Dice María Jesús Montero que en el consejo de ministros hay distintas sensibilidades tratando de justificar la metedura de pata del PSOE más antológica que se recuerda en un gobierno socialista

. Me refiero naturalmente al acuerdo con Bildu para la derogación de la Reforma Laboral buscando conseguir su apoyo (innecesario, además) para mantener el Estado de alarma. Lo que pasa es que, más que esas sensibilidades, lo que esperamos es que tengan sentido. Sentido de Estado (o sentido común, es igual) en un momento crítico en el que nos enfrentamos a una pandemia que ya se ha llevado a más de 28.700 personas; y capacidad para pensar con lucidez, para saber que no todo vale por muy desesperados que estén en esta situación límite.

Al margen de que esa reforma laboral tenga aspectos que requieren modificación, la pregunta es si estamos en el momento adecuado, en mitad de una crisis económica como la que se nos avecina; o, al menos, si no existían unos socios más dignos que Bildu, los herederos del brazo político de ETA, los asesinos de más de 858 inocentes, los que destruyeron miles de familias y sembraron el terror. Unos asesinatos y unas víctimas que Bildu no reconoce tampoco, por cierto, mientras mantiene a los cachorros abertzales en la calle hostigando a la candidata socialista vasca Idoia Mendía. Es decir, que firman un pacto con quienes no respetan la libertad en una maniobra indigna de un partido de gobierno alejándose al mismo tiempo de empresarios y sindicatos.

Por eso ver la rúbrica de Lastra, portavoz en el Congreso de los Diputados y mano derecha de Pedro Sánchez, produce tanta decepción y tanto desencanto. Víctimas fueron los asesinados por ETA y víctimas también son los enfermos y muertos por coronavirus. Y con una sangre ni se lava otra ni se hace política, porque lo acabarán pagando en las urnas que es donde habla el pueblo. Sorprende que, con tal grado de ambición, aún no lo hayan comprendido.

Esta gente, esta clase política actual, sigue sin entender que vivimos un momento de imprescindible consenso ajeno a ideologías. Se trata de salvar a España, sí, pero no se puede uno sentar con cualquiera a la mesa para hacer algo tan estúpido sin que tenga consecuencias. Excepto que seas la protegida de Pedro Sánchez. Eso lo saben la mayoría de los ministros, sean del PSOE o de Podemos, que tienen ahora que lidiar con tamaña insensatez. Les recordaría la fábula del escorpión y la rana, pero debieran conocerla. Por eso no vale que Montero diga que la culpa es del PP y demás grupos: la culpa es de todos por no estar a la altura ética exigida. Lo que pasa es que la firma con Bildu es del PSOE y eso es muy duro. Adriana Lastra ha cometido un disparate y cuando uno yerra tan gravemente sólo queda pedir perdón y dar marcha atrás. Y si la soberbia se lo impide, la opción única para no ser cómplices de la infamia es su cese inmediato.

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