RESURRECCIÓN[ES] por JUAN ALFREDO BELLÓN Para El Mirador de Atarfe del domingo 19-04-20

Escribo este articulo cuando el coronavirus reina ya en todo el mundo y cuando nos tiene encriptados a todos en nuestros cubiles familiares con tan pocas diferencias que apenas marcan las distancias reglamentarias de unos con otros; pienso en cómo, en pocas décadas, se han llegado a mermar y se han reducido a casi nada esas diferencias que ahora priman más en el orden cuantitativo que cualitativo y en los contrastes entre los grados de oclusión social y en el espaciotemporal en que esta se cumple y los resultados más o menos satisfactorios que en cada caso se han producido.

Por eso es concluyente y prácticamente aceptado en su totalidad que padecemos una pandemia global y que sea tan grave como generalizada y que nos marque las distancias reglamentarias en apenas unas pocas cuestiones que priman más en el orden cuantitativo que cualitativo. Así los contrastes entre los grados de oclusión social, o el tiempo en que esta se cumple y los resultados más o menos satisfactorios que en cada caso se ha producido. Por eso es concluyente y prácticamente aceptado en su totalidad el hecho de que padezcamos una pandemia global y que es tan grave su condición sine qua non para curárnosla que sea global su dominio, de modo que se logre detener la enfermedad y se consiga la sanación de la no corta lista de infectados hasta que sea general el consenso y que el diagnóstico sea unánimemente aceptado y compartido.

El caso es que, pese a quien pese, nadie podrá negar que ya el mundo nunca volverá a ser como fue y, cuando digo el mundo, digo sobre todo también todas y cada una de las personas que lo habitamos, lo que vale decirlo per se y per allio. De lo que se deduce que nada es solo per se y todo también es per allio, encajado en su estructura y colocado en su lugar espacio temporal. Cómo va a entenderse si no el modo como Mariano Rajoy se salta hoy a la torera esa disciplina. Lo que pasa es que, desde ahora, se nos ve el plumero respecto a esa la disciplina de confinamiento, él que es el anterior presidente del Gobierno de un partido que está acatando precisaminamiento en el domicilio familiar, esa obligación cívica que “quién me va a decir a mí que yo atente contra mi libertad y por ello sepa cuanto tiempo lo mismo se le ve a José María Aznar cuando se traslada a Marbella a veranear el mismo día que comienza el confinamiento domociliario en Marbella o si vino o no y qué vinoy qué y cuánto vino debo beber... a mí que he sido el Jefe del Ejecutivo. Es como el mismo concepto patrimonialista del Estado y de sus normas que exhiben los arquitectos y urbanistas de VOX pasándose por el forro de sus vergüenzas la firma colegiada de sus proyectos y colegiación exigida, encima de ser cargos públicos en el Ayuntamiento de Madrid y en otros de su Província y Comunidad, por solo tener un largo apellido que empieza por Espinosa… y que sin embargo recuerda la arisrocracia de pacotilla de La Cenicienta de Disney.

Mientras todo esto sucede, los políticos de la plebe se dedican a asistir a Comisiones y Juntas de Portavoces y de camino reciben del pueblo y de muchos periodistas los insultos de prostituir su tarea constitucional pagándola con el riesgo de contraer la dichosa pandemia y además de jodidos, apaleados.

Incluso hay quien se atreve a amenzarlos ante los tribunales por no haber cumplido con su deber mientras los propios denunciantes gastan el dinero del herario público en querellarse a troche y moche contra todo lo que se mueve porque así, con el dinero de todos los españoles, se escarmienta a los políticos y, de camino, los criminalizan, como conviene a la ideología fascista que tan impunemente se exhibe.

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