Victoria Kent Siano (Málaga, 6 de marzo de 1891-Nueva York, 26 de septiembre de 1987) fue una abogada y política republicana española. Fue la primera mujer en colegiarse el Colegio de Abogados de Madrid, en 1925, y la segunda española, tras Ascensión Chirivella Marín (que se colegió en Valencia en 1922), durante la dictadura de Primo de Rivera,​ y la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar.

Nacida en Málaga, vivió allí hasta 1917, criada por su padre, José Kent Román (comerciante de tejidos), y su madre, María Siano González, que ejercía como ama de casa. Sus padres, de talante liberal y mentalidad más abierta de lo habitual, le permitieron estudiar Magisterio en Málaga y matricularse luego en Derecho de la Universidad Central de Madrid.

En 1920 ingresa en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, cursando la carrera como alumna no oficial y recibiendo clases de profesores como Jiménez de Asúa o Felipe Sánchez-Román. Se licenciará en junio de 1924 y se colegia en enero del siguiente año, realizando sus primeras intervenciones como abogada defensora ante los tribunales. Ya en 1931 se haría un nombre al defender ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina a Álvaro de Albornoz, miembro del Comité Revolucionario Republicano

Al poco de su llegada a Madrid se afiliará a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas y la Juventud Universitaria Femenina, dirigida por María Espinosa de los Monteros;4​ representando a dicha entidad en un congreso en Praga en 1921.

Afiliada al Partido Republicano Radical Socialista (PRRS), fue elegida en 1931 diputada de la conjunción republicano-socialista de las Cortes republicanas constituyentes por Madrid (provincia) con 65 254 votos.67​ En las elecciones del 16 de febrero de 1936, Victoria Kent fue elegida diputada por Jaén,7​ en las listas de Izquierda Republicana (IR), que formaba parte del Frente Popular.

Llegaría a presidir el comité del Distrito centro de Madrid y a fundar la rama femenina de la organización: el Ateneo Femenino Radical-Socialista.

Sería además vicepresidenta desde 1926 del Lyceum Club Femenino, recientemente fundado, e impulsora junto con Clara Campoamor y Matilde Huici, mujeres que compartían sus ideales feministas, del Instituto Internacional de Uniones Intelectuales.

Uno de los momentos más distinguidos y controvertidos en la vida y obra de Victoria será su oposición al sufragio femenino ante las Cortes españolas en 1931, cuando se enfrentaría a otra feminista, Clara Campoamor, en una batalla dialéctica y trascendental sobre una cuestión que repercutiría enormemente en los derechos de las mujeres. Su opinión era que la mujer española carecía en aquel momento de la suficiente preparación social y política y que, debido a la influencia de la Iglesia, su voto sería conservador y perjudicaría a la República. La opinión de su oponente era, en cambio, que pese al resultado de las urnas, toda mujer debería tener el derecho de votar, pues defendía la igualdad de todos los seres humanos. El debate fue seguido por los medios de comunicación, que espolearon burlas y comentarios como: «dos mujeres solamente en la Cámara, y ni por casualidad están de acuerdo«, o «¿qué ocurrirá cuando sean 50 las que actúen?«. De hecho, la prensa las apodó irónicamente La Clara y la Yema.13​ Tras su intervención Victoria perdería su popularidad, no saliendo elegida como diputada en las elecciones de 1933.

Finalmente, el debate lo ganaría Campoamor, logrando que en las siguientes elecciones, en 1933, votasen las mujeres por sufragio universal. La derecha se presentó unida, al contrario que la izquierda, y ganó. Posteriormente la izquierda culpó a las mujeres y, en especial, a Clara Campoamor, por esa victoria.13

Estas fueron algunas de las ideas que presentaría en el debate con Clara Campoamor el 1 de octubre de 1931 sobre el derecho de voto de las mujeres:

«Creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal. Quiero significar a la Cámara que el hecho de que dos mujeres se encuentren aquí reunidas opinen de manera diferente, no significa absolutamente nada, porque dentro de los mismos partidos y de las mismas ideologías, hay opiniones diferentes (…). En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano, nos levantemos aquí para decir: es necesario, aplazar el voto femenino (…). Señores diputados, no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República (…). Pero hoy, señores diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer»

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