El crecimiento económico no es la solución, solo nos lleva a la destrucción del planeta.

Los economistas predicen que el PIB crecerá un 6% en 2021 y un 7% en 2022, aproximadamente. ¿Buenas noticias, no? Pues no. De hecho, son terribles noticias. Repasemos por qué lo son y por qué debería alarmarnos que en los telediarios se comente este crecimiento económico como si se tratase de algo positivo.

El Producto Interior Bruto no es más que la suma de todo lo que se produce en el interior de nuestras fronteras. Si crece un 6% este año significa, simplemente, que hemos producido un 6% más de productos y servicios que en 2020. Sabiendo esto, es oportuno preguntarse si producir un poco más nos aporta algún beneficio o tiene alguna relación con nuestra felicidad. Muy ingenuo hay que ser para establecer una relación directa entre la producción de bienes y servicios y la felicidad de quienes los producen, más aún cuando hace años que la productividad y los salarios no van a la par. 

Muy ingenuo hay que ser para establecer una relación directa entre la producción de bienes y servicios y la felicidad de quienes los producen, más aún cuando hace años que la productividad y los salarios no van a la par

Otro punto importante se ilustra con el siguiente ejemplo: pongamos que, en un determinado pueblo imaginario, en el que habitan 100 personas, se producen únicamente sillas, a un ritmo de 1.000 sillas cada año. Cada una de las personas que allí viven produce diez sillas y, vendiéndolas todas al mismo precio, reparten de esa manera los beneficios y tienen todos un mínimo con qué vivir. ¿Sería acaso una buena noticia que el PIB del pueblo aumentase en un 100%? Tal vez no. Podría suceder que, tal como ocurre en la realidad, un grupo de personas se haga con el control de la producción; de esta manera 20 personas podrían estar produciendo las 2.000 sillas, llevándose unos jugosos beneficios, y las 80 personas restantes estar desempleadas y malviviendo. Obviamente, ante estas dos situaciones, es preferible que el PIB del citado pueblo no se duplique y, si sucediera y se diese la citada situación, sería una terrible noticia.

El PIB aumentará en 2021 y 2022 pero sin un reparto de la riqueza generada solo servirá para que los ultrarricos lo sean aún más

Esto debería ser suficiente para tener claro que el PIB no tiene por qué tener relación con nuestro bienestar y actualmente está claro que no lo tiene. El PIB aumentará en 2021 y 2022 pero sin un reparto de la riqueza generada solo servirá para que los ultrarricos lo sean aún más. Si queremos que nuestras economías particulares, las de  cada una de nuestras casas, vayan bien no tenemos que producir más, sino redistribuir la inmensa riqueza que generamos y que se queda en tan pocas manos. 

Pero esto no es todo y, de hecho, falta el argumento más importante. No es solo que producir cada vez más bienes no nos aporte nada, como tampoco nos lo aporta el consumirlos en exceso (más que horas de trabajo extra para poder pagarlos), sino que nos está quitando a los jóvenes nuestra vida. Va en el sentido más literal. Si la esperanza de vida en España supera hoy los 80 años, dudo que los que han nacido en el siglo XXI lleguen a vivir 60. Me estoy refiriendo a los efectos que el cambio climático tendrá en nuestras vidas si se intenta mantener estos niveles de producción (ya no menciono el pretendido crecimiento).

La huella ecológica de España es de 3.0, lo que significa que para mantener la actividad económica actual necesitamos tres veces el tamaño de nuestro territorio

Oxfam Intermón (entre otros) prevé que, para el año 2050, habrá ciudades desaparecidas por el aumento del nivel del mar, aumentarán drásticamente las muertes por contaminación y algunas de las ciudades más pobladas del planeta se quedarán vacías porque no serán habitables. La “crisis migratoria” actual de personas de África intentando llegar a Europa saltando la valla en Ceuta o Melilla o cruzando el mar parecerá un chiste comparado con lo que se nos viene encima. En nuestro país, para 2050 podríamos tener olas de calor que superen los 50 grados y el sur podría convertirse en un desierto. No podremos decir que no nos lo merecemos: la huella ecológica de España es de 3.0, lo que significa que para mantener la actividad económica actual necesitamos tres veces el tamaño de nuestro territorio. Dicho de otro modo, manteniendo el PIB estable, sin crecimiento, ya estamos dañándonos lo suficiente, no hace falta crecer más para que el daño sea irreparable. Hay quien afirma que podemos tener un “crecimiento sostenible” y energías limpias y que se podrá mantener de esta forma los niveles de crecimiento y de consumo de energía respetando el medio ambiente. Muy acertada para todos ellos es la expresión “no sé en qué mundo viven”.

En conclusión: en los países ricos hace tiempo que el PIB dejó de tener relación con el bienestar y la felicidad de sus habitantes. Por el contrario, redistribuir la riqueza para reducir las enormes desigualdades provocadas por ese 1% inmensamente rico y repartir el cada vez más escaso trabajo sí que tiene relación. Si vamos a darle importancia al PIB, que sea solamente para intentar que tenga cada año un crecimiento negativo. Eso sí que serían excelentes noticias.

Manuel Leiros

https://www.elsaltodiario.com/el-blog-de-el-salto/pib-a-quien-le-importa

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