El acceso de las mujeres al deporte ha evolucionado lentamente y ha empezado a tener consistencia en las últimas décadas.

La participación de la mujer en el deporte ha cambiado a medida que ha ido cambiando su rol. Carolina Marín, Mireia Belmonte o Verónica Boquete son algunas de las mujeres que han roto el llamado “Techo de Cristal” en el deporte y han escalado hasta lo más alto.
En Atarfe hemos sido testigos de los éxitos que han tenido equipos femeninos como CDU Atarfe (Club Deportivo Unión Voleibol Atarfe). En este deporte la demanda nunca ha sido un problema. En 2016 las atarfeñas de cadete ya consiguieron el primer puesto a nivel autonómico y el cuarto a nivel nacional. Uno de los últimos éxitos lo han conseguido las chicas de senior, que han ascendido a Primera División Nacional.

Sin embargo, el equipo atarfeño de voleibol no cuenta con un equipo masculino. Esta situación se da de forma inversa en otros deportes como el baloncesto o el fútbol. Actualmente, en el club de baloncesto femenino de Atarfe solo hay hasta alevines. En años anteriores hubo senior pero faltaban chicas. “En el masculino había gente de sobra y en el femenino siempre han tenido que coger chicas de categorías más bajas para juntarlas con las mayores y hacer equipo” nos cuenta David Rodríguez, jugador durante 5 años en el club.

Con el tiempo encontrar a jóvenes que participaran era cada vez más difícil, y finalmente las categorías femeninas altas desaparecieron en la temporada 2017/18. Rocío Morilla, ex jugadora del equipo femenino, confiesa que “la falta de un entrenador constante bajó mucho el nivel”. Otra jugadora del equipo mixto de Atarfe confiesa por qué no volvió cuando se creó el equipo femenino: “La verdad es que no volví porque la importancia que le daban al equipo y los recursos para avanzar no los veía suficientes”.

Quizás debamos poner la lupa en los motivos que provocan que un equipo femenino de voleibol siga adelante pero uno de baloncesto o fútbol desaparezca. La superación del conflicto de roles es un factor clave para el desarrollo del deporte femenino. ¿Por qué unos deportes si y otros no? ¿Existe un deporte estereotipado?

En el Club Rítmica y Estética de Atarfe hay alrededor de 60 personas, y de ellas solo hay un chico. “He visto hermanos de algunas niñas que vienen a verlas y les gusta pero no se apuntan porque están ellos solos de niños” nos confiesa Andrea Luzón, entrenadora de las más pequeñas.

Por último, uno de los deportes más importantes en nuestro país: el fútbol. En el año 2009 ya existía un equipo femenino sub-16 en Atarfe. El hecho de que la mayoría de las niñas tuvieran más de 16 años y la subida de las cuotas de inscripción provocó que muchas se vieran obligadas a abandonar y el club desapareciera. Las chicas que decidieron quedarse jugaron en un equipo masculino.

Andrea Martin, ex jugadora del equipo, nos cuenta como fue la experiencia: “Nos aceptaron y nos atendieron bien pero el trato y la comodidad no era lo mismo”. Los vestuarios y las instalaciones fueron otro detonante que dificultó la convencía entre equipos mixtos, “el club no estaba preparado para poder adaptarse a este tipo de problema”. Finalmente Andrea, actual entrenadora,abandonó el club. “Era un equipo de niños, llegó el momento en el que yo ya no estaba cómoda, éramos adolescentes, había comentarios fuera de lugar y decidí, muy a mi pesar, irme del club de mi pueblo”.

La asimilación de la cultura deportiva masculina está cada vez más lejana pero sigue persistiendo en nuestra sociedad. Analizando el modelo del deporte femenino en Atarfe, hay puntos en los que muchas de nuestras jugadoras coinciden: la diferencia de oportunidades ofrecidas, la falta de adaptación de las instalaciones para equipos mixtos y la insuficiencia de chicas para formar equipo. Necesitamos una mayor visibilidad. Ha habido una leve evolución en cuanto a las chicas que se animan a practicar deporte pero no en cuanto al nivel de desarrollo que necesita un club para ofrecer una oportunidad a las jóvenes. 

MARIA SERRA

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