Lo suyo es dar el titular, salir en la foto, aunque sea para dar una imagen de despiste de la Junta de Andalucía que no era justificable ni para el propio bipartito en Granada

El caos venía de lejos y no lo vimos llegar. Una vez que se nos ha muerto una parte sustancial de la generación que ha construido la España que habitamos, demasiada gente ha decidido que había que continuar viviendo, como si el virus fuera como la lluvia de Borges: algo que sólo sucedía en el pasado. Pero no, el virus seguía aquí, agazapado detrás de la sombra de ausencias, dispuesto a atacar en cuanto nos despistáramos lo suficiente, tal y como ha sucedido. Mientras, los políticos empezaron la semana del Pilar anunciando que iban a anunciar, que es como una rotonda que no acaba de llevarnos a ninguna parte. Pero el martes, salió el superconsejero Elías Bendodo a despejar la incógnita, a resolver la ecuación granadí donde los contagios son una pesadilla insostenible, para salvar la situación con una medida que a nadie se le hubiera ocurrido: cerrar la universidad quince días que ahora parece que van a ser diez. Lo cual que, la misma semana que se abrió la discoteca ‘Mae West’, el Sr. Bendodo clausuró las clases presenciales explicitando además que los contagios no se producían en los bares sino en las residencias universitarias, que es como darle una vuelta a un chiste de Gila para que pierda toda la gracia sin desperdiciar su poquito de surrealismo, que es un ámbito que domina bastante bien la clase política actual y Bendodo en particular. Y claro, se armó el pifostio, porque si hay un lugar donde se cumplan estrictamente las medidas de seguridad, higiene y distancias, ésa es la universidad, por lo menos la de Granada. Otra cosa distinta es que algunos estudiantes, cuando acaban las clases, se vayan de juerga y se olviden del precipicio que tenemos enfrente, pero eso ya no es culpa de una institución que es un eje esencial socioeconómico de la ciudad.

Eso es simplemente inconsciencia que debiera tener su repercusión en forma de sanciones (o lo que proceda). Pero Bendodo, que es un señor de Málaga que lo mismo cierra la UGR que defiende la celebración de las corridas de toros veinticuatro horas después escudándose en que estamos en un país libre, no está a estas cosas menores como que la realidad le estropee la posibilidad de mantener un puñado de votos. Lo suyo es dar el titular, salir en la foto, aunque sea para dar una imagen de despiste de la Junta de Andalucía que no era justificable ni para el propio bipartito en Granada. Mayormente porque no se puede argumentar (mirando a la ciudadanía a la cara) aquello que es una majadería con todas sus letras, coger el rábano por las hojas en una crisis que fue acrecentándose y que trajo, cuarenta y ocho horas después, una reunión urgente de las fuerzas vivas con el Consejero de Sanidad y una ristra de medidas asociadas a la restricción del ocio mucho más razonables desde el punto de vista científico. No cabía otra. Apoyarnos en expertos e ignorar salidas de pata de banco como las de Bendodo es la única posibilidad que cabe para protegernos si no queremos replicar aquella portada de “Hermano Lobo” en la que un político daba a elegir al pueblo entre los políticos o el caos. El pueblo elegía el caos y el prócer, sin despeinarse, replicaba: da igual, el caos también somos nosotros.

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