados con justicia e igualdad. El movimiento de las Naciones Unidas para la Mujer es una oportunidad para que nos unamos con otros con el objetivo de construir y lograr un verdadero y genuino cambio cultural».

Una ‘excepción’

La situación de las mujeres en ciencias sociales se puede extrapolar al resto de las disciplinas de la ciencia. Precisamente en una mesa redonda celebrada este miércoles en el Museo de las ciencias Príncipe Felipe de Valencia, en el marco del Congreso de la sociedad de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM), investigadoras y responsables de mujeres científicas evidenciaron con cifras la discriminación por razón de género en la ciencia.

«Todavía no se ha alcanzado la equiparación entre hombres y mujeres en la ciencia. Ellas son una excepción en un mundo mayoritariamente masculino«, explicaba María José Baguena, profesora de historia de la ciencia de la Universitat de Valencia. Baguena mostró con datos cómo en España, en las primeras fases de la carrera investigadora hay mayoría de mujeres, pero sólo ocupan una cuarta parte de los puestos más altos.

La escasa presencia de mujeres en los puestos más altos no es un problema exclusivo de España. «El 50% de los graduados en muchos países son mujeres, mientras que en las posiciones más elevadas están por debajo del 15%», señalaba Cecilia Arraiano, presidenta del grupo de trabajo sobre Women in Science de la Federación de Sociedades Europeas de Bioquímica (FEBS) y profesora de la Universidad de Nova de Lisboa.

Nuria Flames, científica del CSIC, relataba sus comienzos. «Cuando yo comencé a investigar, en las parejas de científico y científica, las mujeres trabajaban y los hombres iban a los congresos. La sociedad ha cambiado. Se han superado muchas actitudes, aunque todavía hay discriminación».

Todos los miembros de la mesa redonda coinciden en la necesidad de poner en marcha medidas como la de fomentar que haya grupos de investigación grandes muy interrelacionados que permitan a las mujeres y a los hombres bajar su ritmo de trabajo en caso de maternidad y paternidad.

PUBLICADO EN : http://www.elmundo.es/salud/2015/09/10/55f19f27ca4741ab458b458c.html

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