«NAJAT EL HACHMI Premio Nadal 2021» por Alberto Granados

El año literario ha empezado con fuerza y calidad. Este Nadal es, en efecto, una gran novela escrita por Najat El Hachmi con la intención de cuestionar prejuicios y estereotipos sobre las mujeres musulmanas.

El lunes nos querrán (Ed. Destino, 2021, 304 páginas) está escrita por una mujer que ha pasado por muchos caminos que, en situación normal, le habrían sido vedados: desde la inmigración y la vida de barrio lumpen ha cursado una carrera universitaria, ha publicado varias novelas y ensayos, colabora con medios de prestigio, y el premio la catapultará definitiva y merecidamente. Ha superado los obstáculos que por la lógica interna de las cosas tendrían que haberle resultado insuperables por migrante, por pobre, por marginada y, especialmente, por ser mujer.

La autora, parece tener un amplio conocimiento (¿autobiográfico?) de la problemática de sus compatriotas musulmanas y de las limitaciones que les impone ese Islam integrista y medievalista que parece marcar tendencia en los últimos tiempos. La novela se inicia cuando la protagonista y su mejor amiga empiezan a experimentar los cambios de la pubertad, situación que les supondrá nuevas exigencias de modestia y comportamiento, ya que son mujeres casaderas y el decoro de la familia es un valor decididamente fuerte en la cosmovisión familiar, especialmente en el padre. La protagonista se refugia en sus estudios, siempre con la amenaza de obligarla a abandonar el instituto al primer error, pese a que el profesorado asegura sus capacidades. La vida es para ella una constante presión en que tiene como enemigos a su propio cuerpo, sus impulsos y a su familia. Sueña con un hipotético lunes en que será aceptada, la presión se desvanecerá y se sentirá libre para decidir su propia vida, mientras se muestra decididamente hostil con los demás compañeros, con los que evita cualquier relación fuera de clase. Se le permite seguir los estudios porque no ha cometido ningún error y en el chismoso barrio, periferia de la periferia, no ha surgido el menor rumor. Solo así consigue ir a la Universidad. Su amiga, por el contrario, tiene la energía de la mujer capaz de emprender cualquier idea para salir adelante. Una soñadora, otra decidida emprendedora se sirven de apoyo recíproco, casi de justificación de las decisiones propias de cada una.

Pero la bonanza desaparece y el propio padre acusa a la protagonista de ser la deshonra de la familia. Y empieza un nuevo infierno en el que solo cuenta con su amiga, que ya ha dado el paso casándose con un chico musulmán. Las dos amigas inician un camino de degradación humana en que sus sueños van desmoronándose uno a uno.

Formalmente, la novela es una especie de larga carta que la protagonista dirige a su amiga por indicación del siquiatra que la trata de su negativo sentido de la vida, con la paradoja añadida de que ha conseguido ser una mujer libre, en el sentido occidental de la palabra, una chica como las demás, aunque a costa de haberse desprendido de todo lo que le importaba. ¿Moralismo maniqueo? En absoluto. Lo que queda de manifiesto es que, pese a las derrotas y desgarros, cada persona tiene que luchar por ocupar el espacio que le corresponde, aunque sea el lugar que llegará cualquier lunes soñado.

La relación entre las dos amigas, junto a un número escaso de personajes, es el núcleo narrativo, que se desarrolla con una precisión de reloj suizo: todo en el texto resulta imprescindible y definitivo. No parece sobrar el menor elemento, tal es el rigor narrativo de esta novela, cuya lectura me ha abierto a leer otros libros de la autora.

El lunes nos querrán me ha recordado intensamente una tetralogía que leí a comienzos del año pasado y que firmaba alguien que se hacía llamar  Elena Ferrante (La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida La niña perdida). También en esta saga se trataba de la compleja relación entre dos amigas en el Nápoles más marginal y mafioso. Pero en estas novelas se notaba demasiado lo artificioso del texto, la firme vocación de best-seller. Y su falta de pulso. Lo contario de estas 300 páginas de la novela de Najat El Hachmi, donde todo resulta creíble, auténtico y decididamente bien escrito. Tal vez la única objeción sea que hay momentos en que el desesperado relato tiende al melodrama, algo que la propia protagonista reconoce, pero es que el tono de lo que cuenta no puede ser otro para tanto contratiempo personal. Por lo demás, una novela y una autora llamadas a convertirse en un justificado éxito literario.

Alberto Granados

https://albertogranados.wordpress.com/

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