Se trata de una medida implementada para mejorar el ajuste de los productos a la cara de los usuarios, de forma que el aire no pueda entrar o salir

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha implementado en sus mascarillas un mecanismo muy simple para que sus mascarillas se adapten bien al contorno del rostro, de forma que no quede espacio por el que pueda entrar o salir el aire y se asegure su correcta filtración. Se trata de la introducción del tallaje en sus productos, llevada a cabo tras realizar un estudio con el Instituto de Biomecánica de Valencia con el fin de encontrar unos estándares de medición, fijación y confort para luchar contra la pandemia de covid-19.

La empresa Proveil, comercializadora de los productos, ha difundido un vídeo en el que muestra cómo los usuarios deben medir su cara para determinar qué talla se les ajustaría mejor. Cada persona debe medir, con ayuda de una regla y un lápiz, la distancia que separa la pupila y la barbilla. Para hacerlo, es necesario que se encuentre de frente y con la boca cerrada. Entonces, hay que atender a dos cifras indicativas: si el resultado es menor de 11’5 centímetros, la talla recomendada es una S; si la distancia está entre los 11’5 y los 13 centímetros, la talla es una M; si es superior a 13 centímetros, su talla es una L.

Se trata de una novedad agregada al proceso de producción del CSIC para ofrecer «el máximo de protección posible», según explicaron desde el organismo. Además, los productos de la entidad incorporan una serie de propiedades que los convierten en las mascarillas más potentes para protegerse del coronavirus. Entre ellas, su diseño a base de nanofibras, que, además, cuentan con un potente agente viricida.

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