Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.

En España hay una generación de chicos y chicas que crecimos con la EGB. Nuestras madres quitaban el polvo con «Centella», lavaban la vajilla con un bote blanco con el tapón naranja de «Mistol», al Jabón de «Marsella» le llamaban «Lagarto». Nuestras bicis eran «BH» y nuestras primeras zapatillas de deporte fueron unas «Paredes».
 
Nos cortaban el pelo «a navaja». Todos veíamos sólo TVE, aunque podíamos elegir entre el UHF y el VHF. Todos bebíamos gaseosa «La Casera», “Lanzós”, “Los 15 Hermanos” o «La Revoltosa». Los hombres fumaban «Ducados». Los chicles eran «Cheiw» y los caramelos «PEZ». Escribíamos con un bolígrafo “Bic” que si era naranja escribía fino y si era de cristal escribía normal. No hacíamos fotocopias, usábamos papel carbón, y si te equivocabas al escribir algo, con suerte borrabas con una goma “Milán”, o de lo contrario, si quedaba muy emborronado, volvías a empezar.
 
La gente dormía de miedo en los nuevos colchones «Pikolín» y el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad ganaban las Ligas por pares hasta que a Butragueño le dio por enseñar los huevos. A Sabrina se le escapó una teta en la Gala de Nochevieja y en todo el país no se habló de otra cosa hasta el mes de marzo. A Alaska le dejaban presentar en la tele el programa para críos «LA BOLA DE CRISTAL» con la bruja Avería. Una señora le contaba a «Encarna de Noche» que se le quemaba el hijo en Alcobendas porque tenía las empanadillas haciendo la mili.
 
Una caja de 12 «Plastidecores» era un buen regalo de cumpleaños y por uno «color carne» eras capaz de matar. Una caja de 24 rotuladores “Carioca” era casi como soñar. Una bolsa de pipas «Facundo» de 15 pelas era enorme y por una peseta te daban dos «Sugus». Repartían álbumes a las salidas de los colegios para engancharte a la colección. Los sobres de cromos costaban 5 pelas.
 
Las «María» eran «Fontaneda», los camiones «Ebro» y las furgonetas «DKV». El camión del butano tocaba la bocina y los críos nos hacíamos brechas en los hierros oxidados de los columpios del parque. Llevábamos coderas y rodilleras.
 
En vez de un Magnum Almendrado, pedías un «polo de limón» y a veces, el chocolate era «La Campana de Elgorriaga». (malo, malo, malo). Hubo muchas niñas cuya primera colonia fue «Chispas». Y no había cartones de leche en tetrabrik, había dos opciones o venía en bolsa de “Leyma” o la había que ir a buscar con la lechera. No había ketchup, lo más parecido era el tomate frito “Solís” con el que regábamos aquello que no nos gustaba para disimular el sabor. El detergente venía en tambores redondos que una vez vacíos tenían múltiples utilidades, casi siempre era nuestra primera papelera, aquello sí que era reciclar. Y en vez de grabadoras de DVD y CD-ROM, te ibas a casa de tu colega con radiocasette de doble pletina a llenar una TDK de 90 minutos de música. Y con Teleindiscreta y el Súper Pop regalaban pegatinas de UVEEEEEEEEEEE!!!! 
 
El helicóptero de «Tulipán» aterrizaba en las piscinas para regalar bocadillos en los anuncios de la tele. Aquella generación empleábamos el vaso de «Nocilla» para desayunar o para beber agua. Así que la Nocilla, ni mentarla. Además, es «leche,cacao, avellanas y azúcar». A saber que le echarán a la Nutella esa…
 
Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin Airbag. No tuvimos puertas con protecciones o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. Pasábamos horas construyendo nuestros «vehículos» con rodamientos, sustituyendo a las ruedas para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema. Nadie sufrió hernias ni dislocaciones de huesos. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos, no había móvil.
Eso sí, nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar allí el rato. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza… Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo.
 
Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una cartera sin ruedas ni nada por el estilo. Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando.
 
Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagió de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el colegio. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente. No tuvimos Playstations, Nintendo, vídeojuegos, 99 canales de televisión, películas en vídeo, sonido surround, móviles, ordenadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrándonos por los suelos, destrozando la ropa.
Nosotros sí tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos; salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a la peonza, a las canicas, a la lima, al rescate, al escondite, al pilla pilla,  los cromos, a la comba, las gomas… En fin, tecnología punta. Íbamos en bici o andando hasta su casa y llamábamos a lapuerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, ¡nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel! ¡Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos?
 
Hicimos juegos con palos, botellas y balones de fútbol improvisados, y comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas. Bebíamos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques,, agua sin embotellar, ¡¡donde chupaban los perros!! Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la escopeta de balines, o con el tirachinas, antes de ser mayores de edad y sin adultos, DIOS MÍO!!
 
Ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo y ¡¡no en un chat diciéndolas que son muy guays!! Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si trasgredíamos alguna ley, era inadmisible… Si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y a callar. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.
¿Tú eres uno de ellos? ¡Enhorabuena!
 
JULIO RIUIZ ARATE
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