Los españoles tiramos más de 31 kilos de comida por habitante al año mientras cuatro millones de personas sufren inseguridad alimentaria

Tres de cada cuatro hogares españoles desperdician alimentos por un volumen global de 31,3 kilos por habitante y año, según datos del Ministerio de Agricultura correspondientes al año 2020.

La suma total de comida que el sistema alimentario español ha desperdiciado a lo largo del año pasado es de un millón 364 mil toneladas.

Las campañas contra el despilfarro de alimentos no han logrado evitar que se tire comida en buen estado a la basura, desde lo que el agricultor desecha, lo que la industria descarta, lo que los supermercados no venden y lo que dejamos sin comer en los restaurantes y bares, además de todo lo que tiramos en casa.

Por eso el Ministerio de Agricultura ha presentado un proyecto de ley contra el desperdicio de comida y de bebida en España, como las de Francia e Italia. El ministerio de Luis Planas plantea que quienes forman parte de la cadena alimentaria estén obligados a tener un plan contra el desperdicio con la donación de los productos sobrantes a ONG y bancos de alimentos como prioridad.

La ley también obligará a las grandes superficies a tener una zona de venta para productos en buen estado, pero imperfectos o feos, y a todos los establecimientos a rebajar el precio de productos que estén próximos a caducar. Además, se exigirá a todos los agentes, industria, supermercados y tiendas, que informen cada año sobre el volumen de comida que han desperdiciado.

En esa “dictadura de la estética” causante de que descarten para la venta muchos alimentos en buen estado pone el acento Manuel Bruscas, activista contra el despilfarro de comida y autor del libro “Los tomates de verdad son feos”.

Para Bruscas es importante que la ley que se plantea reconozca que se trata de “un problema o una responsabilidad compartida” entre los hogares, los supermercados, los restaurantes, los hospitales, el sector agrícola… “Hay toneladas y toneladas de alimentos y, en muchos casos, como esas cifras no son oficiales y no se están midiendo, quizá puede que estemos infra estimando la cantidad de comida que se despilfarra”.

Hambre y falta de concienciación

La parte ética del despilfarro es muy relevante teniendo en cuenta que 800 millones de personas pasan hambre en el mundo. En España, entre tres y cuatro millones están en una situación de inseguridad alimentaria leve o moderada.

Un aumento elevado del precio de los alimentos mientras disminuyen drásticamente los salarios hace que sea imposible para muchas familias acceder a alimentación básica para su día a día, una situación que Eloísa Molina, coordinadora de Comunicación de la ONG World Vision España, achaca a la crisis de la pandemia.

Según los estudios de la ONG, los alimentos básicos están fuera del alcance de 3.000 millones de personas a día de hoy tras una escalada del precio de los alimentos que alcanzó máximos históricos en mayo del año pasado y que no cesa.

Manuel Bruscas cree que “hay una desconexión entre la ciudadanía y la alimentación” al alejarnos del campo, lo que hace que no valoremos tanto la comida y no compremos bien. A esto se suman las ofertas de los supermercados para comprar más cantidad de la que necesitamos.

Con las leyes que se han puesto en marcha Francia e Italia se está logrando reducir el despilfarro, pero además se envía “un mensaje ejemplificador de que como sociedad es algo que no queremos tolerar”, celebra el activista. Cataluña también aprobó en 2020 una ley contra el despilfarro de alimentos, lo que puede servir de guía en el resto de España para ver qué medidas funcionan.

Para saber en qué proporción estamos mejorando es clave la correcta medición de lo que se desperdicia. En este momento, se contabiliza lo que se tira en los hogares, pero no hay datos fiables de lo que desperdician los restaurantes y supermercados en España.

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