En este país donde “de diez cabezas, nueve/ embisten y una piensa” que decía Machado, todos los días suceden cosas surrealistas dignas de mención, de sátira o epigrama, pero es que a los columnistas ha acabado por darnos pereza hablar siempre de lo mismo, del monotema español que no es otro que los despropósitos de gran parte de nuestra clase política campando por nuestros respetos.

Porque hubo un tiempo (yo era tan pequeña que casi no lo recuerdo) en que ejercer un cargo público conllevaba un compromiso ético, una responsabilidad, un saber estar y un saber decir cuando le ponían al prócer de turno un micrófono o una cámara delante. Ahora hemos llegado al tiempo vislumbrado por don Antonio cuando afirmó: “nunca extrañéis que un bruto/ se descuerne luchando por la idea”. El otro día, sin ir más lejos, casi le pasa a Santiago Abascal buscando la foto/insulto perfecto en Vallecas.

Pero la cúspide de la estulticia nacional la alcanza esta semana la nueva Consejera de Educación y Cultura de Murcia, doña Mabel Campuzano, es una de las chicas díscolas de Vox que en este momento anda apoyando al inamovible presidente López Miras. Y digo en este momento porque con Vox nunca se sabe: depende de cómo sople el viento, de si al deshojar la margarita les sale sí o no o cosas por el estilo. La señora Campuzano ha querido empezar su mandato enviando una carta a los docentes para avisarles del porvenir que les caerá como una losa; y se ha cubierto de gloria cuando, en veinticuatro horas, mis colegas filólogos se la han devuelto corregida. Y en rojo, para que fastidie más.

Lo cual que los murcianos, que son nuestros vecinos de aquí al lado, ya saben a qué atenerse con esta Consejera de Educación y Cultura cuasi ágrafa que les ha tocado y que el próximo curso pretende aplicar el veto parental -es decir, el pin parental, pura doctrina de la ultraderecha cañí- y que va a montar su propicia cruzada ideológica contra la LOMLOE, que es una ley manifiestamente mejorable, pero que no se va a arreglar con diecisiete interpretaciones distintas para los discentes. Unos discentes que, puesto que son los damnificados, debieran ser motivo de preocupación por los resultados cada vez peores que obtenemos en PISA, por cómo falla el sistema de enseñanza/aprendizaje, que es una cuestión bien distinta de estas peleas de fe que se traen en la antaño huerta de Europa. Por tanto, si la ultraderecha (expulsada o no de Vox, el ideario es el mismo), le está recortando a López Miras la barba a su gusto en Murcia, digo yo que Juanma Moreno en Andalucía debería empezar a plantearse hasta qué punto conviene continuar haciendo determinadas concesiones a estos señores que siguen viviendo en blanco y negro, con el pañuelo almidonado estilo años cuarenta en el bolsillo de la chaqueta, y que permanentemente buscan la confrontación, el odio, revertir derechos asentados en nuestra sociedad jugando con un populismo tan barato como peligroso. Acaban de tocar poder en Murcia y así empiezan: con dislates de forma, y barbaridades de fondo. Demostrando, una vez más, que los extremismos son un peligro latente, no sólo para los partidos tradicionales solventes, sino para una ciudadanía que no necesita que, otra vez, una de las dos Españas venga a helarnos el corazón.

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