Hija de rojos, andaluza y alcaldesa de París

Su padre, electricista, fue aprisionado en un campo de concentración francés cuando huía, con sus padres y cuatro hermanos, de una amenaza de muerte que caía sobre el abuelo.

Ana, Anne Hidalgo, nacida en San Fernando (Cádiz), socialista, es la primera mujer que consigue llegar la alcaldía de París. «Andalucía es mi tierra, París mi ciudad y Francia mi país», asegura orgullosa. Sus padres, ya ancianos, volvieron a Andalucía a disfrutar de la libertad que les robaron.

La vida de Anne Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 1959), Ana en su lengua materna, no es normal, aunque ella se empeña en contar su heroica biografía con una normalidad espantosa. Esta franco-andaluza, hija de un republicano que llegó a Francia huyendo de la crueldad de la dictadura franquista, se sitúa en el ala más izquierdista del socialismo galo. Desde este domingo, al conseguir el 53,34% de los votos, es la primera alcaldesa de la historia de París, la capital de un país donde si Anne llegara hoy, no lo tendría tan fácil como cuando llegó siendo la hija de un electricista y una costurera andaluces.

Anne llegó a Lyon con dos años. Antes, con seis años más que ella, con ocho, en 1939, su padre fue aprisionado en un campo de concentración francés cuando huía, con sus padres y cuatro hermanos, de una amenaza de muerte que caía sobre el abuelo de Anne, socialista. El abuelo paterno de Anne, natural de Antequera, tras enviar una carta al alcalde de la localidad malagueña para que le asegurara que no lo matarían a la vuelta, decidió regresar a Andalucía, a pie, de la misma manera que había cruzado la frontera francesa durante la ida, junto a sus hijos y esposa. No lo mataron, pero acabó encarcelado, viudo y con cuatro hijos.

La vuelta se convirtió en un drama que marcaría el devenir de la estirpe. La abuela de Anne murió en los inhóspitos páramos del destierro político. El abuelo de Anne llegó a Antequera desgarrado por la dureza de haber sido castigado en un campo de concentración y por la pérdida de su esposa en el viaje de vuelta del destierro. El padre de la alcaldesa electa de París, huérfano de madre y con su padre  ya en la cárcel, a su llegada a España, recaló en un colegio de monjas: “Es hijo de rojos”, le decían las religiosas al niño que de adulto volvería a emigrar a Francia para evitar que sobre Anne y su hermana colgaran el sambenito de “hijas de rojos”.

Aquella hija de rojos llegó a la escuela francesa, pública y laica, “mucho más integradora que la actual”, reconoce la propia Anne Hidalgo. Con 15 años se hizo feminista, después de leer a Simone de Beauvoir. Era lista, muy lista, igual que su hermana. Un advertencia de la maestra, al resto de niños y niñas, la puso en alerta y la provocó: “No permitáis que las españolas sean las primeras de la clase”. Con 24 años, ya como abogada laboralista, desde Lyon, llegó para ser inspectora de trabajo a París, la ciudad de sus sueños, su ciudad, donde nació a pesar de que la nacieron en San Fernando.

Andalucía es “mi tierra”; París, “mi ciudad”; y Francia, “mi país”, el país que le dio las oportunidades que España le negó, asegura la flamante alcaldesa electa de la capital francesa.

Anne presume de identidad andaluza en cuanto puede. Cuando Nathalie Kosciusko-Morize, la candidata conservadora a la alcaldía de París, la quiso atacar tachándola de aburrida en los dimes y diretes de la campaña electoral, Anne respondió tajante, tirando de identidad: “Soy andaluza y los andaluces no somos aburridos”, le dejó claro a su contrincante. Araceli Maese, socialista isleña, destaca los vínculos afectivos que unen a Anne Hidalgo con San Fernando, donde sus padres forman parte de la honorable lista de históricos militantes de la agrupación local del PSOE que perdieron su juventud luchando por la libertad.

Sus padres, ya ancianos, volvieron a Andalucía a disfrutar de la libertad que les robaron y les obligó a exiliarse para que sus hijas no fueran “hijas de rojos”. Anne regresa varias veces al año a visitar a sus octogenarios padres, que viven en Chiclana en la actualidad, quienes jamás pudieron pensar que una de sus hijas, “hija de rojos”, lograría ser alcaldesa de París y burlarse de quienes desearon cortarle las alas a la igualdad de oportunidades y a la libertad.

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