Objetivo: 2.000 millones de vacunas contra la covid-19 para todo el mundo

La OMS estima que es necesario que, al menos, un 70% de la población global esté inmunizada contra el coronavirus para frenar su transmisión. Para garantizar que los países pobres también acceden a las vacunas que se están desarrollando ya se ha creado un mecanismo de financiación y distribución

“Creemos que se necesita entre un 60% y un 70% de la población inmunizada para romper la cadena de transmisión”. Son palabras de la jefa científica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Soumya Swaminathan. Esa protección colectiva contra la covid-19 se podría lograr de forma natural al contagiarse toda esa proporción de habitantes del planeta con el SARS-CoV2, el virus que provoca la enfermedad. Pero ese sería un proceso “muy largo” y “costaría muchas vidas”, ha recalcado en diversos foros.

Una vacuna evita lo uno y lo otro. Y ya hay dos candidatas en la fase final de aprobación para empezar a ser suministradas. Para garantizar el acceso de forma equitativa en todo el planeta, se creó en abril Covax, una plataforma de países ricos y pobres para aunar esfuerzos en la investigación, negociación de los precios y distribución. El objetivo de esta alianza es proveer a los 187 socios con 2.000 millones de vacunas en 2021, también a los 92 de renta baja y media que no se pueden permitir adquirirlas.

Para asegurar que los países sin recursos las reciban en igual cantidad y al mismo tiempo que los prósperos, se creó el compromiso de Mercado Anticipado Covax (AMC, por sus siglas en inglés), un fondo que se nutre de la ayuda oficial al desarrollo de los donantes, así como contribuciones del sector privado y la filantropía para garantizar precios muy asequibles a las economías más precarias. Esta hucha ya cuenta con más de 2.000 millones de dólares. Los últimos 350 (de los 500 recaudados, incluidos otros conceptos) llegaron del bolsillo de la Comisión Europea con 120 millones de dólares (100, en euros), otros 120 de Francia (100, en euros), 60 de España (50, en euros) y la Fundación Bill y Melinda Gates añadió 50 más (42,15 millones de euros), que anunciaron estas aportaciones en el Foro de Paz de París el pasado 13 de noviembre.

“Esta financiación permitirá a Covax reservar y acceder a mil millones de vacunas para las economías elegibles para este mecanismo, y harán falta al menos otros 5.000 millones en 2021 para adquirir dosis a medida que haya más en cartera”, apuntan desde Gavi (la Alianza Mundial para las Vacunas). Sin embargo, disponer de los fondos no es lo único que garantiza adquirir las vacunas para todos. Oxfam denuncia que la mitad de dosis de las principales candidatas están ya comprometidas por contrato con países ricos, que representan el 13% de la población mundial. “Esto está lejos de parecerse a un acceso universal, que es un derecho”, comenta el dato Eva Iraizoz, de la Fundación Salud por Derecho. “Es indispensable que vacunas seguras y eficaces lleguen a todo el mundo independientemente de su capacidad económica o el país en el que vivan”, agrega.

“Hay muchas razones por las que las vacunas tienen que ser equitativas, algunas son morales y otras por propio interés”, explica Orin Levine, responsable del programa de distribución de la Fundación Bill y Melinda Gates, en una videollamada. Las primeras tienen que ver con que “compartimos un planeta y el acceso no debería depender de la lotería de dónde has nacido”. Las egoístas están relacionadas con “parar la circulación del virus”, lo que, como la especialista de la OMS indicaba, no se conseguirá sin una elevada tasa de cobertura de inmunización. “El mundo no puede volver por completo a la normalidad, con la reanudación de los viajes y el comercio, hasta que termine la fase aguda de esta pandemia”, comentan desde Gavi por correo electrónico. “Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo”, subraya Levine.

Hay muchas razones por las que las vacunas tienen que ser equitativas, algunas son morales y otras por propio interés

Orin Levine, Fundación Bill y Melinda Gates

Ante el argumento de que el número de casos y la mortalidad ha sido menor en los países pobres y podría no ser necesario vacunar a sus poblaciones, Benjamin Schreiber, coordinador de Unicef para las vacunas covid-19 y director adjunto de programas de inmunización, lo niega. “En realidad no sabemos cuál es la carga de la enfermedad en muchos de ellos porque la capacidad de hacer test es limitada. Así que no es correcto decir que tienen menor incidencia”. Y añade: “Esto es una pandemia, afecta a todo el mundo en todo el planeta. No puede ser que los países ricos lo compren todo y los pobres sean abandonados”.

Levine se muestra optimista de que se conseguirán los 5.000 millones para garantizar dosis a los menos adelantados. “En muy poco tiempo tenemos ya dos vacunas, es un logro científico sin precedentes”, afirma. Por eso, cree que la humanidad será capaz de emprender y culminar con éxito una distribución universal como nunca antes se ha hecho: “1.000 millones de dosis, para adultos y por todo el planeta”. “Pero tiene que haber un plan con atención a los detalles de quién, cómo y dónde recibe las vacunas”, apostilla. Según lo acordado, Covax tiene como objetivo inmunizar primero a los trabajadores sanitarios de primera línea y, en segundo lugar, a las poblaciones vulnerables, remarcan desde Gavi. “Esos grupos están en riesgo en todo el mundo”.

Esto va a suponer un desafío en términos de disponibilidad, distribución y demanda, enumeran los expertos. “Ya tenemos grupos de trabajo con los países para preparar la llegada de las vacunas: la logística, la seguridad y la aceptación”, anota el responsable de Unicef. La escasez va a ser un problema, asegura Iraizoz. “La capacidad actual de producción de vacunas es limitada y ya se sabe que no vamos a poder cubrir la demanda global en los próximos dos años”. En su opinión, se podría aumentar el alcance si las compañías compartieran las patentes y se localizaran industrias por todo el planeta, también los países de renta media. “Pero los más ricos se han enfocado en la carrera de garantizarse sus dosis desde una postura nacionalista y proteccionista”, advierte. Schreiber no lo tiene tan claro: “Construir fábricas de vacunas no es fácil, lo tienen que hacer las farmacéuticas, así que lo que nos tiene que preocupar es cómo llevarlas y promocionarlas eficazmente”.

El otro escollo es la distribución en países con infraestructuras precarias. No solo se trata de transportarlas, también a zonas remotas de difícil acceso, sino con conservarlas en frío todo el trayecto. “La presentación de Moderna se mantiene a -20 grados centígrados; esa puede llevarse porque ya hay equipamiento para ello, como se hace con otras que requieren de congelación, como la polio. Y esperamos que pronto haya más anuncios de vacunas eficaces y veremos si son buenas opciones”, explica el responsable de Unicef por teléfono. La de Pfizer-BioNTech requiere una temperatura de 70 grados bajo cero, lo que hace más complicado su traslado, “pero no es imposible”, matiza Schreiber. Y no todo está por hacer. “Gavi y Unicef llevamos años invirtiendo en la modernización de la cadena de frío. Esos recursos están ya en funcionamiento y servirán para almacenar en destino las vacunas de la covid-19”.

La vacuna de la covid-19 se enfrentará a los retos de siempre, con la dificultad añadida de la envergadura de la operación

Disponer del equipamiento y experiencia no asegura del todo que lleguen a todo el mundo. Prueba de ello es que otras vacunas están todavía lejos de una cobertura aceptable en los países más pobres. A pesar de los progresos, innovaciones, conocimiento y experiencia que se han acumulado en las últimas décadas, sobre todo desde el 2000, cuando se fundó Gavi, ganadora del premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2020. La de la covid-19 se enfrentará a los retos de siempre, con la dificultad añadida de la envergadura de la operación.

Uno de esos obstáculos habituales, que será aún mayor en la lucha contra el SARS-CoV2, será lograr la aprobación de la vacuna por parte de la población. “Hay mucha gente que está preocupada por la seguridad. No tenemos que dar por sentado que todo el mundo la vaya a aceptar”, advierte Levine, de la Fundación Gates. “Los países tienen que trabajar con las comunidades para explicar la importancia de ponérsela e informar de los posibles efectos, como la fiebre”.

Unicef ya está trabajando en este sentido, afirma Schreiber. Este organismo tiene amplia experiencia en la materia, pues ya realizan esta labor de información y sensibilización, junto con los Gobiernos y actores implicados, en contextos muy complicados para lograr el éxito de las campañas de inmunización en las que además apoyan con personal sanitario especializado. Con su ayuda se erradicó la polio en India, donde gran parte de la población, predominantemente la musulmana ―que representaba el 22,6%―, se estaba negando a vacunar a sus hijos bajo la creencia de que las fiebres que provoca la vacuna eran malas y que las niñas en el futuro no se podrían quedar embarazadas. Con la de la covid-19 ya están pensando en cómo abordar este reto.

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Alejandra Agudo

Bayise Bekele, de 27 años, una de las enfermeras que participa en la campaña de vacunación contra el sarampión para combatir el último brote en Etiopía.Nahom Tesfaye (UNICEF)
 
 
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