Imagina una reunión de 20 amigos. Después de estar todo el día evitando el tema, 30 minutos antes de la hora de cenar, alguien por fin lanza la pregunta: ¿Dónde cenamos esta noche?

Comienza entonces una enorme discusión porque unos quieren pizza, otros ir a un asador y a otros les apetece sushi. Alguno quiere ir al restaurante de su primo. Otros directamente tienen un bar e, incluso, hay quien sabe que si esa noche no consigue que vayan a su taberna esas 20 personas tendrá que cerrar su negocio.

Ahora cambia a esos 20 amigos por los representantes de los casi 200 países que participan en las negociaciones sobre cambio climático desde hace tres décadas bajo el paraguas de la ONU y que en algunos casos son enemigos. Y, en vez de decidir dónde van a cenar, tienen que decidir por unanimidad una dieta completamente diferente para el resto de su vida porque la que tienen, basada en los combustibles fósiles, no puede continuar. Algo parecido a esto es lo que ocurre en las cumbres del clima como la que se está celebrando en la ciudad escocesa de Glasgow desde principios de mes.

Tras muchos años de fracasos a la hora de lograr un pacto mundial sólido contra el cambio climático, en 2015 se cerró el Acuerdo de París. Como no se consiguió que los países admitieran que desde el propio pacto se les fijaran los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero que tenían que hacer individualmente, se optó por una fórmula diferente: se pusieron de acuerdo en la meta que se quería alcanzar –que el calentamiento se quede entre los 1,5 y los 2 grados respecto a los niveles preindustriales– y que cada nación presente planes de recorte de emisiones voluntarios para conseguirlo.

Cuando se firmó el Acuerdo de París ya se sabía que esos planes (los conocidos como NDC, que fijan objetivos para 2030) no eran suficientes. Por lo que se ideó un sistema de revisión. La primera de esas revisiones se ha cerrado en Glasgow y, aunque se ha mejorado, los esfuerzos siguen siendo insuficientes: el ritmo de emisiones propuesto llevará a un calentamiento de entre los 2,7 y los 2,4 grados en el mejor de los escenarios, como indican estos estudios presentado en la cumbre. La siguiente tanda de NDC revisadas debería presentarse en 2025 pero cada año que pasa se va haciendo más difícil cumplir con la meta de los 1,5 grados. En la cumbre de Glasgow se intenta ahora cerrar una fórmula para instar a los países a que no esperen hasta 2025 para actualizar sus esfuerzos, sino para que lo hagan antes. De esto, entre otros temas, discuten los negociadores de esos 200 países en estos momentos.

MANUEL PLANELLES Glasgow

FOTO: Miles de personas se manifiestan en Glasgow el pasado sábado para pedir a los Gobiernos mayor implicación en la lucha contra el cambio climático. / ANDREW MILLIGAN (AP)

 

A %d blogueros les gusta esto: