Desde que empezó la crisis del coronavirus, según la plataforma Maldito Bulo se han superado los 400 bulos. Muchos de ellos sobre falsas curas o maneras de prevenir el contagio. Otros tantos han sido informaciones falsas acerca de la gestión de la crisis y del gobierno cuya finalidad era estrictamente política.

La RAE define la palabra bulo como una “noticia falsa propagada con algún fin”. La desinformación es uno de los fenómenos más peligrosos de nuestra sociedad tal y como la conocemos. Si hay algo capaz de crear movimientos reivindicativos o ideológicos es la opinión pública. Los medios de comunicación son creadores de opinión y como tales tienen un poder ilimitado.

Desde la Primera Guerra Mundial ya se usaba la llamada propaganda para debilitar al rival y, además, conseguir la aprobación de la sociedad era tan importante como ganar la guerra. Desde entonces, estas técnicas han sido utilizadas en conflictos como la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría o la Guerra Civil Española.

Actualmente, el mundo vive una crisis sanitaria sin precedentes. Con más de 1 millón de casos confirmados y 109.823 fallecidos, el COVID-19 se ha convertido en una enfermedad a la orden del día. Los momentos de crisis son débiles y complicados. Esto provoca que los oportunistas tengan la situación perfecta para aprovecharse de acuerdo con sus intereses.

Muchos son los bulos que han aparecido desde que empezó esta pandemia. Nos encontramos en un momento desesperado en el que corren cadenas en WhatsApp, videos virales en Facebook, supuestos expertos contradiciendo datos y políticos haciendo campaña en busca de votos vacíos.Nosotros, como ciudadanos, tenemos responsabilidades y derechos. El derecho a la libertad de información reconocido en el artículo 20 es componente clave del derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Nuestra responsabilidad es no dejar que las informaciones penetren sin criterio ni contraste.

En una encuesta con una muestra de 28 personas de entre 18 y 60 años, el 43% admite no contrastar la información que recibe. Todos reconocen haber leído alguna vez en redes sociales un titular que resultó ser falso y más del 70% desconoce plataformas dedicadas a desmentir bulos o noticias falsas.Actitudes como no contrastar información en diferentes medios, caer en el “clickbait” y la prensa sensacionalista son errores tan comunes como nefastos. Aprender a informarnos es la asignatura pendiente en nuestra sociedad educativa. El 86% de los encuestados niega que la información ofrecida por los medios sea veraz. La credibilidad está cayendo en picado y el retorno no es fácil. Medios al servicio del poder.

También son muchos los partidos políticos que aprovechan una crisis sanitaria para desestabilizar al gobierno de coalición y abrir un debate político. ¿Es el momento de buscar culpables? ¿Es el momento de apuntar con el dedo y acusar ideológicamente?

VOX, tercera fuerza del país con 52 diputados, dedica el tiempo de esta cuarentena a crear cuentas falsas en Twitter (llamados bots) y fomentar hashtags incriminatorios para
culpar al gobierno de las miles de muertes causadas por el COVID-19. Todo esto mientras la sociedad es golpeada por la dureza del virus.

Pero VOX no ha sido el único partido encargado de plantar el odio en plena pandemia. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha acusado al gobierno de mentir respecto a las cifras de muertos en España. La instrumentalización de los muertos que están haciendo es infame. Lo cierto es que España es un Estado descentralizado y las competencias de Sanidad se encuentran en las comunidades autónomas, es decir, estas aportan al Ministerio de Sanidad los números de contagiados y muertes por el coronavirus.

Como estos, hay numerosas informaciones que corren por las redes y medios con el único fin de crear división. España se encuentra en un momento crítico y nosotros debemos colaborar. Ayudarnos unos a otros, tender la mano y dejar atrás nuestras diferencias. El odio solo conlleva más odio. Si en estas situaciones no estamos unidos, ¿cuándo lo estaremos? Se necesita más solidaridad y menos desavenencia.

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