‘Adiós a las armas’, la gran historia de amor de Hemingway

Considerada una de las descripciones más certeras y descarnadas de la Primera Guerra Mundial

Hemingway nació en 1899 en Oak Park, Illinois. Forma parte ya de la mitología del siglo XX, no solo gracias a su obra literaria, sino también a la leyenda que se formó en torno a su azarosa vida y a su trágica muerte. Durante la Primera Guerra Mundial, se enroló en la Cruz Roja. Estuvo en la Guerra Civil española y en otros conflictos bélicos en calidad de corresponsal. En la década de los años 20 se instaló en París, donde conoció los ambientes literarios de vanguardia. Es el autor de ‘El viejo y el mar’, ‘Por quién doblan las campanas’ o ‘Fiesta’. En 1954 obtuvo el Premio Nobel. Siete años más tarde, sumido en una profunda depresión, se quitó la vida.

‘Adiós a las armas’ se publicó en 1929. Es una de las descripciones más certeras y descarnadas de la Primera Guerra Mundial, extensible a cualquier conflicto bélico. Pero también es una maravillosa novela de amor. Como todas las novelas de Hemingway, la puedes leer superficialmente y fijarte solo en la historia, pero cuanto más se profundiza, cuanto más la lees, te das cuenta de todo lo que encierra, de la profundidad de lo que cuenta.

Las semejanzas entre Hemingway y el protagonista de la novela

Como señala Alejandro Gamero, ‘Adiós a las armas’ es el contrapunto a la imagen clásica de Hemingway: ese fornido y áspero tipo que es al mismo tiempo soldado y periodista. No es difícil hacer la identificación entre el propio Hemingway y Frederick Henry, el protagonista de ‘Adiós a las armas’, debido al componente fuertemente autobiográfico de la obra: ambos eran de origen norteamericano, fueron conductores de ambulancias en el ejército italiano, consiguieron la Medalla de Plata al Valor, sufrieron heridas en las piernas y en una rodilla y fueron ingresados en un hospital en Milán donde vivieron una historia de amor con una enfermera.

Según Alejandro Gamero, la derrota contamina el libro en cada una de sus páginas, en cada palabra. Los personajes del libro sirven a Hemingway para exponer su propia teoría sobre las guerras. El pesimismo es absoluto: la guerra no acabará aunque uno de los adversarios cese de luchar, porque es algo que no termina nunca, porque en definitiva, «la guerra no se gana con la victoria».

Como señala Juan David Almeyda Sarmiento, en ‘Adiós a las armas’ se manifiesta el fenómeno del amor tal y como lo construye el filósofo José Ortega y Gasset y se encuentra en la novela una mirada del acto amoroso como una descentralización del sí mismo, en otras palabras, el amor entendido como una gravitación hacia el otro, como el máximo trabajo de la naturaleza para hacer que cada ser humano salga de sí mismo hacia otra cosa o persona.

En su artículo ‘El horror de la guerra’ Javier Reverte señalaba que ‘Adiós a las armas’ sigue siendo un modelo de literatura potente y sencillo. Para muchos, es la mejor novela de Hemingway; para bastantes, el relato que refleja con más crudeza lo que fue la Primera Guerra Mundial; casi todos estamos de acuerdo en que se trata de una de las mejores narraciones bélicas de la literatura.

La historia de amor con una enfermera en plena Guerra Mundial

Hemingway se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial y mantuvo un romance con una enfermera. Al reponerse, regresó a Estados Unidos y nunca más volvió a encontrarse con aquella mujer, que era algo mayor que él. Esa sencilla historia, que pudo sucederle a muchos otros soldados de aquel cruento conflicto, la transformaría pocos años después el talento del escritor en un magnífico libro sobre el amor, la guerra y la muerte.

Según Javier Reverte, Hemingway se había propuesto desarrollar una escritura donde prevaleciera, sobre el adjetivo y cualquier modo de barroquismo, el valor del verbo y la sencillez en la expresión. A cualquiera que le dieran unas hojas sueltas de esta novela sin decirle quién era el autor reconocería de inmediato el estilo de Hemingway. Es una de las mejores cualidades del escritor: ser distinto y lograr, desde la sencillez y la exactitud un poder evocador.

Cuenta Javier Reverte que la novela retrata la guerra con un punto de vista absolutamente contrario al estilo de reportero-soldado que al escritor le gustaba lucir. ‘Adiós a las armas’ es un libro sobre el horror de la guerra, y aunque el escritor no toma partido directo en su condena, el retrato de ese horror provoca en los lectores un hondo sentimiento de repulsa. La guerra es triste, dura y cruel; la muerte ronda sobre las trincheras y sobre los hombres atemorizados; no hay chulería, en todo caso hay valor, ese coraje para combatir la adversidad que es la suprema cualidad humana en la literatura de Hemingway. Lo dejó claro años después en su novela ‘El viejo y el mar’, que le valió el Premio Nobel: «Un hombre puede ser destruido pero nunca derrotado».

CADENA SER

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