Mientras unos señores en Madrid se esfuerzan en convertir a España en el mayor espectáculo del mundo, que es lo mismo que decir un circo, Granada ha dado la sorpresa de lograr por fin unos presupuestos consensuados.

Quien siga pensando que los unicornios no existen tiene la oportunidad de repensárselo, porque un pacto entre PP, Ciudadanos y PSOE resulta más insólito que un caballo blanco mitológico con un cuerno en la frente con forma de espiral trotando por la Gran Vía. Lo cual que el denominado “pacto del codo”, con los tres portavoces, César Díaz, Manolo Olivares y Paco Cuenca haciéndose la foto (en esta ocasión, la foto es indispensable, mayormente porque si no, no nos lo hubiéramos creído) viene a abrir la puerta a la esperanza de que Granada sea capaz de avanzar en estas circunstancias en que es imprescindible el esfuerzo y la responsabilidad de todos nuestros munícipes para salir adelante en una situación de crisis feroz como la que se nos avecina. Y no digo sólo de los firmantes. Digo de todos: de los veintisiete.

La economía local pivota fundamentalmente sobre el turismo patrimonial y cultural, el puntal de un sector servicios que, en las circunstancias actuales y una vez que alcancemos la fase 3 con todas las precauciones sanitarias, va a necesitar más que nunca medidas de consenso que permita tratar de salvar este precipicio que se intuye en el horizonte español si Europa no toma conciencia de que únicamente desde la unidad saldremos del infierno. En Granada no tenemos sedes de multinacionales o fábricas que sostengan un tejido empresarial potente porque nuestro modelo siempre fue otro. Nos basamos en pequeñas empresas que sobreviven con el agua al cuello, restaurantes, comercios varios, camareros, taxistas, profesionales liberales y la tercera universidad más importante de España, que nadie debe olvidar que es la primera empresa granadina; una institución que tenemos que proteger con el mimo que merece por la cuenta que nos trae a todos.

Por eso, es tan importante este acuerdo impensable hace tres meses; implica a priori que parece que todos arriman el hombro desde su conocimiento para construir futuro. Se requiere una generosidad nunca vista antes (por lo menos yo no la recuerdo) en la Plaza del Carmen para llegar a pactos entre personas distantes ideológicamente pero que comparten un objetivo honorable y común: librarnos de la quiebra, tomar decisiones que favorezcan el empleo en esa recuperación económica que se avecina lenta y angustiosa que, evidentemente, debe tener como un eje esencial los servicios sociales y salvar las pymes, sin perder de vista que el sector cultural, habitual cenicienta en cuanto a partidas económicas, hay que preservarlo invirtiendo porque es una de nuestras señas de identidad para lograr la Capitalidad 2031 y sus beneficios consiguientes. No se conoce aún el detalle presupuestario, pero esperamos mucho de sus responsables por la pluralidad que representan las siglas de los firmantes. No sería tolerable otra cosa en un momento con una desolación tan absoluta de fondo. Necesitamos hechos y un rotundo compromiso por Granada.

PUBLICADO EN IDEAL EL 1/6/2020

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