«No hay que fiarse de cualquiera, sobre todo si está en la calle»

El ‘go’ es uno de los juegos de mesa más antiguos del mundo. Se originó en China hace alrededor de 2.500 años y, aunque sus reglas son sencillas, es uno de los entretenimientos de estrategia más complejos que existen. Sus partidas se disputan sobre un tablero cuadriculado con 19 casillas por lado, donde un jugador añade fichas blancas y el otro negras. El objetivo es «conquistar» territorios, para lo cual es necesario rodear las fichas del contrincante con las propias. Quien más territorio conquiste a su adversario, gana.

Estará pensando que esto no tiene nada que ver con los códigos QR, pero al contrario. Fue precisamente este pasatiempo en el que se inspiró el ingeniero chino Masahiro Hara para crear dichos módulos de almacenamiento de datos. «Un día, al disponer las piezas en blanco y negro sobre la cuadrícula del tablero, me di cuenta de que era un modo muy fácil de transmitir información. Fue como una revelación», explicó Hara en una entrevista.

Originalmente, los códigos QR nacieron como sustitutos de los códigos de barras, que eran limitados para gestionar grandes volúmenes de información. Su primera aplicación fue en el ámbito de la manufactura pero, actualmente, su uso se ha extendido tanto que el sistema está omnipresente en casi todos los aspectos de nuestras vidas. Al ir a recoger un pedido online a una tienda, al acceder a un concierto, al realizar un pago, en la publicidad, en los telediarios, los cajeros automáticos y, más recientemente, ¡incluso en las lápidas de los difuntos! como parte de un servicio que proporciona información sobre los fallecidos.

«El ‘boom’ lo ha provocado el acceso a las cartas de menú de la hostelería» Jordi Serra

Llevan con nosotros más de dos décadas, pero la pandemia de Covid-19 los ha hecho más populares que nunca. Así lo indican varios estudios, como el que entrevistó a ciudadanos de Estados Unidos y de varios países europeos, entre ellos España, y determinó que un 82% los había utilizado alguna vez y un 72% lo había hecho en el último mes.

«Los códigos QR ya se utilizaban, pero no lo hacía tanta gente como ahora o, al menos, no con tanta frecuencia. Su gran ventaja es la ‘facilidad’ de uso en tiempos en los que el contacto táctil puede representar un riesgo para la salud», explica el profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Jordi Serra, quien señala que «el ‘boom’ lo ha provocado el acceso a las cartas de menú de la hostelería». Los datos del estudio lo avalan. Actualmente, los bares y restaurantes son los lugares en los que se utilizan más estos códigos, con un 44% de los encuestados.

Evitar timos

Esta tecnología gana adeptos cada día. Siete de cada diez ciudadanos consideran que los códigos QR hacen «la vida más fácil» pero, al mismo tiempo, las brechas de seguridad de es lo que más inquietud les despierta sobre este mecanismo.

Escanear con el móvil códigos QR puede ocasionar estafas o robos de datos por distintos motivos. Por ejemplo, hay ciberdelincuentes que los utilizan para redirigir a páginas web de entidades bancarias fraudulentas, que son copias de las reales, y obtener nuestros datos financieros. Otros los aplican a las redes sociales, donde suplantan nuestra identidad y piden un rescate para devolvernos el control de las cuentas. Para utilizar Whatsapp en el ordenador, mismamente, hay que escanear uno de estos códigos, y muchas cuentas de dicha aplicación han sido secuestradas de esta forma.

Lo que hacen los códigos QR es dirigirnos a una URL, es decir, a una dirección de internet, y ahí es donde puede aparecer el problema. Serra nos da algunos consejos para evitar este tipo de timos. «En primer lugar, hay que desconfiar de cualquier código si no sabemos quién lo ha generado», advierte. «No te fíes de los que están en lugares accesibles a todos, por ejemplo, en un cajero del banco situado en la calle, ya que los ciberdelincuentes pueden haber superpuesto un QR falso fácilmente». Para comprobarlo, podemos examinar la superficie donde está impreso y descartar que hayan colocado un papel con otro código encima. Por último, «configurar en los ajustes del teléfono un aviso antes de abrir el contenido del código, para analizar la dirección web a la que nos va a dirigir. Si vemos que la URL no es la correcta o que no termina en ‘.es’, por ejemplo, no debemos abrir el enlace».

El uso masivo derivado de la crisis sanitaria provocará, según los expertos, más delitos de este tipo. La vicepresidenta de la compañía Mobileiron, Becca Chambers, apunta en un artículo que los riesgos de estos códigos son «muchos y variados» y alerta: «Necesitamos ser conscientes de ellos porque estamos todos escaneándolos. Los hackers se van a aprovechar de sus fallos de seguridad para organizar ataques».

Una herramienta para monitorizar la Covid-19

No todo son peligros. Con los códigos QR también se está evitando la manipulación de objetos, previniendo, de algún modo, que entrar en contacto con el coronavirus. En China, más del 90% la población utilizó este sistema de código de colores para monitorizar la Covid-19 y se aplicó también para el transporte, en restaurantes, ascensores, así como para facilitar el acceso a lugares como Disneyland o para pagar los impuestos.

Masahiro Hara, el creador de esta tecnología, se ha mostrado «sorprendido» de que se utilice su código «para mejorar la seguridad de las personas». En una entrevista reconoce que se creó enfocado a la economía: «Nunca pensamos que se pudiera usar para algo como esto». Pero lo cierto es que la pandemia ha provocado un incremento que aún se mantendrá en el tiempo. La previsión del Fondo Monetario Internacional (FMI) es que esta industria crezca, hasta 2027, una media del 8,7%.

FOTO: Iván bravo
https://www.ideal.es/vivir/tecnologia/consejos-usar-codigos-qr-20210116144637-ntrc.html
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